—Si —contesto el Benefactor en un susurro—. Si, es lo que quiero. Es la unica esperanza para los ninos, y creo que quizas es la unica esperanza para mi. —Hizo una pausa—. ?Lo comprendes?

—Creo que puedo —dijo ella asintiendo despacio—. Eres un hombre muy valiente.

—No, no lo soy. Soy simplemente un estupido que por fin ha aprendido lo suficiente para arrepentirse de su estupidez. —Extendio el brazo y su mano se cerro sobre la de ella—. Yo no puedo moverme libremente entre el mundo del espiritu y el fisico. Pero tu puedes, y ahora tienes el poder de transportar las cosas de este mundo de regreso a Alegre Labor. Conduce a mis ninos a casa, Indigo. Devuelve a mi gente la espiritualidad que les robe hace tanto tiempo, y muestrales como pueden volver a estar completos.

Sus dedos apretaban los de ella con fuerza, casi con desesperacion, e Indigo devolvio el apreton con energia.

—Los llevare. —Tenia el poder; lo sabia, lo sentia vibrar en su interior, completa como estaba... —. No tienes mas que mostrarme el modo. Dime lo que debo hacer, y lo hare.

El Benefactor parecio vacilar, pero enseguida su rostro se ilumino con una radiante sonrisa.

—El modo de hacerlo es muy facil. De hecho tu misma has experimentado algo de ello. —Cerro con fuerza una mano; cuando volvio a abrirla, una pequena esfera reluciente aparecio en ella—. ?Atrapa la pelota, doctora Indigo!

Se la lanzo y, sin detenerse a pensar, ella la cogio por puro reflejo. Al instante la escena ante sus ojos parecio deformarse como si ella hubiera encogido de repente a la mitad de su tamano real y contemplara al mundo desde una perspectiva totalmente distinta. Por un momento volvio a tener seis anos...

Luego la ilusion se desvanecio, y se quedo mirando al Benefactor con la reluciente esfera sujeta entre ambas manos. Muy despacio, su boca se torcio en una sonrisa ironica.

—Ya me habias dicho que eras un hechicero, pero hasta ahora no he comprendido el grado de poder de que dispones.

Pero el Benefactor nego con la cabeza.

—Oh, no, me sobrestimas. Esta chucheria no es mas que un objeto, y sus habilidades, al igual que las mias, muy limitadas. No es mas que un punto de enfoque... o un espejo, si lo prefieres... para despertar, brevemente, los recuerdos de la juventud y la imaginacion juvenil de aquellos que lo capturan mientras vuela por los aires. —Lanzo una risita satisfecha—. Koru lo llama mi juguete magico; pero no es realmente un juguete, ni tampoco es magico en realidad. —Se detuvo y contemplo pensativo la pequena esfera—. A lo mejor, cuando eras pequena tenias un pequeno cofre de tesoros, en el que guardabas todas aquellas cosas intimas que tenian un gran valor para ti. No eran cosas valiosas tal y como las considerarian los otros, sino simples recuerdos o fruslerias, que mantenian con vida el recuerdo de momentos felices.

Indigo recordo haber tenido un cofre asi, y despues de todos estos anos le vino a la memoria de improviso el recuerdo de todo lo que habia contenido. Una concha marina, una pluma de ave, un mechon trenzado de cabellos procedentes de la crin de su primer poni: docenas de pequenos recuerdos personales que habia valorado mas que otras riquezas mas evidentes.

—Estas lindas chucherias son como tu cofre de los tesoros —explico el Benefactor con dulzura, leyendo en su rostro lo que pasaba por su mente—. En ese cofre se conservaban y alimentaban tus recuerdos, y cada vez que levantabas la tapa era como si mirases tu propia vida en un espejo. Eso es lo que pueden conseguir mis juguetitos; ese es su poder. Atrapaste la pelota; levantaste la tapa del cofre de los tesoros y recordaste. Y... —alzo las dos manos, con las palmas extendidas— una chucheria puede ir seguida de otra, y otra, y otra...

Indigo y Grimya soltaron un respingo cuando de pronto el aire parecio llenarse de una lluvia de relucientes y fragiles esferas. Danzaban mecidas por la brisa, describiendo espirales, giros en redondo, flotando y balanceandose, al tiempo que reflejaban la luz en deslumbrantes arcos iris. El Benefactor permanecia alli sentado en medio de ellas mientras mas y mas de aquellos «juguetes magicos» brotaban de sus manos extendidas. Luego, bruscamente, chasqueo los dedos... y la brillante tormenta desaparecio.

—Puedo crear tantos de estos preciosos juguetes como necesites —dijo el Benefactor, dedicandole de nuevo aquella sonrisa suya tan extranamente dulce—. Uno para cada espiritu desconsolado de Alegre Labor... para que les sea ofrecido, quizas, en la misma forma en que un medico ofreceria una pocima curativa.

