establecio un procedimiento por el cual Thia transmitia con toda solemnidad a Indigo lo que le explicaban, y esta indicaba a aquella que hierbas recetar como bebida o mezclar como cataplasma. La situacion resultaba tan grotesca que Indigo sentia un enorme deseo de echarse a reir, aunque controlo Con firmeza tal impulso. Thia, por su parte, no parecia encontrar nada de gracioso en aquella pantomima.

Despues del mediodia, Indigo habia insistido en una pequena pausa en el trabajo. Esto, una vez mas, fue algo que Thia parecio encontrar incomprensible, pero obedecio sin chistar. Hambrienta y sedienta a aquellas alturas, Indigo ofrecio a la muchacha una pieza de madera que Calpurna le habia dado, y le pidio que fuera al mercado y comprara algo de comer y beber para ambas. Recibio una mirada de perplejidad y la informacion de que tales cosas no podian obtenerse en el mercado. Cada ciudadano de Alegre Labor se ocupaba de su propio sustento; comida preparada y bebida no eran articulos que se vendieran.

—Tengo, no obstante, una empanada que sera mi racion para hoy —anadio Thia—. La compartire contigo, si lo deseas.

De una mochila que colgaba de su hombro saco un objeto envuelto en una tela limpia, y se lo mostro. Se trataba de un pedazo plano de masa grisacea en cuyo interior habia trozos de carne y verdura; por su aspecto y olor daba U impresion de estar sin condimentar y ademas medio crudo. Indigo forzo una sonrisa mientras intentaba no establecer comparaciones con la deliciosa cocina de Calpurna.

—Gracias, Thia, pero no te privare de tu racion —respondio—. Me las arreglare sin comer. Aunque quiza podrias pedir a la esposa del doctor Huni si seria tan amable de darme un vaso de agua...

—Como desees, doctora Indigo —repuso Thia con una inclinacion.

Asi pues, mientras Thia masticaba su poco apetitosa empanada, Indigo intento entre sorbo y sorbo de agua salobre hacer hablar un poco a la jovencita y averiguar mas cosas sobre su hogar y su familia. No tardo en darse cuenta de que tambien esto constituia un concepto nuevo para la mente de Thia. El arte de la conversacion por la conversacion era totalmente extrano a la muchacha, y esta estaba convencida de que la curiosidad de Indigo debia de obedecer a algo mas que un simple esfuerzo por ser amable. De todos modos y aunque de mala gana, facilito algunos retazos de informacion. Thia, al parecer, era la mayor de cuatro hijas: algo que parecia satisfacerla pues significaba que sin un hermano que le disputara la precedencia ella era el eje central del orgullo y la ambicion de sus padres.

—A los diez anos ya sabia leer, escribir y contar, y por lo tanto pude empezar a realizar un trabajo util sin perder tiempo —conto a Indigo—. Soy mas inteligente y diligente que otras de mi edad, y por lo tanto me ira muy bien en la vida.

Indigo disimulo una sonrisa ante este total desprecio por cualquier cosa que se pareciera a la modestia.

—?Que es lo que haces cuando no me estas ayudando? —pregunto.

—Lo que sea que los tios quieran que haga. Existen muchas tareas utiles para alguien con mis habilidades, aunque todavia soy una adolescente. Copio documentos para los tios y para la Oficina de Tasas para Extranjeros; se me asigna a recien llegados, como tu, para que los ayude a realizar sus tareas; llevo cartas y mensajes a personas de alto rango, y desde luego ayudo a mi madre en las tareas de la casa. —Sonrio de improviso—. Aunque el ano que viene me casare y entonces tendre mi propia casa que gobernar.

—?Te casaras? —Indigo estaba perpleja.

—Si —respondio Thia alegremente—; se me ha escogido como esposa del hijo mayor del sobrino de tio Choai. Es mas joven que yo, pero cuando tenga dieciocho anos y sea un adulto tendra un lugar en la Oficina de Comercio y seis parcelas de terreno para su uso particular. Su color sera el naranja, y ese es un color muy importante.

?Cuantos anos tendria Thia?, volvio a preguntarse Indigo. ?Catorce? ?Menos? Al hablar parecia mas una anciana cinica que la criatura que en realidad era, y la muchacha le dijo con suavidad, esperando que su voz no sonara demasiado ironica.

—Espero que seas muy feliz.

—Claro que lo sere. —Esa sonrisa de nuevo; sin ningun calor en ella—. Tio Choai dice que su sobrino nieto es agradable y trabajador. Nos adaptaremos muy bien.

«Tio Choai dice... », penso Indigo y, alarmada, inquirio:

—?Significa eso que todavia no conoces a tu futuro esposo?

