Indigo dejo escapar la respiracion que ni siquiera se habia dado cuenta que habia estado conteniendo.
—?Tres ninos, como los que vinieron a verme a mi?
—No; eran solo dos. Pero yo podia ver a traves de ellos, ?tal como tu dijiste!
El corazon de Indigo palpitaba cada vez con mas fuerza.
—?Te hablaron?
Otro gesto de asentimiento con la cabeza.
—Querian que me fuera con ellos a jugar. Yo... —Dirigio Una inquieta mirada a la ventana—. Yo dije que no. Era de noche, y tuve miedo. De modo que se fueron, igual Que los que tu viste. Pero... algunas veces todavia los oigo ahi afuera. Me llaman. Pronuncian mi nombre, y dicen «Ven a jugar, ven a jugar».
Una vez mas la pregunta «?Sabes algun juego?» resono en la memoria de Indigo, y un extrano y terrible escalofrio le recorrio toda la espalda. Koru levanto los ojos hacia ella. De improviso sus ojos mostraban temor.
—?No lo diras, verdad, Indigo? —suplico desesperado—. ?A
—Claro que no. Lo prometo.
—Veras... se lo dije a Ellani, pero me pego y dijo que no debia volver a hablar de ellos jamas!
—?Ella te
Indigo estaba escandalizada; resultaba imposible imaginar a la dulce Ellani viendose impulsada a tales extremos, en especial contra su hermano, a quien parecia amar tiernamente. Pero, de todos modos, no penso que Koru mintiera.
El debil pero claro sonido de un gong de cobre les llego de repente desde el piso inferior, y los ojos de Koru se abrieron asustados.
—?Esa es mi madre! La comida esta lista. Dije que estaria solo un momento...
Indigo puso a funcionar su ingenio al instante.
—No te preocupes —tranquilizo al muchacho—. Dire que te invite a quedarte y jugar con
Una expresion de alivio cubrio el rostro del nino.
—?Gracias! —Se volvio para marcharse, pero se detuvo junto a la puerta—, Indigo..., ?crees que esos otros ninos eran reales?
Ella vacilo, preguntandose si seria sensato ser completamente sincera. Koru era tan joven, tan impresionable... Sabia como habria querido su madre que respondiera a tal pregunta, y sintio que no tenia derecho a ir contra los deseos de Calpurna. Lucho con su conciencia, pero bruscamente se sintio zaherida por una afilada chispa de colera. Fueran cuales fueran sus motivos, Calpurna intentaba negar la verdad. Y la verdad, decidio Indigo, era algo que ni la propia madre de un nino tenia derecho a ocultar a su hijo.
—Si, Koru —respondio—. Creo que lo eran. Creo que lo
El nino permanecio inmovil unos pocos segundos mientras su expresion reflejaba un extraordinario fermento de emociones diferentes. Por fin una emocion triunfo sobre las otras: total, exuberante y franco asombro.
—Oh, si —dijo—. ?Oh, si! Tienen que ser reales, ?no es asi? ?Despues de todo, ahora los hemos visto los dos! —Abrio la puerta y dio un paso hacia el descansillo; luego su voz bajo hasta convertirse en un susurro—. Este sera nuestro secreto, ?eh? Nuestro y de nadie mas. Y, ahora que tu estas aqui, ahora que he encontrado a alguien mayor que cree en ellos, ellos regresaran,
Esa noche Indigo tuvo un sueno extrano y vivido. Le parecio despertar de un sueno profundo para encontrarse descendiendo la escalera que conducia a la planta baja de U casa. Brillaba una luz abajo y se escuchaba un murmullo de voces, y cuando la sala principal aparecio bajo sus pies Indigo descubrio que estaba llena de gente. O, mas bien, con sombras de personas. Parpadeo, se froto los ojos y, al volver a mirar, todo seguia igual; sombras que se movian decididas en todas direcciones, pero sin que existiera una forma fisica que las proyectara.
