avergonzarse, ?como Hollend bien puede atestiguar!

Asombrada por la forma en que se intentaba explicar lo sucedido, Indigo quiso protestar.

—Pero, Calpurna, no pareces...

«No, Indigo; no discutas con ella. » El silencioso mensaje de Grimya llego a ella veloz y apremiante antes de que pudiera seguir. «He visto algo en su mente, y en la de Hollend tambien. Es mejor que no digas nada. Te lo explicare luego, cuando estemos solas. »

—Bueno —Calpurna dio una palmada, como para indicar que el tema del desliz de Indigo quedaba comodamente resuelto y por lo tanto cerrado—, hemos de encargarnos de no permitir que el mismo error vuelva a suceder. Descansaras, Indigo, y esta vez de verdad, hasta que recuperes por completo las fuerzas y la vitalidad. ?Y tu recuperacion se iniciara con una excelente comida!

Sin dar tiempo a la muchacha para responder, se escabullo en direccion a la cocina. El rostro de Hollend se ilumino por unos segundos con una expresion de alivio, Indigo se dio cuenta de que sus anfitriones se sentian desconcertados por lo que les habia contado, aunque tal vez el termino «violentos» se acercaba mas a la verdad; como si ella hubiera cometido un error fundamental de decoro al relatarles su extrana experiencia o por el simple hecho de haber admitido que habia sucedido. Recordo su conversacion con Calpurna aquella manana en la cocina, despues de los ruidos de la noche, y la revelacion de que Ellani y Koru habian padecido semejantes «alucinaciones» en el pasado. Entonces, como ahora, Calpurna habia parecido muy ansiosa por correr un velo sobre el tema y descartar cualquier cosa que no fuera la mas racional de las respuestas, e Indigo no podia comprender por que tenia que ser asi.

De la cocina surgian ahora alegres ruiditos mientras Calpurna se preparaba para servir la cena. Los dos ninos habian desaparecido prudentemente al ver acercarse a la casa del tio Choai, pero ahora Ellani salio del piso superior y, con un movimiento de cabeza y una timida sonrisa en direccion a Indigo, corrio a reunirse con su madre. Indigo la siguio, en tanto Hollend ponia la mesa, pero Calpurna rechazo de plano su oferta de ayuda.

—No, no; Ellani es toda la ayuda que necesito. —Sonrio con entusiasmo; con demasiado entusiasmo, penso Indigo—. ?Por que no subes a tu habitacion y descansas un rato? Enviare a uno de los ninos a buscarte en cuanto este lista la comida. —Si estas segura... —Claro que lo estoy. Vamos, vete. Grimya siguio a Indigo por la empinada escalera y, en cuanto la puerta de la habitacion de invitados se hubo cerrado tras ellas, la loba dijo en un susurro apremiante y gutural:

—?Bien! Ahora podemos hablar... y puedo contarte por que considere mas sensato no discutir con Calpurna. Indigo volvio la cabeza por encima del hombro. —Sera mejor que no lo discutamos en voz alta —advirtio, bajando mucho la voz—. Las paredes divisorias de la casa son muy endebles, y el sonido puede atravesarlas.

«Muy bien. » Grimya cambio su modo de comunicarse. «Escucha, Indigo. Te sorprendiste mucho cuando Calpurna y Hollend se mostraron de acuerdo con lo que el anciano, Choai, dijo que te habia sucedido. Pero yo no me sorprendi, porque pude percibir algo de lo que pensaban. »

Aunque la loba no podia en realidad leer la mente, sus agudos sentidos mentales a menudo sintonizaban con los estados de animo predominantes en las personas y con algunos de sus pensamientos vagabundos. Indigo aguardo a que le contara mas cosas, y Grimya continuo:

«No te creyeron porque no podian creerte. Algo les ha sucedido a los dos, me parece, durante los anos que han vivido aqui. Se han vuelto como la gente de este pais. Han perdido la capacidad de creer en nada que no sea muy logico. » Indigo empezo a comprender. «?Algo como las voces nocturnas?» «Como eso, si. Y como los ninos que aparecen de la nada y desaparecen otra vez en la nada. » Grimya hizo una pausa. «Debes de haberlo visto por ti misma. Toda la gente de este lugar es igual. Es como si hubieran olvidado como sonar. »

