muerto, Kirra esta muerto»— ascendiendo al trono de las Islas Meridionales, mientras que su vida y la de Fenran quedaban desprovistas de significado y de proposito; una incesante sucesion de placeres y excesos, permanentemente a la sombra de otros, sin acceso al poder, en una existencia sin sentido y vacia. Y percibio el aguijonazo de este resentimiento que crecia en ella, y escucho la voz de su amante musitar dulcemente a su oido: «Deberia haber mas para nosotros; sin duda nos merecemos mas que esto». Sintio como su cerebro y su corazon giraban como un torbellino y se enredaban en la red de rencores mezquinos y agravios imaginados. Una vida insatisfecha, siempre en segundo plano, una reina que espera su trono...

«Pero estaremos juntos...»

En Carn Caille, mientras Jes apartaba violentamente las manos de Niahrin del fuego, la ultima imagen golpeo a Indigo como un rayo. Viejos; eran viejos, y estaban amargados, y no les quedaba otra cosa que el ciego consuelo del vino y la ferocidad de sus cada vez mas frecuentes disputas y el amargo rencor que, cuando no conseguia encontrar otra salida, descargaban contra si mismos y contra el otro. Y, finalmente, el asesinato. El asesinato, para proporcionarles lo que habian ansiado, lo que nunca habian tenido el valor de buscar por otros medios: una vida que fuera algo mas que sombras. La vida que, en cincuenta anos de vagabundeo, Indigo habia encontrado, pero Fenran no...

Un angustioso alarido broto de la Torre de los Pesares, y la tierra empezo a temblar bajo sus pies con una monstruosa sacudida. Un bloque de piedra de casi la mitad de su estatura fue a estrellarse contra el suelo a pocos metros de donde se encontraba Indigo, y el alarido se convirtio en un chillido, como la voz de un huracan.

?Grimya! —Los cabellos de Indigo se agitaron violentamente bajo el vendaval que, de improviso y con inusitada violencia, surgio de la desmoronada torre; la muchacha se doblo al frente para resistir el empuje del viento al tiempo que una inmensa ala negra ocultaba la luna—. Carn Caille... ?Debemos regresar a Carn Caille!

Echo a correr y avanzo dando traspies, inclinandose para resistir los embates del viento. Habia habido un caballo, un caballo gris acero; no era Sleeth, su propia yegua de hacia medio siglo, sino otro animal, y lo habia dejado atado a un arbusto. La enorme violencia del vendaval la impelio al frente describiendo eses, y en algun lugar de la oscuridad que se extendia ante ella distinguio una figura que se alzaba sobre sus patas y relinchaba aterrorizada. Las manos de Indigo se lanzaron al frente, pero, en el mismo instante en que intentaba llegar al arbusto y al nudo, la rama se rompio y el caballo huyo como una hoja en medio de una ventisca, pasando como el rayo junto a ella para perderse en la furiosa noche. Indigo lanzo un agudo chillido, y cayo de bruces en el polvo que se arremolinaba a su alrededor y sobre ella. ?Su unica oportunidad habia desaparecido! Sin el caballo no podria adelantarse a lo que estaba sucediendo. ?Los demonios volvian a brotar de la torre, el tiempo retrocedia como una furia, y ella no podia detenerlo, no tenia velocidad, no tenia el poder.

Algo choco contra ella, y percibio el olor calido de una presencia viva, de un pelaje espeso, familiar y querido...

—?Indigo! —aullo Grimya en su oido, a la vez que reforzaba el grito con un tremendo impulso mental—. ?Recuerda los viejos tiempos! ?Recuerda las cosas que hicimos! ?Lobo, Indigo, lobo! ?Recuerda!

«Lobo...» Era como un grunido, un ladrido en su mente, la palabra, el concepto, el recuerdo... Tiempo atras, mucho tiempo atras, cuando habia existido la necesidad, cuando habia habido un demonio que derrotar...

—?Cambia, Indigo! ?Cambia! ?Lobo! ?Se un lobo!

Cerebro y cuerpo se distendieron. El dolor era insoportable; el dolor del cambio, de alterar cuerpo y conciencia para ser otro. «?Lobo! ?Lobo! Velocidad, elegancia y agilidad; correr, perseguir, cazar...»