—?Hollend? —Su voz resono de forma peculiar en medio de los murmullos— ?Calpurna? —Busco alguna figura familiar entre las cambiantes formas bidimensionales, pero las sombras cambiaban constantemente al deslizarse obre las paredes y los muebles, y era imposible distinguir algun rasgo caracteristico.
Sin saber muy bien como, se encontro con que habia llegado al pie de la escalera, y de improviso una voz se dejo oir por encima de las demas, detras de ella. La voz dijo tajante:
—?Y cual era tu nombre?
Indigo giro en redondo. La luz de la habitacion era nebulosa, como la del sol al filtrarse por entre aguas profundas, pero podia ver lo suficiente para distinguir la silueta de un gran atril situado, incongruentemente, donde hubiera debido estar la puerta de la cocina. Habia alguien detras del atril. Tenia la cabeza inclinada sobre un enorme libro abierto y escribia en el afanosamente, con una pluma de ave de tamano desmesurado; sobre su cabeza centelleaba algo debilmente metalico.
Indigo clavo los ojos en el hombre, y este repitio con cierta impaciencia:
—Vamos, vamos. La pregunta esta muy clara. Tu nombre, por favor.
El hombre hablaba su propio idioma, la lengua de las Islas Meridionales... Sin querer, Indigo dio un paso en direccion al atril, y la figura alzo bruscamente la cabeza. La muchacha se dio cuenta entonces de que lo que el hombre lucia en esta era una corona vieja y deslustrada y decorada con afiladas puntas, algunas de las cuales se habian roto o desgastado por efecto del tiempo. Podia ser de bronce o de algun otro material descolorido por la patina del tiempo; era imposible estar seguro. Pero si habia, penso, algo impuro en ella.
El rostro cenido por la corona la miraba. Los ojos eran castanos, grandes, dulces y casi bovinos; los cabellos, entrecanos, pulcramente cortados en recto flequillo sobre cejas del mismo color; la nariz, larga y estrecha, curiosamente torcida como si en alguna ocasion se hubiera roto y la hubieran vuelto a encajar mal; las mejillas, voluminosas, y entre ellas se veia una boca tan pequena y carnosa y de un rojo tan intenso que parecia como si no le perteneciera en realidad y hubiera sido robada a otra persona.
El hombre sonrio, de forma no muy agradable.
—Te aseguro que resulta tan tedioso para mi como lo es para ti, pero hay que cumplir con los tramites. Por tercera vez, ?cual era tu nombre?
De haber estado despierta, Indigo habria sido alertada por lo extrano de la pregunta. El hombre no habia dicho «es» sino «era». En su sueno, sin embargo, se limito a abrir la boca y responder:
—Anghara hija de Kalig, de Carn Caille en las Islas Meridionales.
La sorpresa se apodero de ella como una dolorosa sacudida fisica. ?Que era lo que habia dicho? ?Habia dado su autentico nombre, el nombre al que se habia visto obligada a renunciar hacia medio siglo!
—?No! —La voz se le quebro—. ?No, no es ese! Me equivoque, ese no es...
Se interrumpio. Los ojos castanos la observaban, y la sonrisa se desvanecio mientras la roja boca se fruncia con energia.
—La anotacion ha sido realizada y no se permiten alteraciones. Nombre: Anghara hija de Kalig. Funcion: medica. Condicion: extranjera. Proposito... ah, si; ahora llegamos a la pregunta mas importante. ?Cual es tu proposito?
Ella no comprendio, y el se dio cuenta perfectamente, ya que la impaciencia afloro de nuevo a su rostro.
—Proposito —repitio con el aire resignado del sabio que se enfrenta a una deliberada idiotez—. Debes tener un proposito, o no estarias aqui. ?Cual es?
—No tengo ningun proposito —dijo Indigo, todavia no muy segura de si misma—. Solo tengo la intencion de...
—Incorrecto —interrumpio el con indiferente pero absoluta certeza—. Esa es la respuesta equivocada, y no puede anotarse. Di la verdad.
Y, a su espalda, las voces fantasmales empezaron a susurrar:
Esto era una locura...