comprendiendo. —?Y a que te dedicas que has conseguido que tio Choai se haya sentido tan dispuesto a apadrinarte?

—Poseo algunos conocimientos sobre hierbas medicinales —dijo ella con cierta ironia—, pero la unica palabra que conocia para describirlo en la lengua local fue la de medico.

Hollend se echo a reir ruidosamente. —?No me sorprende que el viejo entrometido se sintiera impresionado! El unico medico de Alegre Labor murio de viejo hace diez dias, y no habia preparado a ningun aprendiz para que lo sucediera. Ah, ya lo creo que seras bien recibida aqui, Indigo; recibida como una reina, Indigo se unio a las risas, pero en su interior se sintio inquieta mientras se preguntaba que esperarian de ella los habitantes de la ciudad... y en especial tio Choai. Lo cierto era que sus conocimientos se extendian tan solo al corto aprendizaje recibido mucho tiempo atras sobre las rodillas de su vieja nodriza, Imyssa, complementado por la tosca experiencia de sus anos de incesante viajar en que la necesidad habia impuesto sus exigencias. No era una medica en el autentico sentido de la palabra, y si se esperaba de ella que ejerciera en Alegre Labor no pasaria mucho tiempo antes de que sus deficiencias resultaran evidentes.

Hollend parecio comprender su dilema. —Yo no dejaria que el malentendido me preocupara, Indigo —la consolo—. Las gentes de aqui son muy sencillas y sus criterios, primitivos. Si todo lo que puedes hacer es mezclar febrifugos y vendar tobillos torcidos, seras muy apreciada, ya que ahora que el viejo Huni se ha ido eso es mas de lo que puede hacer nadie.

—Me tranquiliza oirlo —dijo Indigo con cierta angustia—. Si lo hubiera pensado cuando Choai me pregunto... —Se interrumpio, vencida por un enorme bostezo repentino—. Oh... perdonadme; no era mi intencion...

—Querida criatura, no hay nada que perdonar. —Calpurna se levanto rapidamente de su silla—. ? Somos nosotros quienes tenemos la culpa, por quedarnos aqui sentados charlando casi toda la noche cuando tu debes de estar agotada! —Paseo la mirada por la mesa y sus ojos se detuvieron en sus hijos—. Y los ninos debieran haberse ido a la cama hace rato. Ellani —hizo un gesto a la chiquilla—, tu puedes ayudarme a acompanar a Indigo a su habitacion, y luego tu y Koru os vais a la cama inmediatamente. —El nino empezo a protestar pero ella lo acallo con una severa mirada y un dedo admonitorio—. ? Sin discusiones, por favor! Estoy segura de que todos tenemos muchas mas cosas que decir, pero se pueden decir manana. Los soporiferos efectos de la mejor comida que habia tomado en mas de un mes, y del unico vino que habia bebido en ese lapso, habian hecho mella en Indigo, y, vencida totalmente por el agotamiento, se rindio a los energicos cuidados maternales de Calpurna. Algo ensimismada dio las buenas noches a Hollend y al pequeno Koru, para luego seguir a Calpurna y Ellani por la escalera que conducia al piso superior hasta una habitacion pequena pero comoda situada bajo el alero, con una ventana que miraba al sur y un techo inclinado que tocaba casi el suelo. Yacer en una cama confortable otra vez, y saber que nada la molestaria hasta haber eliminado el cansancio de sus huesos mediante el sueno, era una bendicion que Indigo casi habia olvidado. Cuando Calpurna la dejo tras desearle una buena noche, con Grimya echa un ovillo ya sobre una alfombra junto a la ventana, la muchacha se introdujo de inmediato bajo las calidas mantas y se desperezo voluptuosamente sobre el jergon relleno de lana mientras sentia la blandura de la almohada bajo la cabeza. Musito a Grimya un «Buenas noches, carino, que duermas bien», pero la unica respuesta que recibio de la loba fue un suave grunido, Indigo sonrio. Sus ojos tambien se cerraron, y su mente consiguio mantenerse despierta lo suficiente para dar gracias en silencio a sus generosos anfitriones, y a la Madre Tierra por conducirla hasta ellos, antes de sumirse en un profundo sueno.

Ironicamente, la cama sobre la que yacia Indigo esa noche, y por la que habia dado tan sentidas gracias, era tan blanda y comoda que le impidio dormir bien. Acostumbrada a tener musgo o brezo como colchon en el mejor de los casos o el duro suelo en el peor, se agito y dio vueltas en el lecho, despertandose en mas de una ocasion bajo la tenue luz gris plateada de la luna y las estrellas que penetraba por su ventana.

La tercera vez que desperto, Indigo escucho unas voces ahogadas al otro extremo de la pared.

