vaqueros ademas eran pequenos para el y esperaba condenadamente no llegar a ponerse duro porque si lo hacia, todos iban a estar al tanto de lo que le estaba pasando.

Pero lo que lo habia puesto de peor humor era que la mitad de la poblacion de Telarosa se habia presentado en el lugar de rodaje esa manana con animo casamentero. Le habian presentado a tantas Tammys, Tiffanys y Tracys que tenia la cabeza hecha un bombo. Ademas alli estaba todo ese asunto con Gracie Snow. A la luz del dia, el incidente de la pasada noche ya no le parecia tan gracioso.

Esa chica estaba tan necesitada sexualmente que era solo cuestion de tiempo que encontrase a alguien que le rascase la picazon y dudaba que tuviese la suficiente presencia de animo para indagar en la salud sexual de su potencial amante antes de meterse en la cama con el. En New Grundy sus expectativas podian haber estado limitadas, pero alli, los hombres del equipo de rodaje excedian en mucho a las mujeres y probablemente no tendria que insistir demasiado para que uno de ellos tomara la virginidad de Gracie, especialmente si conllevaba ese dulce cuerpecito que ocultaban esas feas ropas. Resueltamente rechazo ese recuerdo en particular.

Era dificil creer que hubiera llegado intacta a los treinta anos; aunque sus modales autoritarios y sus metodos para sabotear motores de coches, probablemente hubieran ahuyentado a gran parte de la poblacion masculina de New Grundy. La habia visto con Natalie Brooks hacia un rato. Cuando acabaron de conversar, ella se habia dirigido derechita hacia el, pero entonces, repentinamente, habia perdido el valor y se habia dirigido hacia la caravana de aprovisionamiento, donde imagino que Connie Cameron, una de sus antiguos ligues la habia hecho pasar un mal rato. Ahora acechaba detras de las camaras, y, a menos que estuviera muy equivocado, estaba haciendo ejercicios de respiracion para relajarse. Decidio acabar con su sufrimiento.

– Gracie, ?puedes venir aqui, por favor?

Ella casi se cayo en redondo. Supuso que si el no se hubiera detenido la noche anterior, no estaria tan ansioso por enfrentarse a su mirada, y cuando ella se acerco, parecia que arrastraba bloques de hormigon en sus pies. Su arrugado traje azul marino parecia hecho para una monja de ochenta anos, y se pregunto como alguien podia tener tan mal gusto al elegir la ropa. Ella se detuvo delante de el y se subio las gafas de sol a lo alto de la cabeza, donde se hundieron en la masa de su pelo. El examino sus ropas arrugadas, sus ojos rojos y su piel palida. Lamentable.

Ella no se pudo enfrentar a su mirada, asi que tuvo claro que estaba todavia avergonzada. Considerando los modales autoritarios que solia exhibir, se dio cuenta que tenia que probar otra estrategia si queria que no estuviera tan cortada en su compania. Aunque normalmente no estaba en su naturaleza patear a alguien ya hundido, supo que no seria bueno para su futuro comun si no le ponia la zancadilla ahora mismo y le recordaba quien era el jefe.

– Carino, hay unos recados que tienes que hacer para mi. Ahora que trabajas para mi, he decidido que te dejare conducir mi T-Bird contraviniendo mi buen juicio. Tienes que echarle gasolina. Mi cartera y las llaves estan en la mesa de la caravana que me asignaron. Y hablando de la caravana. No esta tan limpia como querria que estuviera. Tendras que comprar una fregona y algun producto de limpieza cuando vayas al pueblo, asi podras ponerla como los chorros del oro.

Capto su atencion de inmediato tal y como el habia supuesto que haria.

– ?Estas insinuando que esperas que limpie el suelo de tu caravana?

– Solo lo que este sucio. Y, carino, cuando vayas al pueblo, pasa por la farmacia y me compras una caja de condones.

Abrio la boca repentinamente escandalizada.

– ?Quieres que te compre condones?

– Exactamente. Cuando eres un blanco andante de casos de paternidad, aprendes a ser realmente cuidadoso.

