– No me referia a que nos quedaramos desnudos -«?mentirosa!», le grito una voz interior, consciente de que con la ropa mojada, a Evan se le marcaba el torso musculoso, los abdominales, las caderas y las piernas largas. Se fijo en su entrepierna y comprobo que estaba tan afectado por el beso como ella.

– Eso es lo que suele ocurrir cuando uno se quita la ropa.

Su voz la hizo regresar a la realidad y Lacey levanto la vista.

– ?Eh?

– Uno se queda desnudo cuando se quita la ropa.

– De acuerdo. Me parece bien. Quiero decir que deberiamos ponernos ropa seca.

– Eso estaria bien, pero me temo que no suelo salir de casa con una muda de repuesto.

– Yo tampoco. Pero da la casualidad de que tengo un juego extra de ropa para los dos -miro hacia el escaparate-. Cortesia de mis maniquies

– No lo diras en serio -dijo el, despues de mirar hacia la ventana.

– ?Por que no? ?Tienes alguna otra sugerencia? ?Aparte de que nos quedemos aqui con la ropa empapada hasta que nos pillemos una neumonia?

– Personalmente, prefiero la sugerencia de quedarnos desnudos.

– No habia hecho tal sugerencia.

– ?No? Bueno, pues la hare yo -se acerco a ella.

El fuego de su mirada la hizo sentir como si alguien hubiera vertido un cuenco de miel caliente sobre su cuerpo. Y cuando el le agarro las manos y entrelazaron los dedos, Lacey se quedo sin respiracion.

– ?Quieres desnudarte? -pregunto el.

– Eso si… -la verdad salio de su boca como una bala. Madre mia, parecia una mujer caliente y desesperada en el dia de San Valentin. Y quiza lo fuera, pero el no tenia por que saberlo. ?No habia hecho bastante el ridiculo todavia? -que no -anadio, y tosio para disimular-. No quiero desnudarme. Lo que quiero hacer es llamar al servicio de asistencia en carretera. Y ponerme ropa seca. Despues, tomarme un cafe. Y una galleta. Y tambien, irme a casa. Y olvidar todo lo que ha pasado esta tarde.

El la miro durante unos segundos y ella contuvo la respiracion. Por un lado, deseaba que la atrajera hacia si y la besara de nuevo. Sin embargo, el asintio, le solto las manos y dio un paso atras.

– Buena idea -dijo el-. ?Tienes el servicio de la American Car Association?

– Si. ?No es el que tiene todo el mundo?

– Probablemente. Es el que yo tengo. ?Que te parece si llamo mientras tu te cambias de ropa?

– Trato hecho. Despues, preparare un cafe.

– Muy bien.

– El telefono esta en la pared de detras del mostrador -dijo ella, y lo observo darse la vuelta y dirigirse hacia alli. Tuvo que hacer un esfuerzo para mirar hacia el escaparate y dejar de mirarle el trasero.

Lacey se acerco al maniqui con forma de mujer y le quito la ropa. Al dia siguiente iria mas temprano para vestirlo de nuevo. Si a Evan le parecia mal la forma en que vestia a sus maniquies, no queria ni imaginar lo que pensaria si los tuviera desnudos.

Aunque para ser un chico que parecia un estirado, se habia mostrado mas que dispuesto a desnudarse con ella.

«Ya basta, Lacey», se ordeno. «No pienses en el desnudo. Es mas, no pienses en el para nada». Por desgracia, eso le resulto muy dificil, sobre todo cuando desnudo al maniqui masculino. Sujetando los dos juegos de ropa, se alejo de la ventana y se volvio hacia Evan, justo cuando el colgaba el telefono.

– Me han dicho que enviaran a alguien y que tardara como una hora u hora y media. Les he dicho que vengan a la tienda para que no tengamos que esperarlos fuera.

– Estupendo -le tendio el albornoz y la ropa interior a juego-. Toma. Ropa seca.

El se cruzo de brazos.

– No voy a ponerme ese ridiculo albornoz.

