Entonces, en el extremo opuesto de la sala, el fuego empezo a cambiar. Las llamas danzaban, se balanceaban a medida que el ritmo de la musica se tornaba mas turbulento, pero de improviso Niahrin se dio cuenta de que perdian color. Comenzaron a mezclarse y fundirse, su tono se hizo cada vez mas palido, mas palido, y su brillo aumento hasta que el hogar parecio lleno de un deslumbrante circulo de luz blanca.
Y del centro de la luz, con la solemnidad de una extrana cabalgata sobrenatural, surgio una procesion de figuras humanas.
Kalig iba a la cabeza; un hombreton alto con la corona de las Islas Meridionales centelleando sobre sus cabellos castano rojizos. Cogida de su brazo iba Imogen, su patricia y hermosa reina procedente de Khimiz, en el continente oriental; miraban a su alrededor, e inclinaban las cabezas regiamente, y sonreian como aceptando la adulacion de una gran muchedumbre invisible.
La cabalgata se detuvo. Por un momento las fantasmales figuras permanecieron inmoviles; luego Kalig e Imogen se adelantaron solos. En la mesa, Ryen y Brythere estaban de pie. La joven reina se aferraba a su esposo aterrorizada, pero aunque queria mirar a otro lado no podia volver la cabeza, no conseguia apartar la mirada de los silenciosos y elegantes fantasmas que desfilaban lentamente hacia ella. El rostro de Ryen era un suplicio de emociones en conflicto; asombro, miedo y pesar, todos ellos compitiendo por obtener prioridad. A medida que Kalig e Imogen se acercaban, el empezo a apartarse de la mesa, como si tuviera intencion de ir a su encuentro... o como si, temiendolos, quisiera dejar paso a una reivindicacion mas antigua y poderosa...
Pero los espectrales soberanos no llegaron hasta la tarima. En lugar de ello giraron a un lado, hacia donde Indigo seguia tocando, inmersa en el hechizo, sin darse cuenta de nada. Al aproximarse al arpa sus figuras se fueron encogiendo hasta tener apenas el tamano de munecos; entonces pasaron bajo el arco de la gran estructura de madera, parecieron fundirse por un instante con las temblorosas cuerdas, y, como un fuego fatuo, desaparecieron. Y Niahrin recordo su tapiz junto a la chimenea, enmarcada en el resplandeciente circulo de luz, la procesion volvio a ponerse en marcha. Ahora a su cabeza marchaba el principe Kirra, hijo de Kalig y hermano de Anghara; un joven en lo mejor de la vida con todo el aspecto de una energia vibrante, que reia, o eso parecia, con un acompanante invisible. Tras el avanzaba una anciana, menuda, afable y vigorosa como un arrugado reyezuelo, que agitaba un dedo y sonreia y, en silencio, reganaba carinosamente. Luego venian otros: sirvientes, cazadores, guardabosques, cogidos del brazo, sonrientes, gastando bromas, saludando con la mano a amigos situados mas alla que solo sus ojos podian ver. Uno a uno y de dos en dos desfilaron a lo largo de la sala, se dieron la vuelta, se encogieron, y desaparecieron en el interior de la melodiosa y planidera arpa.
Y entonces la naturaleza de la procesion empezo a cambiar. Primero aparecio un capitan de barco, con una mujer fornida de aspecto temible a su lado. Luego un hombre y una mujer de mas edad, el de rostro cansado y aspecto nervioso, ella adornada con un tocado de tintineantes discos de cobre, y con ellos un joven que avanzaba con un contorneo arrogante. Tras ellos seguia una muchacha que sujetaba con fuerza un broche de estano en forma de ave, y que lloraba de verguenza por su rostro, desfigurado por la enfermedad; con ella iba un hombre alto y enjuto, los revueltos cabellos grises sujetos en un racimo de trenzas y los ojos llenos de furiosa pena. Detras, un hombre de piel morena y sensual belleza, y una mujer de su misma raza cuya expresion mostraba una triste melancolia; entre ambos conducian a un muchacho de cabellos rubios y a una menuda y hermosa nina de cabellos dorados. Pisandoles los talones, avanzaba pavoneante una mujer de pequena estatura con los cabellos muy cortos y las mejillas con joyas incrustadas en ellas, lo que la senalaba como marinero davakotiano. Todas estas figuras atravesaron el arco del arpa unas tras otras, mientras Indigo, inconsciente a todo, seguia interpretando la melancolica melodia.
