mayores y mayores progresos, que iluminaba un largo y feliz sendero que conduciria a un futuro de autentica dicha. Mis subditos tambien veian esa luz... pero, para ellos, el progreso tenia un significado diferente. Desde luego que estaban dispuestos a esforzarse, a trabajar, a mejorar. Pero al hacerlo no los movia mas que un proposito: acumular riqueza tan solo por el hecho de tenerla. La riqueza podia comprarles mas de todo; en un principio mas de lo que necesitaban, luego mas incluso de lo que querian o podian utilizar. Pero aun cuando no pudieran utilizar los atavios de la riqueza, poseerlos lo era todo; y obtenerlos empezaba a eclipsar toda otra consideracion. Todavia teniamos nuestros musicos y nuestros estudiosos; pero un musico rico era tenido en mas estima que un musico de posibilidades mas modestas, aunque su talento fuera mucho menor. Y un hombre que no tuviera ni una sola cualidad redentora en su espiritu no necesitaba mas que ser rico, y a los ojos de sus congeneres era un rey.

El Benefactor suspiro profundamente antes de continuar:

—Cuando empece a gobernar, descubri que mis preciosos ideales no significaban nada para mis subditos, y que todo lo que deseaban de mi era que los condujera a una mayor y mayor prosperidad. La unica riqueza que querian eran las posesiones y la posicion social. Durante siete anos intente hacerles comprender; me esforce por conducirlos hacia una filosofia mas amplia. Pero todos mis esfuerzos, toda mi lucha, fueron en vano.

Callo de repente y contemplo la torre, con la mirada vuelta hacia su propio interior. Grimya se removio inquieta y gimoteo en voz baja, e Indigo pregunto con suavidad:

—Asi pues... ?te retiraste del mundo? ?Es asi como encontraste este mundo?

El volvio la cabeza y la miro.

—?Oh, no, desde luego que no! Debiera haberlo hecho; debiera haber aceptado que no podia moldearlos segun mi percepcion de las cosas, e inclinarme ante lo inevitable. Si lo hubiera hecho, a lo mejor alguno de mis ideales habria sobrevivido. Pero no me retire. En lugar de ello, decidi vengarme. —Le dirigio una veloz mirada de reojo—. Si, he dicho venganza; aunque veo por tu expresion que te resulta dificil creerlo. ?Venganza sobre quien?, te preguntas. ?Y por que motivo? Te lo dire. Quise vengarme de mi gente, por traicionarme.

—Diosa bendita... —musito Indigo—. Pero ?como puede un hombre vengarse de un pais? Eres... —Se detuvo y rectifico al momento el lapsus con una sonrisa ironica—: Eras mortal. Hechicero o no, no podias poseer tal poder.

—Tienes razon, desde luego. Los gobernantes no son dioses, por mucho que algunos intenten convencer al mundo de lo contrario; y nunca fui estupido hasta ese punto. Pero si tenia el poder de vengarme de la forma que yo queria, si poseia el poder de hacer que mis subditos tomaran un rumbo que, con el tiempo, haria que esa venganza tuviera lugar. Asi pues, como el capitan que gobierna su barco hacia un arrecife mortal, eso es lo que hice.

»Mi estrategia era simple. Dije: muy bien, si las cosas materiales son todo lo que mis codiciosos muchachos desean, entonces tendran cosas materiales... con la exclusion de todo lo demas. Que no haya mas musica, que no haya mas filosofia, que desaparezca la espiritualidad. Se acabaron los adornos, ya que los adornos no son utiles. Se acabaron los juegos y pasatiempos, ya que no son algo tangible; no producen nada ni dan a ganar nada. Ni placeres ni frivolidades, ya que el placer no es un bien que se pueda vender o cambiar para obtener una ganancia. Y en cuanto a las cosas que se encuentran en otros mundos, otras dimensiones..., bien: si no podemos verlas y tocarlas y poseerlas, ?como puede ser que existan? No hay fantasmas, ni espiritus, ni demonios; no existen los poderes del bien y el mal. No tendran cabida en esta nueva era ilustrada, pues eso es lo que se merece mi gente.

»Yo provoque todo esto, Indigo; e incluso ahora, despues de tantos siglos, me produce escalofrios pensar con que facilidad se realizo. Ordene que demolieran mi propio palacio, proclamando que su belleza no tenia una funcion util. Hice que araran sus preciosos jardines y los convirtieran en campos de cultivo que deprimian la vista pero llenaban los bolsillos, y declare que esta accion era un ejemplo que debian seguir todas las personas diligentes. Construi la Casa sobre la colina en la que se encuentra, un lugar estrictamente funcional sin un solo adorno, e inste a mis subditos a hacer lo mismo con sus propias viviendas, de modo que tambien ellos se libraran de todas las cosas que no poseian un valor claro. Luego los exhorte a aferrarse a lo que tenian y a construir sobre ello; a trabajar y ganar riqueza y a acumular los frutos de su trabajo; a alzarse por encima de sus vecinos y a ser juzgados a los ojos de esos vecinos solo por lo que poseian y no por ninguna otra cosa; a que se sintieran orgullosos de su avaricia, orgullosos de su logica, orgullosos de la existencia miserable y triste que se estaban labrando.

