—No es necesario que lo hagas, Indigo.

—No me importa. Es muy poca cosa —repuso ella con la sonrisa compasiva. Hollend se froto el rostro con una mano. Tenia un aspecto cansado, agotado; viejo, penso. Calpurna dice que no puede dormir. Supongo... — Vacilo—. Supongo que no hay nada que puedas darle, ?verdad? Si permanece despierta toda la noche sin dejar de rie vueltas a la cabeza, no estara en condiciones de enfrentarse a la manana.

—Indigo apenas se habia atrevido a esperar que algo asi cediera, pero tuvo buen cuidado de ocultar su alivio e impaciencia.

—Claro que si, Hollend. Preparare una mezcla de hierba para que la beba. Le asegurara toda una noche de descanso y por la manana no habra ningun efecto secundario. —Coloco el ultimo de los vasos limpios en su sitio y le dirigio una mirada evaluativa—. Quiza tambien te gustaria que preparase otra bebida para ti... Todo el se relajo de forma visible. — No dire que no te lo agradeceria. Gracias, Indigo. Eres muy amable.

Asi pues al cabo de una hora Hollend y Calpurna esta profundamente dormidos. Tras cerrar los postigos de planta baja y apagar todas las luces, Indigo espero en la oscuridad con Grimya hasta que le parecio que podia arriesgarse a que se oyera el ruidito de la puerta principal al abrirse. Salieron a una noche sin nubes y con un penetrante frio otonal en el ambiente, y se dirigieron a las puertas del enclave. La guardia de la puerta se relajaba tres horas despues de la puesta de sol, hora en que se suponia que todo hombre de bien estaba ya en cama, y las dos atravesaron en silencio una ciudad totalmente desierta y sin una sola ventana iluminada, Indigo estaba nerviosa, y Grimya se dio cuenta de que pensaba en los ninos fantasma, temiendo y medio esperando que en cualquier momento un sonriente rostro fantasmal apareciera ante ella en medio de la oscuridad. Pero nada aparte de las propias sombras altero la quietud de la noche, y no tardaron en llegar a la empalizada de la ciudad.

Atravesaron otra puerta sin centinela, y ante ellas aparecio la pedregosa carretera que se dirigia hacia el sur, extendiendose como una palida cinta que se perdia en las colinas.

Si el silencio de la ciudad habia resultado desconcertante, los sordos sonidos nocturnos que impregnaban los campos en forma de terraza resultaban mas aterradores. Suaves brisas irregulares agitaban el follaje de las altas matas de habichuelas sujetas a las apretadas hileras de palos; insectos invisibles susurraban y chasqueaban las pinzas en los arcenes cubiertos de hierbas; en una ocasion un animal indefinido, veloz y agil, atraveso el camino ante ellas a toda velocidad para desaparecer entre las matas menos desarrolladas del otro lado, de las que al cabo de un instante surgio un debil chillido, rapidamente acallado al caer el animal sobre la presa que habia estado siguiendo. Las formas resultaban mas extranas y enganosas aqui fuera lejos de la familiaridad de calles y edificios. Las siluetas adoptaban una apariencia de vida a la que el viento anadia la ilusion del movimiento, lo que impulsaba a Indigo a pensar en cosas extranas y de pesadilla; viejas leyendas de su pais, relatos de horrores medio entrevistos en la oscuridad, recuerdos de otras tierras y de otros encuentros. La muchacha no dijo nada e intento ocultar sus pensamientos a Grimya, pero se alegro cuando la carretera empezo a serpentear cada vez mas hacia arriba y, destacandose bajo la luz de las estrellas en lo alto de la colina, vio la silueta del elevado muro que rodeaba la Casa del Benefactor. Por siniestro que pareciera, se sentiria agradecida cuando llegara a su destino.

Llegaron a la puerta de postigo por fin, y Grimya levanto los ojos hacia la pared que se alzaba ante ellas.

—La puerta estara cerrada. —Su voz mostraba repentino desaliento—. ?Co... como entraremos?

Indigo sonrio. Ya habia pensado en aquel inconveniente antes de salir y habia decidido que no habia tiempo para sutilezas, de modo que saco su cuchillo de una pequena funda que colgaba de su cinturon junto con una gruesa broqueta cogida de la cocina de Calpurna.

—Forzare la cerradura. —Se acerco a la puerta— Ademas ya esta medio oxidada; me di cuenta cuando vinimos el otro dia. Sera bastante facil de romper, y, como aqui no hay nadie por la noche, el pestillo no puede estar corrido en el otro lado.

—Por la manana ssse daran cuenta de que ha es... tado aqui alguien —objeto Grimya, dubitativa. —No me importa. —Con destreza, Indigo empezo a insertar la broqueta en el agujero de la cerradura—. Que piensen lo que quieran; no... —Se interrumpio. De la cerradura habia surgido un debil pero claro chasquido, y la puerta parecio temblar ligeramente, Indigo aparto la mano de la broqueta, que cayo al suelo con un golpe sordo; ella y Grimya intercambiaron una mirada de sorpresa.