—No ha habido necesidad de que nos conocieramos. —Thia parecio ligeramente sorprendida ante la idea; luego, antes de que Indigo pudiera decir nada mas, engullo el ultimo bocado de su empanada, doblo cuidadosamente la tela y la guardo, al tiempo que se ponia en pie—. He terminado mi comida. Gracias por permitirme comer. ?Hago entrar al siguiente paciente?

Indigo suspiro. Thia, y su forma de ser, era algo que le resultaba incomprensible.

—Si —respondio—. Si, sera mejor que lo hagas. No me cabe la menor duda de que el tiempo perdido en la ociosidad es un tiempo inmoralmente malgastado.

El sarcasmo no ejercia ningun efecto sobre Thia, y por vez primera su sonrisa parecio totalmente genuina. — ?Eso es exactamente lo que habria dicho tio Choai! y declaro con energia—. Para ser una extranjera, doctora Indigo, estas muy versada en nuestras costumbres. ?Esto representara un gran placer para todos nosotros!

Asi pues Indigo se encontraba ahora sentada ante la mesa, Volviendo a guardar sus cosas de cualquier manera en el interior de la bolsa mientras Thia se afanaba en ayudarla.

La muchacha estaba claramente nerviosa, y por fin Indigo le dijo:

—Si quieres irte, Thia, yo puedo arreglarmelas perfectamente sin ti.

El rostro de la adolescente se ilumino.

—Gracias, doctora Indigo. Con tu permiso, me ire.

—Debiera ser yo quien te diera las gracias a ti —dijo ella, conteniendo un bostezo—. Me has sido de gran ayuda. —Hizo una pausa—. Te debo algo.

—No, gracias. —Thia se inclino—. A los adolescentes no se les permite aceptar ningun pago por sus servicios. Pero si deseas hacerme un regalo en cualquier ocasion, eso resultara aceptable.

—Entonces lo hare, —Indigo le sonrio—. ?Que te gustaria? ?Alguna joya sencilla, para lucir en los cabellos o alrededor del cuello?

La muchacha la miro perpleja.

—Las joyas son utiles para quienes desean comerciar con ellas en el Enclave de los Extranjeros, pero no sirve a ningun proposito exhibirlas sobre uno mismo —explico; luego, tras unos instantes de seria consideracion, agrego—: Dos aves de corral en su primer ano de puesta resultarian apropiadas, o un arbol frutal joven, o un punado de semillas de verduras de invierno que se puedan sembrar durante esta estacion antes de que pierdan vitalidad. Te agradezco tu generosidad, doctora Indigo, y recibire con agradecimiento cualquiera de estas cosas que desees ofrecerme. —Volvio a dedicarle una inclinacion de cabeza y dio un paso en direccion a la puerta—. Te deseo una cena nutritiva y una saludable noche de sueno.

Indigo se quedo mirando la puerta mientras esta se cerraba tras la muchacha, y escucho el sonido de sus pies mientras descendian por la escalera. No sabia si echarse a reir ante la habilidad con que Thia habia transformado la posibilidad de un regalo en una promesa de regalo, o lamentar el extremo al que habia llegado el frio e inquebrantable pragmatismo de la joven, que no parecia poseer la menor chispa de humor o imaginacion que pudiera mitigarlo. Al final no hizo ninguna de las dos cosas, sino que relego a Thia a un rincon de su cerebro y continuo recogiendo sus pertenencias mientras se dedicaba a pensar en el alegre recibimiento que le prodigaria Grimya cuando regresara al Enclave de los Extranjeros, y en la comida caliente que Calpurna habia prometido que la estaria aguardando. Debia encontrar una forma de pagar a Hollend y Calpurna por su hospitalidad, aunque todavia no sabia cual seria el mejor modo de hacerlo. Lo que si estaba claro era que no necesitaban dinero, y probablemente se ofenderian si se lo ofrecia, aunque ella tenia mas que suficiente para pagar sus gastos. Quiza si...

Sus meditaciones se vieron interrumpidas de repente cuando alguien llamo a la puerta.

—?Por favor? —Era una voz infantil—. Por favor, ?esta casa la medica?

Indigo hizo un esfuerzo para no perder el animo. Cincuenta pacientes en una tarde, y ahora, justo cuando pensaba que por fin podria descansar, un recien llegado... Pero, si tenia la temeridad de hacerse llamar curandera, tambien tenia las obligaciones propias del cargo. Ademas, a aquellas horas podia muy bien tratarse de una emergencia.

Empezo a desatar otra vez las correas de la bolsa, e intento no parecer resignada o irritada cuando respondio: —Estoy en casa. Entra.

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