Dejo de hablar, Indigo levanto su copa y la hizo girar entre el indice y el pulgar, aunque no bebio.

—Y eso echo raices —dijo sombria.

—Si, echo raices. Con tanta facilidad y rapidez que en menos de cinco anos comprendi que ya no necesitaban mi guia sino que por si mismos seguirian inexorablemente y sin titubear el camino hasta la propia perdicion. Mi trabajo habia finalizado. Asi que decidi... bueno, para expresarlo con precision, decidi retirarme del mundo y dejar que se las apanaran solos.

Indigo recordo su primera visita a la Casa y el improvisado parlamento de tia Nikku sobre los cambios que habia implantado el Benefactor.

—Y tu regalo de despedida —dijo—, ?fue derribar el ultimo simbolo de los viejos tiempos: tu propio trono?

—Lo fue. Lo considere un ultimo y apropiado chiste, y estaba tan repleto de rencor y ganas de venganza en aquellos tiempos que rei en voz alta ante la idea. ?Se acabaron los reyes! Dejemos que tengan comites de hombres y mujeres insignificantes, dije; y que disfruten para siempre del mezquino placer de renir y competir en busca de la preeminencia entre ellos mismos. Estaba harto de todo aquello. Seria libre.

La ultima palabra la pronuncio con tal rabia que cogio a Indigo por sorpresa. Era muy consciente de la amargura y el remordimiento que sentia el Benefactor, pues este no habia hecho el menor intento de ocultarlos; pero esto era algo totalmente distinto.

—Dijiste... —Vacilo, escogiendo las palabras con sumo cuidado—. Dijiste que encontraste este mundo. ?Fue asi como... evitaste morir?

El Benefactor no contesto al punto. Durante unos instantes permanecio alli sentado sin moverse, con un nudillo presionado contra los labios, los ojos mirando al vacio y la expresion hermetica. Luego, bruscamente, respondio a su pregunta.

—Si, encontre este mundo, y hui a el, como tu dices, para escapar de la necesidad de morir. —Levanto la vista—. Pero no tarde en descubrir que no estaba solo aqui. Otros tambien buscaron su consuelo, —dijo contemplandola fijamente—: el hombre dormido en su torre, tu propio Nemesis, otros... Ha habido muchos otros; algunos que se han quedado y algunos que no. A lo mejor el hecho de que yo fuera el unico ser vivo completo de este mundo me otorgo una clarividencia especial; esa es una pregunta que no puedo contestar. Pero sus historias y sus cuitas eran en cierta forma un libro abierto para mi; sabia que eran y por que habia venido cada uno. Y luego, al poco tiempo, los ninos de Alegre Labor empezaron a venir, y comprendi la enormidad de mi crimen. —Suspiro profundamente—. Asi que aqui he vivido, entre los espiritus perdidos a los que se ha negado el derecho a una autentica vida. Y una generacion sigue a la otra, y cada una languidece aqui hasta que las mentes que han dejado atras se vuelven a abrir para admitirlos, o hasta que mueren los cuerpos que abandonaron.

Indigo sintio un nudo en la garganta y tuvo que hacer un gran esfuerzo para recuperar la voz.

—?Que sucede a sus espiritus, cuando los cuerpos mueren?

—Se desvanecen de este mundo y se pierden —respondio con sencillez el Benefactor— Muchos se han ido de esa forma. Adonde van, que es de ellos, no lo se; esa no es una cuestion para un simple hombre mortal. Pero supongo que es una especie de muerte.

—Y... ?que sucede contigo? ?Que eres tu?

—Soy un ser vivo, en cierta forma. Mi envoltura fisica y la espiritual no se separaron, y por lo tanto penetre en este mundo como un ser completo por derecho propio. Aqui, mi cuerpo no envejece y por lo tanto no puedo morir. Asi son las cosas en esta dimension. — Sonrio no sin cierta tristeza—. No obstante mis pretensiones filosoficas y magicas no afirmo comprender por que es asi, pero acepto lo inevitable. Mi envoltura espiritual puede regresar a Alegre Labor sin sufrir dano, pero no me atrevo a regresar bajo mi forma completa durante mas de algunos minutos, ya que si lo hiciera... bueno, eso es algo que ya hemos comentado y quiza no merece ser repetido.

Cuando termino de hablar se produjo un largo silencio, Indigo contemplaba la abarrotada mesa, pero sin ver, sin apreciar sus esplendidas galas. Ahora sabia que seria del Benefactor si tenia exito en su mision. No existia lugar para el en Alegre Labor, pero, a la vez, sin los ninos que tanto queria tampoco le quedaria nada aqui.

Levanto la vista por fin, y sus ojos perdieron aquella mirada vacia para clavarse en el rostro del hombre.

—?Es esto lo que realmente quieres? —pregunto.

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