En ese momento se produjo un revuelo de movimientos mas freneticos en el circulo de luz. La musica del arpa vario y se volvio mas veloz, mas alegre; y de la chimenea surgio un revoltijo de gentes que reian a carcajadas, desde una nina pequena hasta un hombre de mediana edad. Todos poseian llameantes cabelleras rojas; uno lanzaba al aire palos de malabarista, otro realizaba un vertiginoso torbellino de volteretas hacia atras, en tanto que los otros, tomados de la mano, giraban en alegre baile. Aunque sus bufonadas eran mudas, Niahrin casi podia oir el golpear del tambor y el misterioso campanilleo del organillo mezclandose con el arpa; casi escuchaba los gritos de una muchedumbre que aplaudia y pedia mas. Pero los comediantes no se quedaron; al igual que el resto se fundieron con el arpa, se fundieron con los recuerdos de Indigo, y bruscamente la musica volvio a cambiar para convertirse en una lenta y extrana modulacion al aparecer la siguiente vision.
Este fantasma no era humano. Un enorme tigre de piel blanquecina emergio, solitario y silencioso, del brillante circulo. No miro ni a derecha ni a izquierda sino que avanzo con la gracia y la seguridad del poder indiscutido; sobre su cabeza y a lo largo de todo el lomo centelleaban unos copos de nieve. Tras el, a respetuosa distancia, andaba una mujer cuyo rostro quedaba oculto bajo una capucha de piel; luego tres hombres jovenes, uno de los cuales resultaba curiosamente familiar a Niahrin, y dos mujeres tambien jovenes, y por ultimo un hombre anciano ayudado por otra mujer que parecia intentar consolarlo. Tambien estos desaparecieron, y surgieron mas mujeres, de piel de ebano y escasamente vestidas, con los brazos y rostros brillantes de sudor. Dos de ellas, una alta y de rostro duro la otra mas baja, casi rechoncha, parecian discutir. Las si guio — Niahrin parpadeo sorprendida ante el espectaculo una hilera de ninos saltarines que parecia interminable, hasta que por fin aparecio su guardian, persiguiendo a los ultimos rezagados para que siguieran adelante. El guardian era una figura imponente, con una boca menuda de labios carnosos que parecia fuera de lugar en un rostro tan sombrio, pero al atravesar la sala sonrio con una sonrisa tan dulce que podria haber derretido las piedras.
Los ninos y su benefactor se encogieron y desaparecieron en el interior del arpa, e Indigo siguio tocando aun. Pero ahora sus ojos ciegos estaban llenos de lagrimas, y el
La voz produjo un escalofrio a Niahrin, pues reconocio el familiar timbre de Perd Nordenson. El arpa quedo brusca y repentinamente muda, e Indigo levanto la cabeza
con un violento gesto. Sus ojos lo vieron, y el sonido que emitio al aspirar con fuerza resono por toda la estancia mientras los ultimos ecos del
Corrio hacia el con los brazos extendidos. Niahrin oyo como Vinar lanzaba un grito de angustia cuando Indigo y el espectro de su amante se abrazaron. Se produjo un forcejeo en la tarima, y se escucharon voces airadas y un golpe sordo; pero Indigo y Fenran solo eran conscientes de la presencia del otro. Por fin se separaron.
—Fenran... ?oh, mi amor...! —El rostro de Indigo brillaba de alegria. Pero Fenran sonrio, y era la misma sonrisa desdenosa y cruel que Niahrin habia visto en el rostro de Perd en el sotano.
—No —dijo el—. Aun no, aun no. ?No lo comprendes, Anghara? ?No ha terminado todavia!
Se volvio. Sus ojos grises abarcaron la tarima y a sus anonadados ocupantes, y se echo a reir.
—No hemos acabado con vosotros —anuncio, y entonces su mirada se clavo en la bruja—. Solo queda un demonio, Niahrin. ?No es eso lo que me dijiste? Bien, querida mia, tenias razon. Los dos sabemos su nombre ahora; pero ?tienes el valor de decir el nombre en voz alta?
Y Fenran desaparecio.
—?No! —Indigo se tambaleo hacia atras, y sus manos aranaron el aire—. ?No, No! ?FENRAN!
Se lanzo en direccion a las puertas de la sala. Jes, recuperando la serenidad mas deprisa que los otros, grito:
—?No, no la dejeis marcharse! —Echo a correr tras ella, seguido de Niahrin, pero