Se produjo una pausa, durante la cual escucho lo que parecian varias voces infantiles cuchicheando al otro lado le la puerta. Luego el picaporte chasqueo y, timidamente la puerta se fue abriendo.

Eran tres, y ninguno de ellos tendria mas de siete u ocho anos, o al menos eso es lo que Indigo penso en un principio. Sus rostros eran delgados y palidos, con ojos desproporcionadamente grandes que la contemplaban con asombro. Llevaban despeinados los cabellos, delgados y de una suavidad, y los pequenos cuerpos, que casi parecian atrofiados, impedian saber si se trataba de ninos o ninas. Iban cogidos de la mano, como para darse animos, y de improviso se apelotonaron unos sobre otros, cuchicheando de nuevo entre ellos. Se dejo oir una aguda risita, e Indigo pudo escuchar las palabras «banda blanca», «extranjera» y «demasiado pronto».

Empezaba a perder la paciencia ante lo que parecia ser una travesura de ninos y, recordando el consejo de Calpurna de mostrarse firme, dijo con cierta brusquedad:

—?Vamos, vamos! No tengo tiempo que perder en juegos. ?Que quereis?

Los tres visitantes interrumpieron sus cuchicheos y la miraron. Entonces el que se encontraba en el centro, que parecia ser el cabecilla, respondio con vocecilla ronca:

—?Sabes algun juego?

Era una pregunta tan extraordinaria que Indigo no supo que contestar y, mientras intentaba pensar en algo, otra de las criaturas dijo con voz aguda:

—Te hemos visto. Sabemos que eres la curandera extranjera. ?Nos curaras?

Indigo no habia recibido advertencia alguna pero, mientras la criatura hablaba, la intuicion desplazo brusca y sorprendentemente a la logica, y su sobresalto aumento cuando, al mismo tiempo, se percato de que veia los contornos del sucio vestibulo no solo detras de los ninos, sino a traves de ellos. Sus cuerpos eran transparentes.

—Madre de mi corazon, yo... —fue todo lo que tuvo tiempo de decir.

Las tres criaturas se desvanecieron ante sus ojos.

—Un suceso muy desgraciado. —Tio Choai se inclino ante Hollend en la peculiar manera oblicua que indicaba una disculpa—. Me acuso a mi mismo por completo. Esta claro para mi ahora que la doctora Indigo no se habia recuperado lo suficiente de los rigores de su viaje para poder ejercer correctamente su trabajo, y la culpa de no haberlo observado es solo mia.

—No, no, tio —protesto Hollend—. Indigo es mi invitada, y yo asumo toda la responsabilidad por su bienestar. Soy yo el responsable.

Choai volvio a inclinarse.

—Eres muy amable. Sin embargo, tus palabras no pueden tranquilizar por completo mi conciencia, y esta seguira molestandome. Me precipite, y confio —en este punto dedico a Indigo una sonrisa zalamera— en que mi estupidez no me sera tenida en cuenta.

Indigo intento devolverle la sonrisa pero apenas si lo consiguio ya que todavia sentia el agudo aguijonazo de la verguenza. Habia ido a chocar de bruces con Choai en la escalera de la casa del antiguo medico y se habia producido entre ellos una confusa conversacion, ella aturdida e incoherente, el al principio desconcertado y luego, cuando finalmente comprendio lo que ella le decia, solicito y apaciguador a la vez. Con toda firmeza insistio en escoltarla de vuelta al Enclave de los Extranjeros, donde muy apesadumbrado informo a Hollend que Indigo parecia haber sufrido alguna especie de alucinacion, sin duda provocada por un exceso de cansancio. Indigo no lo contradijo; se sentia demasiado desalentada por los resultados de sus anteriores esfuerzos para convencerlo de la verdad como para intentarlo una segunda vez, y ahora permanecia sentada en silencio mientras se intercambiaban mas cumplidos y agradecimientos, se expresaban complejas formulas de despedida, y por fin tio Choai se marcho tras expresar su esperanza de que la doctora Indigo estuviera en condiciones de reanudar su trabajo tras un dia o dos de descanso y recuperacion.

Hollend y Calpurna lo acompanaron hasta la puerta. En cuanto abandonaron la habitacion, Indigo se volvio hacia Grimya, que estaba sentada en el suelo a sus pies.

Grimya, antes de que regresen...

«Ten cuidado», advirtio la loba en silencio. «Los ninos no estan muy lejos. No digas nada en voz alta. »

Indigo se habia olvidado de Ellani y Koru, y cambio apresuradamente al lenguaje telepatico.

