«Vi algo, junto a la puerta. Se movia demasiado rapido para resultar claro, y ahora ha desaparecido. Pero tenia todo el aspecto de un nino pequeno. »

Un hombre de edad situado tras ellas carraspeo intencionadamente, e Indigo se dio cuenta de que tambien ella se habia detenido y obstaculizaba el paso a las personas situadas a su espalda. Disculpandose con una inclinacion, se hizo a un lado para dejar paso y luego miro a Grimya.

«?Estas segura de que no lo imaginaste?» «Totalmente segura. Y ademas huelo algo. No un olor exactamente, pero un..., un... » Intento hacerse con la palabra pero no lo consiguio. «Ya sabes lo que quiero decir. »

Indigo lo sabia. Algo psiquico; ahora tambien ella lo sentia mientras contemplaba la entrada situada ya tan solo a pocos metros. La atmosfera de la Casa se desparramaba exterior, en direccion a ellos..., y rezumaba poder. Se volvio hacia la loba, con expresion anonadada. «Grimya, ?que... ?»

—?No pierdan el tiempo, por favor! —La sonora voz reprobadora de tia Nikku interrumpio la pregunta a medio formular, y al levantar Indigo la cabeza se encontro con una severa mirada de la menuda mujer que la contemplaba desde el umbral—. ?Todos los visitantes deben mantenerse juntos y no retrasar la visita!

Una vez mas Indigo realizo una profunda reverencia. —Mis disculpas. —Y en silencio, dirigiendose a la loba, lio: «No digas nada mas por el momento, Grimya. Pero mantente alerta. Sospecho que podemos encontrar mucho mas lo que ninguna de las dos esperabamos».

—Y ante vosotros podeis ver el lecho en el que el Benefactor descansaba cada noche. Agradecere tomeis nota de este lecho no ocupa mas lugar del estrictamente necesario, y tambien que esta situado de tal forma que permite a su ocupante levantarse y llegar a la escalera que conduce a los pisos inferiores sin desperdiciar mas que un minimo de energia.

Tia Nikku hizo una breve pausa para que sus oyentes absorbieran esta informacion, antes de continuar con su prendido y monotono discurso. —Es un hecho demostrado documentalmente que el Benefactor no necesitaba mas que dos horas de sueno cada noche, con lo que ahorraba mucho tiempo que luego podia utilizar en cosas utiles. Este ejemplo es uno que todos hariamos muy bien en seguir, ya que es bien conocido las horas ocupadas en dormir son horas perdidas, y horas perdidas no proporcionan ningun provecho al ocioso. El Benefactor dejo bien claro que quiza no todos tendrian la fuerza necesaria para emularlo en esto, pero esforzarse es ganar, y se le reconoce el merito a todo aquel que hace lo que puede.

Siguio adelante y el grupo la siguio obedientemente, pasando junto al lecho situado sobre la acordonada plataforma. Sus rostros, incluso los de los extranjeros, mostraban la adecuada expresion de respeto; uno o dos asintieron sabiamente en silencio como saboreando la indisputable verdad de la homilia de tia Nikku. Indigo, en cambio, contemplo pensativa la cama desprovista de mantas y sin duda muy incomoda, que se sostenia sobre seis patas achaparradas, y volvio a sentir la punzante sensacion de inquietud que habia ido creciendo en su interior desde que habian penetrado en el edificio.

No habia prestado la menor atencion a la ronroneante conferencia de tia Nikku y muy poca a los frecuentes apartes, impacientemente murmurados, de Koru. En su lugar habia intentado que sus otros sentidos mas sutiles confirmaran lo que ojos y oidos le decian. Y

empezaba a alcanzar una conclusion inquietante, aunque no por completo inesperada.

Al parecer la Casa del Benefactor no era mas que un museo, un monumento conmemorativo a un hombre cuya vida habia compendiado todo aquello que era mas querido por los habitantes de Alegre Labor. La afirmacion de Calpurna de que el lugar habia sido conservado tal y como era cuando el Benefactor murio no era exactamente cierta, ya que el Comite de la Casa o sus antecesores se habian cuidado de asegurarse de que las reliquias a su cuidado quedaran escrupulosamente resguardadas de dedos curiosos o codiciosos por barreras de cuerda que obligaban a los visitantes a seguir una ruta estrecha y claramente marcada a traves de las muchas habitaciones del edificio. Durante casi dos horas Indigo y Grimya habian seguido en silencio a tia Nikku mientras esta conducia al grupo primero por la cocina, lavanderia y salas de abluciones de la planta baja, y despues lo hacia ascender por una escalera sin barandilla y que crujia de forma alarmante hasta las salas de trabajo del piso superior, para luego pasar al segundo piso donde se encontraban los dormitorios del Benefactor, sus criados y sus invitados. Todos los pisos eran monotonamente iguales, el mobiliario y los objetos que se exhibian no resultaban mas interesantes que los que podian hallarse en cualquier vivienda local, y la escasa luz solar que conseguia penetrar por las altas y sucias ventanas proyectaba una patina deprimente sobre todo lo expuesto. Pero, a pesar de la insipidez, a pesar de la monotonia, Indigo sabia con una intuicion tan infalible como cualquiera de sus sentidos fisicos que lo que veian no era mas que una infima parte de la autentica escena. Grimya tambien se daba cuenta, y tambien, sospecho, lo percibio Koru, aunque no de forma consciente. Durante el desarrollo de la visita habia ido vigilando al nino, y ahora creia tener una idea de por que habia estado tan ansioso regresar a este lugar. No eran los objetos lo que le fascinaba, y desde luego tampoco los discursos de tia Nikku. Era la atmosfera de la Casa. Koru todavia no habia sido victima del progresivo virus materialista que impregnaba Alegre Labor; al contrario que sus padres, e incluso que su hermana, era aun lo bastante joven como para ser inmune a la infeccion de desanimo y tristeza. Habia visto los ninos fantasmas. ?Los veia ahora? ?Sentia al menos presencia? Pues ellos se encontraban alli; ocultos en las sombras, invisibles y silenciosos y reacios a dejarse ver, pero alli estaban. E Indigo creia firmemente que esta isa estaba inextricablemente vinculada a ellos y cualquiera que fuera el reino desconocido y sobrenatural que habitaran.