Indigo comprendio lo que queria decir e, inesperadamente, sus recuerdos retrocedieron muchos anos y muchos kilometros hasta otro pais y otros amigos. Los Brabazon; aquella alegre, picara y bulliciosa familia de comediantes, cuya siguiente generacion sin duda recorria en aquellos momentos las carreteras del continente occidental para llevar diversion y risas a sus desperdigadas granjas y ciudades. En una ocasion habian montado el espectaculo de su vida, un espectaculo que habia derrotado a un demonio; y aquel recuerdo le dio una idea. Habia realizado un buen aprendizaje con Constan Brabazon. Habia aprendido algunas lecciones muy valiosas, y ahora, al igual que entonces, tenia un buen reparto de actores a su alrededor: Grimya, Koru, los ninos... y Nemesis.

Vio como las orejas de Grimya se enderezaban alertas al percibir sus pensamientos. La loba dejo caer la lengua de costado y le hablo telepaticamente, muy excitada.

«?Si, Indigo, si! ?Asi es como hay que hacerlo! ?Y resultara tan divertido para los ninos! Un juego como ninguno que hayan jugado antes. »

—Necesitare mi poni —dijo Indigo poniendose en pie—. Y una carreta, como... la que utilizaria un comico de la legua. —Contesto con una amplia mueca a la sonrisa del Benefactor—. O un medico ambulante.

El Benefactor se echo a reir satisfecho.

—Todo lo que desees, te lo puedo facilitar y lo hare.

—Y los ninos, ?donde estan los ninos?

—No esperan mas que tu llamada.

Indigo lanzo una rapida mirada a la torre. ?Estaba Fenran alli ahora; lo habia traido su mente dormida de regreso a este mundo, a esperar? Muy pronto, penso, muy pronto la espera habra terminado. Muy pronto, ella regresaria triunfal...

Se volvio de nuevo hacia la mesa y llamo con voz potente:

—?Hermana! ?Muestrate!

El aire a su alrededor empezo a brillar, y la delgada figura de Nemesis aparecio junto a ella. Pero los ojos de Nemesis eran de un azul violeta, mientras que la plata centelleaba ahora tras las pestanas de Indigo. Con una carcajada, extendio la mano hacia la criatura y luego se volvio hacia el Benefactor.

—Eramos dos y ahora somos una. Juntas, abriremos los ojos de Alegre Labor. Llama a los ninos, Benefactor. ?Diles que el nuevo y maravilloso juego esta a punto de empezar!

La luna se habia puesto por el oeste, y tan solo un punado de estrellas parpadeantes iluminaban las silenciosas calles de Alegre Labor. Toda la ciudad estaba a oscuras; a esta hora todos los ciudadanos diligentes dormian en sus camas y no se moverian hasta que el amanecer hiciese innecesario el frivolo despilfarro de velas y lamparas de aceite, y por eso no habia nadie que pudiera asistir al curioso fenomeno que tenia lugar en la plaza del mercado.

La bomba de agua del centro de la plaza no estaba muy bien cuidada, y desde hacia algun tiempo un continuo goteo de agua habia ido formando un palido charco en el suelo a su alrededor. De improviso, el charco empezo a brillar de un modo extrano, cada vez con mas intensidad, hasta que broto de el una potente luz que a poco comenzo a fluir hacia arriba, hasta formar un centelleante arco de luz. Y en el interior de este arco, borrosa al principio pero tornandose cada vez mas nitida y definida, aparecio la imagen de unas ondulantes colinas verdes.

El Benefactor no habia necesitado mas que el reflejo del agua derramada por la bomba para crear una nueva puerta entre los dos mundos. Y surgiendo de este reflejo, a traves del arco de luz, un vehiculo extraordinario hizo su aparicion, retumbando y repicando, en la dimension fisica de Alegre Labor. La pequena carreta estaba cubierta por un toldo de brillante color amarillo con banderolas y serpentinas multicolores colgando de todas partes y ondeando alegremente bajo la brisa nocturna. Las ruedas —de un rojo intenso— llevaban sujetas docenas de diminutas campanillas que tintineaban musicalmente a medida que giraban los ejes, y el arnes del poni llevaba los varales festoneados de otras muchas mas, mientras que un caparazon de plumas rojas, amarillas y azules se bamboleaba y agitaba sobre las orejas del animal.

Indigo ocupaba el asiento del conductor, vestida con un extraordinario disfraz: blusa larga con anchas mangas bordeadas de encaje, pantalones de cinco colores diferentes contrastados, medias escarlata con dibujos de lentejuelas, y zapatos con enormes hebillas de plata. Un sombrero de ala ancha doblada bajo el peso de plumas y

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