Durante unos minutos permanecio sonolienta, consciente de los suaves sonidos distantes pero sin escuchar realmente; se encontraba aun flotando entre el sueno y la vigilia, y todo en la silenciosa noche parecia un poco irreal a su amodorrado cerebro. Las sombras proyectadas por la luz de la luna jugueteaban sobre el desconocido mobiliario de la habitacion, y una ligera brisa que penetraba hurtadillas por la entreabierta ventana agitaba las cortinas con suavidad. Volvio la cabeza para mirar en direccion a la alfombra sobre la que dormia Grimya, esperando ver la oscura masa de su dormida figura, pero en lugar de ello se encontro con la silueta de la cabeza del animal claramente recortada junto a la ventana, las orejas bien erguidas y el hocico en un angulo tenso.

?Grimya? —No del todo despierta, Indigo hablo en voz alta, y la loba giro la cabeza al momento.

«?Chisst!» Su voz telepatica sono como una apremiante advertencia en la mente de Indigo. «?Escucha! ?No las oyes?»

Con un esfuerzo, Indigo aparto la neblina mental del sueno. Los imprecisos y lejanos murmullos se habian detenido cuando pronuncio el nombre de Grimya pero ahora se reanudaban, y ascendian de tono progresivamente como si una suave brisa los transportara hacia la casa. Demasiado cansada para pensar con autentica claridad, intento encontrar una explicacion racional.

«Hollendy Calpurna deben de estar todavia despiertos», transmitio.

«No. » Grimya fue categorica. «Son voces de ninos. »

«Ellani y Koru, entonces. »

De forma ilogica, Indigo empezaba a sentirse molesta. El ruido de los susurros comenzaba a irritarla, y la inquietud de Grimya no hacia mas que empeorar las cosas. Pero, antes de que pudiera ordenar con malos modos a la loba que volviera a dormirse, esta dijo:

«No son ellos. Escucha, Indigo; escucha con atencion. »

Indigo suspiro, dandose cuenta de que no tendria descanso hasta que no apaciguara a su amiga. Se incorporo con dificultad, echando a un lado las mantas, y se aparto el cabello de los ojos mientras, de mala gana, se disponia a escuchar.

Entonces comprendio a que se referia Grimya. Las voces parecian jovenes, pero poseian un curioso timbre ligeramente artificial, como si las palabras que susurraban las pronunciasen en realidad adultos que pretendiesen imitar el tono de voz de los ninos y casi —pero no del todo— lo consiguiesen. Y a medida que prestaba mas atencion advirtio que, tal y como habia dicho la loba, estas no eran las voces de Hollend o Calpurna ni tampoco las de ninguno de sus hijos, ya que murmuraban y charlaban y reian entre ellas no en el familiar idioma de Agantia sino en la lengua seca y ronca de los habitantes del lugar.

Sus misteriosos perseguidores habian regresado.

Grimya volvio la cabeza y sus ojos relucieron con un palido tono ambarino al clavarse en el rostro de Indigo en medio de la penumbra. No dijo nada cuando Indigo salto de la cama y cruzo la habitacion, pero su mirada siguio a la muchacha mientras esta llegaba junto a la ventana, hacia a un lado la cortina y miraba al exterior. La luna le elevaba muy alta en el cielo por entre delgados jirones de nubes, y su luz brillaba con fuerza suficiente para iluminar todo el Enclave de los Extranjeros; la calzada de tierra batida, las cercas de estacas puntiagudas, las agazapadas formas de las casas cercanas. No brillaba ni una luz en todo el recinto y no se veia un alma.

«Lo se», dijo Grimya con tono sombrio cuando su amiga te aparto por fin de la ventana. «Yo tambien mire. No hay nadie ahi afuera. »

Indigo se sento en la cama y, reprimiendo un escalofrio, le echo una de las mantas sobre los hombros. No tenia necesidad de proyectar sus sentimientos o darlos a conocer en voz alta; Grimya sabia perfectamente lo que pensaba.

«?Por que han regresado?» Intento sin exito deshacerse de algunas imagenes no demasiado agradables de la clase de seres que podian vagar en la quietud de aquella noche tranquila. «?Quepueden querer?»

«Esta vez puedo oir algunas cosas de lo que dicen», informo Grimya e, irguiendose, se acerco a la cama y salto sobre ella para colocarse junto a Indigo como si estuviera ansiosa por encontrar consuelo. «Pero no tiene sentido para mi. Han estado hablando de 'nosotras' y 'ellos' y diciendo que hay algo que 'ellos' no saben. Y rien. Es una risa tonta, pero tambien muy triste al mismo tiempo. Parecen... sentirse solos. »

—?Solos?

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