Como si hubieran olvidado como sonar... Con su extrano talento para ir directamente al meollo de las cosas, Grimya habia definido con precision la inquietante impresion que Indigo tenia de Alegre Labor —de todo el pais en realidad— y de sus habitantes. ?Sabia el astuto tio Choai, o la escrupulosamente calculadora Thia, o cualquiera de sus compatriotas, hombres y mujeres, lo que era un sueno? ?Eran capaces de percibir cualquier cosa situada fuera de los limites estrictos de los sentidos fisicos, o de imaginar nada mas alla de los estrechos confines de un futuro planeado y trazado hasta el ultimo detalle friamente pragmatico? Todo lo que habia visto hasta ahora sugeria que Grimya tenia razon. Asi pues, enfrentados con la repentina anomalia de una extranjera que afirmaba haberse topado cara a cara con tres fantasmas, su reaccion era de cielo y total rechazo. No creian en tales cosas; por lo tanto tales cosas no podian existir. No cabia error; no existia la menor posibilidad de error. La extranjera estaba equivocada y ahi terminaba la cuestion. Pero seguramente Hollend y Calpurna no compartian tal insensato prejuicio... Ellos eran de otro pais, no habian estado inmersos desde la infancia en los dogmas de esta extrana cultura y, por lo tanto, debian poseer una mentalidad mas abierta. Sin embargo, al menos en esto, parecian estar tan ciegos como Choai.

Grimya, que habia escuchado los confusos pensamientos de Indigo, dijo:

«A lo mejor los anos pasados en este pais los han cambiado. A lo mejor se han contagiado de esta cosa, de este escepticismo, como si fuera una enfermedad. » ?Era posible? Para un cerebro debil o estupido, o para la vulnerable conciencia de un nino, quiza; pero Hollend y Calpurna eran ambos demasiado inteligentes y resueltos para ser presa con tanta facilidad de influencias externas. Los dos miraban con desden a los habitantes de Alegre Labor, casi con desprecio, aunque, eso si, con un elemento de afecto en su menosprecio. No tenia sentido. Se volvio otra vez hacia la loba.

«No se lo que se oculta tras esto, Grimya. Pero digan lo que digan Hollend y Calpurna y Choai..., diga lo que diga cualquiera... ?yo se lo que vi! ?Yno sonaba!»

Antes de que Grimya pudiera responder se escucharon unos leves golpecitos en la puerta, y una vocecita vacilante pronuncio su nombre. Indigo dio un brusco respingo al revivir por un instante lo sucedido en la habitacion del medico; pero la voz le era familiar. —?Koru? El nino entro en la habitacion e inclino la cabeza ante ella en una curiosa mezcla de la forma de saludar tanto de Agantia como de Alegre Labor.

—Madre dice que la cena estara lista en unos minutos.

—Oh... oh, si. Gracias, Koru. Bajare enseguida.

Espero a que el chiquillo volviera a inclinar la cabeza y saliera, pero en lugar de ello este se hizo el remolon, y resultaba evidente que luchaba por superar su innata timidez para decir algo mas. Perpleja, Indigo inquirio con dulzura:

—Koru, ?que tienes? ?Sucede algo?

Koru se removio inquieto, apretando un pie sobre el otro y entrelazando las manos a la espalda. Luego, de corrido, solto:

—?No queria escuchar! ?Pero no pude evitarlo!

Grimya irguio las orejas de improviso.

«Se refiere al viejo Choai. Debe de haber oido lo que se decia... y lo que contaste a sus padres. »

El rostro de Koru estaba totalmente rojo de verguenza y habria perdido el valor y salido corriendo antes de que Indigo pudiera volver a hablar, de no ser porque Grimya se dirigio de repente hacia el, moviendo la cola, y levanto la cabeza para lamerle la barbilla. Fue un gesto inteligente y perfectamente calculado, pues Koru estaba ya por completo fascinado y desarmado por la loba y albergaba secretas ilusiones de que, un dia, tambien el podria tener un «perro» como aquel. Agradecido, el nino enterro las manos en el espeso pelaje de su cuello, ocultando el rostro y con el su confusion.

Indigo lanzo a Grimya una calurosa mirada de agradecimiento y empezo a hablar al chiquillo con dulzura.

—No tienes de que preocuparte, Koru. No me importa si escuchaste; y no se lo dire a nadie si tu no quieres.

Koru alzo el rostro despacio, con expresion esperanzada.

—No queria —repitio—. Fue solo que yo he... —Se interrumpio al volver a fallarle el coraje.

La mente de Indigo realizo un repentino salto intuitivo, y la muchacha decidio arriesgarse para demostrar que estaba en lo cierto. Se inclino hacia el y hablo con voz muy suave.

—Tu tambien los has visto, ?no es asi?

Koru permanecio muy quieto. Luego, con gran energia, asintio.

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