miserable comunidad, y exigieran el pago por los favores realizados y las concesiones hechas. Hollend, mas optimista que su esposa, dijo que el acontecimiento era sencillamente una rara oportunidad de comer comida pasable a cargo del comite y de preparar el camino para nuevas y provechosas transacciones. Pero no era lugar para ninos, de modo que ?seria Indigo tan amable de cuidar de Koru y Ellani aquella noche, ocupandose de su cena y asegurandose de que se acostaran a su hora?
Indigo acepto encantada, pues le parecio que seria una minima forma de recompensar a los agantianos por la hospitalidad que hasta la fecha le habian impedido retribuir. En aquellos momentos tenia amasada una pequena fortuna en fichas, pues tio Choai habia regresado a la casa y, con gran aparatosidad, le habia hecho entrega del pago por sus servicios como medica; todo en Alegre Labor tenia su precio y las artes curativas no eran una excepcion, aunque Indigo sospechaba que un buen porcentaje de las cuotas de los pacientes iba a parar a los amplios bolsillos de tio Choai. Pero Hollend y Calpurna siguieron sin querer aceptar una sola pieza como recompensa. Ella era su invitada, dijo Calpurna, y tambien su amiga. Incluso en esta tierra incivilizada conservaban las pautas de comportamiento de Agantia, y una invitada y amiga
Los anfitriones de Indigo abandonaron la casa bajo un cielo que se tornaba negro no solo por la puesta de sol sino tambien por la proximidad de otra tormenta. Calpurna mascullo que parecerian dos pollos mojados cuando regresaran, pero Hollend le recordo con sensatez que en esa epoca del ano no podian esperar otra cosa y que ello no perjudicaria a las cosechas, Indigo contemplo como se alejaban hacia las puertas del enclave discutiendo alegremente, y luego cerro la puerta. En el interior de la casa encontro a Koru que iba de ventana en ventana, cerrando y asegurando con sumo cuidado los postigos interiores. — ?Crees que es buena idea, Koru? —le pregunto con una sonrisa—. Hace bastante calor esta noche; no queremos asfixiarnos.
El chiquillo volvio la cabeza hacia ella con una mezcla de inquietud y turbacion, y Ellani, que cosia sentada a la mesa, dijo despectiva:
—Le dan miedo las tormentas. Uno pensaria que ya es lo bastante mayor para eso, pero no es asi.
Las mejillas de Koru enrojecieron, e Indigo lanzo a Ellani una penetrante mirada.
—Bueno, la verdad es que no creo que sea nada de lo que avergonzarse, Ellani. —Senalo a la loba, que habia entrado tras ella—. Las tormentas tambien ponen nerviosa a
Y en silencio anadio:
Una expresion de alivio aparecio en el rostro de Koru, que se ilumino como si amaneciera, y el nino repuso con valentia:
—Estare bien, Indigo.
—Eso esta bien, —Indigo le sonrio—. Ahora, lo mejor sera que nos ocupemos de la cena. Ellani, ?te importa dejar tu costura y preparar la mesa? —No, Indigo.
Ellani seguia contemplando a Koru, y su rostro mostraba una expresion sorprendente: entre enojada y resentida, penso Indigo, y con un inexplicable atisbo de temor. Desconcertada pero no deseando provocar un escandalo haciendo preguntas a la chiquilla, se dirigio a la cocina. La tormenta estallo mientras comian. Incluso a traves e los postigos el primer fogonazo de luz irrumpio tan subitamente en la habitacion que Koru dio un salto y volco el vaso de zumo de frutas diluido. Mientras el trueno retumbaba por encima del techo de la casa, Ellani levanto los ojos al cielo en un gesto de exasperacion, y se puso en pie.
—Ire a buscar un trapo —anuncio en el tono de voz de quien esta hastiado de la vida—. Eres tan
—Estoy bien —dijo al cabo con voz debil—. De verdad. Es que me sobresalto.
—Lo comprendo. Escuchame, acaba tu cena deprisa y buscaremos algo que hacer que te impida pensar en la tormenta.
Ellani regreso entonces y se habria puesto a limpiar la mesa con gran teatralidad de no haber sido porque Koru le arrebato el trapo y tozudamente se puso a hacerlo el mismo. Volvio a dar un respingo cuando un segundo relampago centello en la habitacion pero se mordio el labio inferior, llevo el trapo de regreso a la cocina y se sento de nuevo a la mesa para terminar su comida. La cena concluyo en una atmosfera de hostilidad tacita entre las dos criaturas, e Indigo se sintio agradecida cuando por fin se pudo limpiar la mesa y buscar otra distraccion. Ellani volvio a tomar su costura y se sento cerca de la lampara mas grande, donde la luz era mejor.
—Bien —dijo Indigo—, ?ahora que os gustaria hacer?
—Koru deberia irse a dormir dentro de poco —le respondio Ellani.
Koru la miro con ansiedad.
—No quiero irme a la cama. ?No podria dormir, Elli,
—?No seas tan estupido! No son mas que truenos, no pueden hacerte dano. Piensa en nuestros padres; ellos tendran que venir andando desde la Casa del Comite en medio de la tormenta, pero
Indigo decidio que habia llegado el momento de poner fin a la discusion.
—No, Ellani —dijo, aunque sin dureza—, me parece que podemos hacer una excepcion por una vez, especialmente ya que tu madre no esta aqui. Con toda seguridad la tormenta no durara mucho —el estrepito de un nuevo trueno desmintio sus palabras, pero ella continuo adelante— y hasta que pare encontraremos una forma de distraernos con algo.
—Muy bien, como quieras —respondio Ellani con un encogimiento de hombros—. ?Que hacemos?
—Bueno... tengo mi arpa arriba. Podria tocarla para vosotros, y a lo mejor podriamos cantar algunas canciones.
—Yo no se ninguna cancion —replico Ellani.
—?Yo si! —El rostro de Koru se ilumino—. Yo se una...
Su hermana se revolvio contra el.
—?No, no sabes!
—?Si que se, y tu tambien! Es la que Sessa canto esa vez...
—No la sabes y yo tampoco, y, ademas, Sessa ya no la canta.
Koru se hundio en un entristecido silencio, e Indigo, perpleja, intervino:
—Bueno, entonces
Koru asintio y, tras unos momentos de silencio, Ellani dijo:
—Si eso es lo que deseas, Indigo...
Mientras iba a buscar el arpa a su habitacion, Indigo se devano los sesos en busca de una explicacion para el extrano comportamiento de Ellani. Jamas la habia visto tan irritable con su hermano, y el motivo de la extraordinaria mirada que le habia dedicado antes era un completo enigma. A lo mejor Ellani se sentia incomoda con una extrana en la casa y sin sus padres presentes, pero Indigo no creyo que fuera ese el motivo. Se trataba de algo mas fundamental.
Cuando volvio a reunirse con los ninos, Ellani habia devuelto su atencion a la costura y Koru estaba enroscado en el rincon mas alejado de las ventanas, con
—Tocare una cancion que aprendi cuando tenia mas o menos tu edad, Ellani. Tiene un estribillo muy simple, de modo que os podeis unir a el si quereis.
Al cabo de un par de estrofas le parecio que Koru tarareaba la cancion, pero Ellani se limito a permanecer sentada con aquella sonrisa artificial clavada en el rostro, escuchando con educacion pero claramente indiferente a lo que oia. Al terminar la cancion Koru aplaudio y pidio otra, y, con la esperanza de sacar a Ellani de su enfurrunamiento, Indigo interpreto una cancion comica aprendida anos atras en Bruhome de la Compania Comica