Un ruido seco la sobresalto, devolviendola bruscamente a la realidad, y descubrio que tia Nikku volvia a dar palmas para llamar la atencion de todos los reunidos.

—Con esto concluimos la inspeccion del segundo piso anuncio la diminuta mujer—. Nos dirigiremos ahora a la ultima etapa de nuestra visita subiendo la escalera hasta el ultimo piso. Esta escalera es muy empinada, y aquellos que no se sientan con fuerzas suficientes pueden elegir quedarse aqui si asi lo desean. No obstante, a aquellos que posean la energia y la fuerza de voluntad necesarias les aguarda un gran privilegio.

Nadie deseaba ni admitiria desear quedarse atras, de modo que la pequena fila de a dos siguio a tia Nikku hasta el ultimo tramo de escalera que se perdia en la mohosa penumbra sobre sus cabezas. De improviso, Koru extendio el brazo y agarro la mano de Indigo.

?Ya, veras, Indigo! —le dijo con vehemencia en un aparte— ?Esta es la mejor parte de todas!

Indigo reprimio una automatica advertencia de que tuviera cuidado mientras el chiquillo salia disparado hacia adelante y empezaba a subir, sin prestar atencion a las muecas de censura de sus mayores. Ella lo siguio a un paso mas sosegado y apropiado al resto del grupo... Y entonces, al acercarse a los ultimos escalones, volvio a sentir la misma hormigueante oleada de poder que la habia asaltado al aproximarse al edificio. Su mano se cerro con fuerza alrededor de la barandilla y atisbo a lo alto, en un intento de ver mas alla de la lenta hilera de personas que ascendian delante de ella. Lo que fuera que se encontrara alli arriba poseia la clave de este misterio, y el corazon se le acelero con una opresiva sensacion de nerviosismo cuando por fin ella y Grimya llegaron al ultimo piso.

En un primer instante parecio como si alli no hubiera nada que mereciera la penosa ascension desde el piso inferior. La enorme habitacion que ocupaba todo el piso estaba rodeada por los seis lados por altas ventanas, tan mugrientas como las otras, que solo dejaban pasar un debil hilillo de luz, e incluso a pesar de la intensa penumbra Indigo pudo darse cuenta de que carecia casi por completo de muebles. En un angulo entre dos de las ventanas habia algo alto y oval, cubierto con una funda, Indigo no sabia lo que era ni tuvo oportunidad de preguntar, ya que tia Nikku empujaba ya a sus pupilos en direccion al unico otro objeto de la sala, que se encontraba en el centro exacto de la habitacion.

—Ahora por fin —dijo, y su voz resono bajo el cavernoso techo que ascendia hasta la cuspide del tejado— hemos llegado ante el ultimo objeto, un objeto que hace que los corazones de los miembros del Comite de la Casa se hinchen con el orgullo del exito. Con nuestras propias habilidades hemos mantenido esta reliquia en las mismas condiciones en que estaba cuando el Benefactor nos la lego al marcharse. Y es el unico..., repito, el unico articulo de sus objetos personales que ha sobrevivido al deterioro producido por el paso de los siglos y que puede exhibirse aqui para el bien de todos. —Con un gesto bien aprendido y casi melodramatico tia Nikku se hizo a un lado para mostrar el orgullo y alegria del comite... y una sacudida psiquica atraveso el cuerpo de Indigo como la afilada hoja de un cuchillo.

En el centro de la habitacion se alzaba una peana que, como todo lo demas en aquel mausoleo, estaba acordonada, pero esta vez con dobles cuerdas como para recalcar que este no era un articulo corriente sino algo de un valor especial. Sobre la peana habia un almohadon, en si mismo una rareza en Alegre Labor. Y sobre el

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