dedico una radiante sonrisa a Choai.
—Nuestra invitada ha descansado bien, tio, y mi esposa se siente satisfecha de haber podido ser util. Te volvemos a dar las gracias por habernos enviado a Indigo.
El anciano mostro una expresion complacida.
—No tengo la menor duda de que vuestra invitada os resultara tan util como vosotros lo habeis sido para ella. ?Os ha contado que es medica?
Hollend y Calpurna intercambiaron una mirada de complicidad y luego ambos disimularon, fingiendo no saber nada de las aptitudes de Indigo. Esto parecio complacer aun mas a Choai, quien se volvio para mirar directamente a la joven.
—Me alegra ser el transmisor de la noticia de que se te ha encontrado un puesto de trabajo temporal, de modo que puedas empezar a ejercer tus habilidades curativas sin improductivos retrasos. Tu primer paciente vendra a verte hoy al mediodia, y el ultimo al anochecer. Seran treinta pacientes en total, y se te ha asignado una adolescente para que lleve a cabo todas las tareas domesticas.
Indigo se quedo sin habla. Le parecia imposible poder creer que Choai hubiera trabajado tan rapido ni con tanta eficiencia, y al punto empezo a examinar de nuevo sus anteriores impresiones de que el hombre no era mas que un inutil presuntuoso. Sin perder tiempo expreso su gran agradecimiento y admiracion, confiando en que sus palabras no traicionaran el panico que amenazaba con apoderarse de ella ante la idea de verse arrojada sin miramientos al desempeno de una tarea para la que sabia que no estaba capacitada. Por muy despreocupadamente que sus anfitriones pudieran dejar de lado las habilidades del antiguo medico de Alegre Labor, Indigo no sabia si podria enfrentarse a tal responsabilidad. O mas bien, si queria ser franca consigo misma, si conseguiria mantener el engano.
Tio Choai, sin embargo, parecia no tener dudas sobre sus habilidades. Era evidente que estaba dispuesto a confiar por completo en ella, e Indigo sospecho que traer a un nuevo curandero a la poblacion le proporcionaria gran renombre entre los demas ancianos de los comites de gobierno de Alegre Labor; hasta tal punto que la insignificante cuestion de la aptitud del curandero podia ser dejada de lado. Sus sospechas no tardaron en verse confirmadas cuando la conversacion empezo a girar, de modo sutil y progresivo, hacia un nuevo topico, con Hollend y Calpurna insistiendo en que Choai debia aceptar una pequena muestra de la estima que sentian por el. Choai protesto con vehemencia, alzando ambas manos con las palmas hacia afuera ante el rostro en gesto de humildad, mientras insistia en que el honor y la satisfaccion eran totalmente tuyas. Hollend desecho sus protestas, con la mayor educacion, proclamando que los regalos —en plural ahora— eran simplemente una insuficiente muestra de la consideracion y el afecto que toda su familia sentia por su bondadoso mentor y amigo desde hacia tanto tiempo, y que declinar estas insignificantes ofrendas le proporcionaria una gran desilusion a el, a su esposa y a sus hijos, Indigo comprendio que se trataba de un ritual practicado y perfeccionado con la exactitud de una solemne danza ceremonial. La discusion se balancearia de un lado a otro hasta alcanzar el deseado punto de equilibrio; en ese momento Choai fingiria por fin capitular ante la voluntad de Hollend, y el pago —pues, despojado de todos sus adornos, esto era lo que el agantiano ofrecia— se efectuaria.
Hollend y Calpurna entregaron a Choai tres regalos. El primero era para el; un cuchillo de manufactura agantiana, con una hoja de acero templado y una empunadura tallada de un solo bloque de amatista. Este regalo estaba claramente pensado para ser exhibido ante amigos y colegas como un objeto util y valioso. El segundo regalo, un fuego de delicadas copas de ceramica, era, como Hollend dio a entender con gran habilidad, para ser entregado a aquel funcionario de color superior que hubiera autorizado las disposiciones hechas por Choai a favor de Indigo: puro soborno, y apenas disimulado. Y el tercer regalo era el que sellaba el trato. Se trataba de una pluma; pero no de un instrumento de escritura corriente, Indigo habia visto algo similar hacia muchos anos en Khimiz. Dentro del cuerpo de la pluma habia una bolsa flexible fabricada con tripa de animal, y este saquito conducia la tinta en un flujo continuo hasta una plumilla de metal, lo que permitia a su usuario prescindir de la tediosa necesidad de disponer de tinteros y plumas de ave afiladas. Cuando la tinta de la bolsa se agotaba se podia insertar otra nueva y llena en su lugar, y todo el instrumento estaba decorado con delicada filigrana de plata. Ningun otro hombre o mujer de Alegre Labor poseia una pluma como esta, y nadie excepto Hollend podia facilitar las bolsas de recambio. Se trataba de un gesto que, con mas claridad que las palabras, expresaba la dependencia mutua que existia entre Choai y la familia agantiana que habia decidido tomar bajo su proteccion.