Un rubor subio desde su cuello al nacimiento del pelo.

– Bobby Tom, no voy a comprarte condones.

– ?No lo haras?

Ella nego con la cabeza.

El metio las puntas de sus dedos en el bolsillo de atras de los vaqueros y sacudio la cabeza con pesar.

– Esperaba no llegar a estos extremos, pero veo que necesitamos aclarar como sera nuestra relacion desde el principio. ?Recuerdas cual es el nombre de tu nuevo puesto?

– Vengo a ser algo asi como tu… eh… ayudante personal.

– Exactamente. Y eso quiere decir, se supone, que me ayudas personalmente.

– Eso no significa que sea tu esclava.

– Esperaba que Willow te lo hubiera explicado todo bien -suspiro-. Cuando te explico tus nuevas tareas, ?no te dijo que yo era el jefe?

– Creo que lo menciono.

– ?Y no dijo nada sobre que se supone que haras lo que yo te diga que hagas?

– Ella… estoy segura que no se referia a eso… -dijo ella.

– Oh, te aseguro que lo hacia. A partir de ahora, soy tu nuevo jefe y siempre que obedezcas mis ordenes, nos llevaremos bien. Y ahora apreciaria que limpiaras ese suelo antes de que acabemos por hoy.

Parecio que sus fosas nasales expelian llamas y casi podia ver el vapor saliendo por sus orejas. Apreto los labios como si estuviera a punto de escupir explosivos y cogio su bolso.

– Muy bien.

El espero hasta que ella estuvo casi fuera de su alcance para llamarla.

– ?Gracie?

Ella se giro, con ojos recelosos.

– Sobre los condones, carino. Asegurate que los coges extragrandes. Algo mas pequeno me aprieta demasiado.

Hasta ese momento, Bobby Tom nunca habia visto a una mujer sonrojarse sobre un sonrojo, pero Gracie lo hizo. Ella palpo su cabeza buscando las gafas de sol, las coloco bruscamente sobre los ojos y huyo.

El se rio entre dientes con suavidad. Suponia que deberia de sentirse mal por intimidarla de esa manera, pero sin embargo, estaba desproporcionadamente satisfecho consigo mismo. Gracie era una de esas mujeres que podian volver loco a un hombre si se lo permitia. Por esa razon, era mejor establecer el orden natural de las cosas desde el principio.

*****

Una hora mas tarde, con las compras hechas, sacaba el Thunderbird de Bobby Tom del aparcamiento de la farmacia. Sus mejillas todavia ardian cuando recordaba lo que habia ocurrido alli dentro. Despues de haberse recordado a si misma que las mujeres modernas y socialmente responsables compraban condones a todas horas, reunio el descaro suficiente para comprarlos solo para ver venir a Suzy Denton hacia ella justo en ese momento.

La caja reposaba delante de ella como una granada sin espoleta. Suzy la vio, claro esta, e inmediatamente se puso a estudiar la foto de un perro bicefalo de la primera plana de un periodico sensacionalista. Gracie quiso morirse.

Ahora compartia sus sentimientos con Elvis, que estaba a su lado en una sillita de bebe.

– Cuando creo que no puedo pasar mas verguenza delante de Suzy, pasa siempre algo mas.

Elvis eructo.

Ella sonrio a pesar de si misma.

– Que facil es decir eso. Tu no tuviste que comprar los condones.

El se rio con satisfaccion y soplo una burbuja de saliva. Cuando estaba a punto de abandonar el rancho, se habia topado con Natalie, que freneticamente miraba alrededor tratando de encontrar a alguien responsable al que encomendar a Elvis durante una hora, mientras ella rodaba la primera escena del dia. Cuando Gracie se presento voluntaria, Natalie la habia cubierto de gratitud y de una larga serie de instrucciones, relajandose finalmente cuando Gracie habia comenzado a tomar apuntes.

La resaca de Gracie habia desaparecido y ya no le dolia la cabeza. Habia recuperado un vestido limpio, uno de un triste negro y dorado todo arrugado. Habia recuperado la maleta del maletero y se habia cambiado de ropa antes

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