podido evitar una punzada de envidia. Sin embargo, me acomete la conviccion repentina de que la carta no me ha librado todos sus secretos. La habitacion se ha impregnado de perfume de lilas. Tal vez haya roto el tapon de uno de los frascos de mi madre. Pese al frio de la noche me siento inundada de calor, hay vetas de calor que me penetran en el estomago. ?Roux? ?Roux?

Vuelvo precipitadamente la carta con dedos temblorosos.

Un dia mas. Sea lo que fuere lo que tenga que venir puede esperar un dia mas. Vuelvo a barajar las cartas pero carezco de la destreza de mi madre y se me deslizan de las manos, se desparraman sobre las tablas de madera. El Ermitano cae boca arriba. A la luz de la vela parpadeante se parece mas a Reynaud que nunca. Su cara dibuja una mueca agresiva entre las sombras. «Encontrare el camino -me dice con expresion taimada-, te figuras que has salido vencedora, pero yo encontrare el camino.» Noto su maldad en las yemas de los dedos.

Mi madre lo habria llamado una senal.

De pronto, obedeciendo a un impulso que solo entiendo a medias, cojo el Ermitano y lo acerco a la llama de la vela. La llama coquetea un instante con la carta tiesa hasta que la superficie comienza a arrugarse. La cara palida esboza una mueca y se ennegrece.

– ?Ya te ensenare yo! -le digo con un hilo de voz-. Trata de meter las narices en esto y veras…

Un lenguetazo de fuego prende de forma alarmante y suelto la carta, que cae sobre las tablas. La llama se extingue y desparrama chispas y ceniza sobre la madera.

Siento una gran alegria.

«?Y ahora quien cambia las cosas, madre?»

Esta noche, sin embargo, no puedo sacarme de la cabeza la sensacion de que en cierto modo me han manipulado, me he visto empujada a revelar algo que habria hecho mejor dejando en su sitio. No he hecho nada, me digo. No habia malicia.

Pero esta noche no me puedo sacar esta idea de la cabeza. Me siento ligera, ingravida como pelusilla de asclepiadea que un viento cualquiera puede llevarse volando.

35

28 de marzo

Viernes Santo

Tendria que estar con mi rebano, pere, lo se. La iglesia esta llena de incienso, engalanada con colgaduras funerarias negras y moradas, no reluce ni una sola pieza de plata, no hay ni una sola guirnalda de flores… Yo deberia estar en la iglesia. Hoy es mi dia grande, pere, la solemnidad, la piedad, el sonido del organo que parece una gigantesca campana submarina mientras las campanas de verdad estan en silencio, como no puede ser de otro modo, en senal de luto por Cristo crucificado. Yo con las vestiduras negras y moradas, mi voz convertida en la nota media del organo entonando las palabras. Todos me miran con ojos muy abiertos, una mirada oscura. Hoy hasta los renegados van a la iglesia, de negro y con el cabello engominado. Sus necesidades, sus esperanzas llenan el hueco que hay dentro de mi. Durante un brevisimo espacio de tiempo me inspiran amor, siento amor por sus pecados, por su redencion ultima, por sus mezquinas preocupaciones, por su insignificancia misma. Se que usted me entiende, porque tambien usted fue su padre. En un sentido que tiene mucho de real usted murio por ellos de la misma manera que Nuestro Senor. Para protegerlos de sus pecados y de si mismos. Ellos no llegaron a saberlo nunca, ?no es verdad, pere? Por mi no lo han sabido nunca. Pero aquel dia en que me lo encontre a usted con mi madre en la cancilleria… Un ataque al corazon, dijo el medico. Seguramente la impresion fue excesiva. Usted se retrajo entonces. Se encerro dentro de si mismo. Se que me oye, se que ve mejor ahora que en toda su vida. Y se que llegara el dia en que volvera a nuestro lado. He ayunado y he rezado, pere. Me he humillado. Pese a todo, me siento indigno. Todavia tengo algo pendiente.

Despues de la ceremonia se me ha acercado una nina, Mathilde Arnaud, y poniendo una mano en la mia ha murmurado con una sonrisa:

– ?A usted tambien le traeran bombones, monsieur le cure?

– ?Quien va a traer bombones? -he preguntado, confundido.