La pomposa conversacion se alargo un poco mas, un ritualista ofrecimiento y rechazo de algun refrigerio, y por fin tio Choai se despidio de ellos, tras informar a Indigo que la adolescente que se le habia asignado vendria para escoltarla a su lugar de trabajo a su debido tiempo. Mientras su regordeta y energica figura trotaba calle abajo en direccion a las puertas del enclave, Hollend cerro la puerta y se volvio hacia Indigo con expresion de impotencia.
—Lo siento, Indigo —dijo—. No teniamos ni idea de que arreglaria las cosas con tanta rapidez; por lo general estas cuestiones tardan dias. —Se detuvo, y sus ojos escudrinaron el rostro de la joven—. ?Podras hacerlo?
—Me las arreglare, —Indigo torcio el gesto en una mueca ironica—. No parece que tenga donde elegir.
Calpurna, que tras la marcha de Choai habia ido en busca de Ellani y Koru, regreso conduciendo a los ninos delante de ella.
—Es monstruoso —exclamo indignada—. Indigo no lleva ni medio dia en esta ciudad; apenas si ha tenido tiempo de descansar una noche, ?y aun menos para prepararse para el trabajo!
Hollend se encogio de hombros con gran expresividad.
—No esta en situacion de discutir con los tios, querida. Ni tampoco nosotros, bien mirado.
Calpurna lanzo un despectivo bufido.
—Ese horrible hombrecillo, presumiendo y pavoneandose como un gallito... Y en cuanto a los regalos, Hollend, ?has sido excesivamente generoso! Ya se que hay que hacerlo, pero darle la pluma ademas del cuchillo...
—Calpurna, amor mio, los regalos no eran nada para nosotros, como bien sabes. Estas gentes son primitivas e ignorantes al mismo tiempo que codiciosas, ?y podemos proporcionarles suficientes juguetes nuevos como para ir Comprando su colaboracion hasta el fin de nuestros dias! —Le palmeo la espalda—. No te excites. No vale la pena.
—Muy bien, muy bien —suspiro ella— Pero todavia me duele. Ese viejo estupido y pomposo me ha trastornado por completo al retrasar nuestro desayuno... Koru, ayuda tu padre a preparar la mesa, y vere que puedo aprovechar de nuestra comida.
Se volvio hacia la puerta interior e Indigo, viendo una Oportunidad para hablar en privado, ofrecio:
—Yo te ayudare, Calpurna.
Las comidas se preparaban en una pequena habitacion en la parte posterior del edificio a la que Calpurna se negaba a llamar cocina, aunque a los ojos de Indigo resulta muy adecuada, y la agantiana se dedico a refunfunar para si al tiempo que removia y condimentaba lo que parecia y olia como una espacie de gachas de lentejas sobre el fuego de lena, mientras Indigo cortaba pan y Ellani sacaba platos y tazones de una alacena incongruentemente elegante colocada contra una pared. Cuando la nina salio Con su carga en precario equilibrio, Calpurna interrumpio sus murmuraciones a mitad de frase, se volvio y dedico a Indigo una sonrisa de apesadumbrada disculpa.
—?En que estare pensando? Aqui estoy yo permitiendo que te veas involucrada en todo este caos, ?y ni siquiera te he preguntado si dormiste bien! Por favor, perdoname, Indigo. No acostumbro ser tan descortes, ?pero ese hombre
—Si, muchas gracias. —Indigo lanzo un rapido vistazo por encima del hombro para asegurarse de que no regresaba Ellani, y anadio—: Pero hubo una cosa...
—?Oh? —Calpurna se mostro preocupada—. No los ninos, espero. ?Te molestaron? Se levantan siempre tan temprano... Les dije que no hicieran ruido esta manana, pero...
—No, no; no fueron los ninos.
Indigo le hablo de los extranos cuchicheos oidos durante la noche, las debiles y lejanas voces que parecian hablar en la lengua local. Cuando termino, Calpurna fruncio el entrecejo.
—?No se veia a nadie en el exterior, dices? Bueno, no, eso tendria sentido... La gente de aqui no pisa el Enclave de los Extranjeros si no es por un buen motivo. ?Y eran voces de
—No puedo estar segura, pero eso creo.
Calpurna fruncio aun mas el entrecejo, y las gachas quedaron momentaneamente olvidadas.
—Que extrano —dijo.