«Grimya, antes no te lo pude decir, ?pero ha vuelto a suceder! Las voces, las extranas voces..., solo que esta vez... »

El segundo aviso de Grimya la interrumpio de repente, y se aparto de la loba un instante antes de escuchar la voz de Hollend que se dirigia a ella mientras penetraba otra vez en la habitacion, seguido por Calpurna.

—?Bueno, Indigo, desde luego has causado una gran impresion en tio Choai! —Hollend sonreia de oreja a oreja—. Jamas crei que viviria para oirlo disculparse por algo. Debe de considerarte algo muy valioso para Alegre Labor... ?Que hiciste, resucitar a uno de tus pacientes de entre los muertos?

—No te preocupes de lo que Indigo haya hecho o no para impresionar a Choai. —El tono severo de Calpurna demostraba que consideraba el comentario de su esposo como de mal gusto—. ?Indigo, no tenia ni idea de que estuvieras tan agotada! Pense que una buena noche

de sueno seria suficiente para que te recuperaras: no me di cuenta de...

—Calpurna... Calpurna, por favor, escuchame. —Indigo poso la mano sobre el brazo de la agantiana—. Lo que Choai os conto no fue toda la historia, en absoluto. Calpurna vacilo. — ?Que quieres decir?

Indigo les conto lo sucedido; la llamada a su puerta despues de marcharse Thia, las tres criaturas que le habian hecho la estrafalaria pregunta de «?Sabes algun juego?», antes de preguntarle si podia curarlas y luego desvanecerse en el mismo instante en que ella comprendio que sus cuerpos eran transparentes como los de los fantasmas. Durante varios segundos Indigo habia sido incapaz de hacer nada que no fuera contemplar tontamente el umbral vacio; luego, violentamente, se habia puesto en pie de un salto y, precipitandose fuera de la habitacion, habia descendido a toda velocidad por la empinada escalera. Aunque lo que habia visto desmentia su impresion, tenia la irracional conviccion de que los ninos seguian todavia alli, que podia perseguirlos y atraparlos. En su lugar, en la abierta puerta de la calle, casi al pie de la escalera, habia chocado de cara con tio Choai. Por que habia ido este a la casa Indigo no lo sabia ni le importaba; dejando de lado todo decoro habia agarrado al anciano por la manga. —?Tio! Los ninos..., ?los ha visto? ?En que direccion se han marchado?

Choai parpadeo apresuradamente mientras su inicial indignacion daba paso a la curiosidad. —?Ninos, doctora Indigo? No hay ninos aqui.

Ella habia intentado explicar lo que habia visto, pero en cuanto Choai empezo a comprender lo que queria decir, la muchacha se dio cuenta de que habia cometido un gran error. Sencillamente el o no queria o no podia creerla. La gente, tanto si eran ninos como si no, no se desvanecia ante los ojos de los que la contemplaban, afirmo. Tales cosas no eran posibles. Indigo intento discutir, pero anciano se mostro inflexible. Debia de haber sufrido Un momentaneo desequilibrio mental y sensorial debido al cansancio, le dijo con aire de benigna preocupacion. Estaba claro que se habia equivocado al dar por sentado que ella estaba ya en condiciones de empezar su trabajo, y ahora rectificaria tal equivocacion acompanandola personalmente de regreso a los cuidados y comodidades que podian brindarle sus anfitriones.

—Me trajo hasta aqui como si fuera una invalida medio atontada —termino Indigo, consciente de que Grimya la escuchaba con tanta atencion como Hollend y Calpurna—El resto ya lo sabeis, excepto por una cosa: no tengo un exceso de cansancio y no fue una alucinacion, sea lo que sea lo que tio Choai prefiera creer. Vi a esos ninos. Estaban alli, me hablaron y luego se desvanecieron, tal y como lo he descrito.

Se produjo un largo silencio, roto tan solo por un debil gemido preocupado de Grimya. Hollend y Calpurna intercambiaron unas miradas que Indigo no pudo interpretar, y fue Hollend quien por fin hablo.

—Indigo..., no quiero poner en duda lo que piensas que viste, pero tienes que admitir que el viejo Choai tenia razon.

—?Razon?

Calpurna le tomo la mano y la apreto en un gesto maternal.

—Querida, claro que la tenia. Tal y como dijo, ?algo asi es sencillamente imposible! —Le sonrio bondadosa, y continuo en el tono de voz que habria utilizado para calmar a una criatura preocupada—. Todos lo sabemos, ?no es verdad? ?Claro que si! Debes de haberte quedado adormilada unos instantes, y lo habras sonado. Los suenos pueden ser asi. — Dirigio una rapida mirada a su esposo—. Dormirse en el trabajo no es nada de lo que

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