Y en tono impaciente ha anadido:

– ?Las campanas, por supuesto! -ha reprimido una sonrisita-. ?Las campanas voladoras!

– ?Ah, si, las campanas! ?Claro!

Me he quedado estupefacto y por un momento no he sabido que responder. Entonces me ha tirado de la sotana y ha insistido:

– Ya sabe, las campanas. Van volando hasta Roma para ver al Papa y traen bombones…

Esto se ha convertido en obsesion. Un refran de una sola palabra, coro murmurado o gritado tras cada pensamiento. No consigo impedir que la indignacion me haga levantar la voz ni que la avidez que denota su expresion se convierta en desaliento y en terror cuando le grito:

– ?Se puede saber por que la gente solo piensa en el chocolate?

Pero lo unico que consigo con esto es que la nina escape corriendo y atraviese la plaza llorando mientras la tienda de enfrente, con el escaparate cubierto de papel para envolver regalos, parece que se rie de mi con aire de triunfo y yo, demasiado tarde, llamo a la nina para que vuelva.

Esta noche se celebrara la ceremonia del santo entierro de la Hostia en el sepulcro, la representacion de los ultimos momentos de Nuestro Senor por obra de los ninos de la parroquia, el encendido de los cirios cuando merma la luz. Normalmente para mi este es uno de los momentos mas intensos del ano, el momento en que los siento mas mios, mis hijos, todos vestidos de negro y con su aire grave. Este ano, sin embargo, ?pensaran en la Pasion, en la solemnidad de la Eucaristia o ya se les hace la boca agua por anticipado? Las historias que ella les cuenta - campanas voladoras y festejos- son invasoras, seductoras. Trato de impregnar el sermon de seducciones parecidas, pero las glorias oscuras de la Iglesia no pueden compararse con esos viajes en alfombras magicas que ella les propone.

Esta tarde he ido a visitar a Armande Voizin. Es su cumpleanos y la casa estaba toda conmocionada. Por supuesto que ya sabia que me encontraria con una fiesta, aunque jamas habria imaginado que tendria estas proporciones. Caro ya me habia hablado una o dos veces del acontecimiento -ella no sabia aun si asistiria, pero esperaba la ocasion como una oportunidad para hacer las paces con su madre de manera defintiva-, aunque sospecho que ella tampoco se hacia idea de la magnitud del acontecimiento. Vianne Rocher estaba en la cocina, se habia pasado todo el dia preparando la comida. Josephine Muscat tambien habia ofrecido la cocina del cafe como zona suplementaria para la preparacion del banquete debido a que la casa de Armande es demasiado pequena para unos preparativos tan complejos y, cuando he llegado, me he encontrado a toda una falange de ayudantes dedicados a transportar platos, peroles y soperas desde el cafe a la casa de Armande. Por la ventana abierta se escapaba un aroma intenso y vinoso y, pese a mi mismo, he notado que se me hacia la boca agua. Narcisse estaba trabajando en el jardin, disponiendo unas flores en una especie de celosia colocada entre la casa y la puerta. El efecto es extraordinario: clematides, dondiegos de dia, lilas y siringas recorrian la estructura de madera y componian una masa de colores a traves de la cual se filtraban suavemente los rayos de sol. No he visto a Armande en parte alguna.

He dado media vuelta, impresionado ante tanta ostentacion. Es tipico de Armande haber elegido el Viernes Santo para esta celebracion. La prodigalidad -flores, comida, cajas de botellas de champan en la puerta, embaladas con hielo para que se mantengan frescas- es casi una blasfemia, una mofa manifestada a voz en grito y en la misma cara de Dios en el momento de su sacrificio. Manana hablare con ella sobre el asunto. Ya iba a abandonar el sitio cuando he descubierto a Guillaume Duplessis junto a la puerta, acariciando a uno de los gatos de Armande. Se ha llevado cortesmente la mano al sombrero.

– ?Ha venido a ayudar? -le pregunte.

Guillaume ha asentido con un gesto.

– He pensado que podia echarles una mano -admitio-. Queda mucho por hacer hasta la noche.

– Me sorprende que participe de la fiesta -le he dicho con aspereza-. ?Un dia como hoy! De veras que me parece que esta vez Armande ha llevado las cosas demasiado lejos. Aparte de la falta de respeto que supone para la Iglesia, hay que tener en cuenta tambien el gasto que representa…

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