Un nuevo aullido resono hacia el cielo, y era el aullido de dos voces en nueva armonia. El dolor habia desaparecido y no habia mas que la excitacion de una forma nueva, de unos ojos que atravesaban la oscuridad, de musculos que la impulsaban con una fuerza extrana y a la vez familiar, al tiempo que dos graciles figuras grises, que se recortaban contra la negrura de la oscuridad que borboteaba de la Torre de los Pesares, salian disparadas hacia el norte, para llegar a su destino antes que los demonios.

La cabeza de Moragh se alzo con brusquedad, y su voz siseo:

—?Escuchad! ?Que es ese sonido?

Dejo caer el vendaje con el que habia estado vendando las manos, cubiertas de pomada, de Niahrin y se acerco rapidamente a la ventana de la habitacion de esta. Jes y la bruja la siguieron con la mirada.

—No oigo nada, alteza... —empezo a decir el bardo, pero ella lo acallo con un veloz gesto.

—Hay algo ahi fuera. Mas alla de la ciudadela...

De improviso Niahrin lanzo una exclamacion ahogada, y la reina viuda giro en redondo.

—?Que es?

—Mis manos... No es el dolor, ni las quemaduras. Me cosquillean.

Los tres conocian el significado de la senal, y Moragh ordeno:

—Jes, trae al rey. Ahora. Y luego despierta al capitan de la guardia; dile que arme a sus hombres y envie centinelas a la muralla. Es una orden del rey, ?y debe ser cumplida de inmediato!

Jes percibio el intenso temor que se ocultaba bajo su energico tono. Abandono la habitacion a la carrera, y Moragh se volvio hacia la bruja.

—Esta empezando, Niahrin. Lo que sea... lo siento.

Niahrin estaba ya en pie.

—?Que puedo hacer, senora?

—De momento, nada. Aunque solo la Madre sabe que tendras que llevar a cabo antes de que haya finalizado la noche.

Al cabo de un momento aparecio Ryen, con Brythere tras el. Moragh observo con alivio que la reina seguia vestida; habia estado a punto de retirarse a dormir cuando Niahrin se habia quemado, pero habia cambiado providencialmente de idea. La reina viuda se encaro con ambos.

—Ryen, no hay tiempo ahora para explicar las razones, pero hay que preparar Carn Caille para la batalla.

—?Que? —Ryen se quedo pasmado—. Madre...

—?No hay tiempo! —repitio ella con furia—. Ha sucedido algo en la sala; otro aisling, una advertencia. ?Por nuestro bien, no te quedes ahi haciendo preguntas y haz lo que te pido!

Ryen habia oido muchas cosas esta noche —y visto demasiado— para mostrarse esceptico, y Moragh se sintio aliviada cuando lo vio asentir.

—Muy bien. Pero..., en el nombre de todo lo que es sagrado, ?contra que estamos luchando?

—Demonios, Ryen. Eso es todo lo que puedo decirte. Demonios.

Brythere profirio un aterrorizado gemido, y la reina viuda corrio hacia ella.

—Brythere, tu te quedaras aqui con nosotras, al menos por el momento. —Miro a su hijo—. ?Ve, Ryen!

El monarca se marcho, y oyeron sus pasos resonando pasillo adelante. Se escuchaban ya otros ruidos en la ciudadela: movimiento, voces ahogadas; luego el chocar del metal contra el metal y el estrepito de hombres que corrian por el patio.

—Creo, senora —dijo Niahrin con suavidad—, que seria prudente advertir a todos los habitantes de Carn Caille. —El recuerdo de su ultima vision regreso claramente a su memoria—. Y decirles que se armen con aquellas armas que puedan conseguir.

Mientras hablaba cruzaba ya la habitacion hasta el rincon en el que se encontraba apoyada la estaca que Cadic Haymanson le habia dado. Jamas habia luchado, y con las manos en su estado actual ni siquiera podia sostenerla como era debido, pero cualquier defensa era mejor que ninguna... Moragh vio lo que hacia y asintio con un rapido gesto.

—Si. Si, tienes razon. —Se encamino a la puerta—. Me ocupare de ello. Cuida de la reina.

Mientras la reina viuda se marchaba, se escucho un grito en el exterior.

—?Id en busca del rey! ?Id en busca del rey!

Niahrin y Brythere llegaron a la ventana a la vez. En diferentes partes de la ciudadela se encendian ya faroles y antorchas, pero su luz no era suficiente aun para iluminar el patio, y todo lo que pudieron distinguir fue una masa confusa de sombras que corrian de un lado a otro. De improviso, Brythere apreto los labios con expresion decidida.

—Tengo que averiguar que esta pasando —anuncio.

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