—Empuja la puerta... —indico la loba. Se abrio nada mas rozarla, balanceandose hacia atras con un crujido de goznes descuidados. Grimya lanzo un grunido que ahogo al momento, y juntas atisbaron por el postigo abierto a la profunda oscuridad del jardin que se extendia tras el.

—Bueno —dijo al fin Indigo en voz muy baja—, parece como si alguien nos esperara.

La loba mostro los dientes amenazadora. —Alguien... o algo.

—No. —Indigo olvido la broqueta, asi como el cuchillo que tambien habia caido al suelo—. No lo creo, Grimya. Creo que lo que encontraremos aqui dentro es humano. — Sonrio para si en la oscuridad y cruzo el umbral—. O lo fue, en una ocasion.

Los ninos seguian sin aparecer, lo que desconcertaba a Indigo, que habia esperado que al menos aqui en el jardin de la Casa darian a conocer como minimo alguna senal de su presencia. Pero, mientras ella y Grimya recorrian los senderos de tablas en direccion a la curiosa mole de la Casa, nada rompio el silencio; incluso la brisa habia cesado, excluida por la elevada pared circundante, y la unica luz que tenian para guiarse era el debil brillo de las estrellas, aumentado por el resplandor cada vez mas potente de la luna que empezaba a alzarse. Cuando Indigo levanto la vista hacia el edificio, cuya silueta parecia inclinarse hacia ellas como la de un hombre borracho, vio como la luz de la luna se reflejaba en dos de las ventanas del ultimo piso, creando la extraordinaria ilusion de que se trataba de dos ojos que las contemplaban desde un enorme rostro sin facciones. La muchacha desvio rapidamente la mirada y siguio a Grimya hasta la puerta principal.

—Esta abierta. —Grimya hablo en un tono de voz que venia a indicar que no habia esperado otra cosa. La loba levanto los ojos hacia su amiga—. Yo entr... rare primero, Indigo. No me asusta este lugar.

—No, Grimya, aguarda...

Pero, antes de que pudiera expresar los temores que apenas si empezaba a experimentar, la loba ya habia desaparecido por la puerta abierta y penetrado en la oscuridad del interior. Se produjo un breve silencio; luego escucho el roce de las zarpas de Grimya contra el suelo sin alfombrar, y le llego la voz de la loba, que sonaba hueca en aquel lugar cerrado.

—Es diffficil ver bien. Pero distingo la escalera. Si subimos a lo mejor encontraremos mas luz.

Con cautela, resistiendo el impulso de mirar atras por encima del hombro, Indigo entro en la Casa. Sus ojos no eran ni mucho menos tan agudos como los de la loba, pero un minuto o dos empezo a distinguir leves diferencias en las tonalidades de la oscuridad, lo que le permitio atravesar la habitacion con cuidado hasta donde Grimya esperaba al pie de la escalera.

«No hay nada que nos interese aqui abajo. » Grimya cambio a comunicacion telepatica cuando Indigo se reunio con ella. «Lo percibo con toda claridad. Me parece que tenemos que ir hasta el ultimo piso. »

Indigo asintio. Tambien ella presentia de forma intuitiva que lo que fuera que las esperara se encontraba arriba, y juntas iniciaron la ascension. El segundo piso, como el primero, estaba silencioso y abandonado: sus suaves pisadas crearon ecos vacios a medida que avanzaban hacia el siguiente tramo de escalera. Llegaron al tercer piso, y de Suevo volvio a suceder lo mismo; silencio, quietud, ninguna senal de otra presencia. Al acercarse al tercero y ultimo tramo de escalera, Indigo noto como el pulso se le aceleraba y se tornaba irregular, y junto a ello percibio una sensacion de nausea en la boca del estomago. Reprimio la sensacion mientras se repetia que se habia enfrenado a terrores mucho peores que la simple oscuridad de la casa vieja y vacia, pero, aun asi, cuando inicio el asenso, las palmas de sus manos se aferraban sudorosas a barandilla.

Habia luz en el ultimo piso. La luz de la luna, debil y nueva y opacada por las sucias ventanas por las que se filaba, pero suficiente para mostrar la peana con el doble abordaje que la rodeaba en el centro de la habitacion hexagonal. Un rayo de luz de luna que atravesaba un cristal que, o bien estaba roto, o mas limpio que sus vecinos— lia oblicuamente sobre la vieja corona del Benefactor e iluminaba el deslustrado bronce con un misterioso halo fosforescente.

La voz de Grimya resono en su cabeza.

«Si..., si. Hay algo aqui. Lo percibo. »

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