– No es ridiculo. Es romantico… algo de lo que, evidentemente, no sabes nada.

– Se muchas cosas sobre lo que es romantico y, deja que te aclare una cosa, ese albornoz no lo es. Ningun chico respetable se lo pondria. ?Tiene corazones de color rosa!

– Aja. ?Y que sabras tu de moda? Tu, un hombre que no lleva mas que traje y corbata.

– Se lo bastante como para no ponerme eso -senalo la prenda que ella tenia en la mano-. Y has tenido oportunidad de verme con mucha menos ropa, sin traje y sin corbata, asi que no me eches a mi la culpa.

– ?Te han dicho alguna vez que eres un arrogante?

– ?Te han dicho alguna vez que eres extremadamente pesada?

– De pronto, estoy recordando todos los motivos por los que me caes mal -se acerco al mostrador y dejo la ropa con brusquedad-. Si quieres quedarte con la ropa mojada y pillarte un resfriado mientras se te arruga la piel, adelante. Yo voy a cambiarme a la trastienda.

Tras esas palabras, se marcho caminando con la cabeza bien alta. Justo antes de que cerrara de un portazo, lo oyo decir:

– ?No pienso ponerme ese ridiculo albornoz!

Capitulo 6

Evan no podia creer que se hubiera puesto el ridiculo albornoz.

Miro hacia abajo y, al ver sus piernas desnudas bajo el dobladillo del albornoz, puso una mueca de disgusto. «Si Paul me viera con este atuendo, se moriria de risa», penso.

?Por que diablos Lacey no habia vestido a los maniquies con ropa normal? Sin embargo, tenia que admitir que llevar el albornoz era mucho mas agradable que llevar la ropa mojada, sobre todo porque esta ya empezaba a irritarle la piel. Y puesto que ya se sentia como un idiota, habia decidido quitarse tambien la ropa interior y ponerse la que Lacey le habia prestado.

Intentaria mantener el albornoz abrochado y actuar como si estuviera llevando su propia ropa. Como si estuviera en su casa. Y como si estuviera con alguien que no fuera Lacey.

«Lacey». Cuya piel tenia el tacto de la seda y el sabor de flores azucaradas. Lacey, cuyo beso lo habia inflamado por dentro, como si fuera un trago de whisky en un estomago vacio. Lacey, quien en esos momentos se acercaba a el luciendo el vestido rojo que le habia quitado al maniqui y provocando que el se quedara sin aire en los pulmones.

«Madre mia». Aquella mujer no solo sabia como besar, tambien como moverse. Sus caderas se contoneaban despacio, de forma que a el le resultaba imposible dejar de mirarla. El nunca la habia visto vestida con otra ropa que no fueran los pantalones negros y la blusa blanca que se ponia para trabajar. Y aquel vestido rojo le quedaba de maravilla.

Lacey se metio detras del mostrador y saco una cafetera. Lo miro y esbozo una sonrisa.

– Veo que has preferido que no se te arrugue la piel.

– Ni se te ocurra reirte.

– No me reire si tu no te ries -puso una mueca y tiro del dobladillo del vestido hacia abajo-. Este vestido no me queda muy bien. Mi maniqui usa unas cuantas tallas menos que yo. Menos mal que la tela se estira.

– A mi me parece que te queda bien. Perfecto, diria yo.

– ?Es otro cumplido? Estoy alucinada. Pero para continuar con este ambiente distendido, yo tambien te hare un cumplido. Ese albornoz te queda mejor que a cualquier maniqui.

La expresion de su mirada indicaba que no estaba bromeando y Evan noto que se le aceleraba el pulso. Al parecer, a algunas mujeres no les importaba que los hombres llevaran albornoces con corazones de color rosa.

– Gracias… Entonces, ?hacemos una tregua?

– Tregua -contesto ella con una sonrisa-. Al menos, hasta que lleguen los de la asistencia en carretera. ?Quieres un cafe normal o descafeinado?

– Normal. No quiero quedarme dormido de camino a casa. ?Necesitas ayuda?

– Gracias, pero creo que puedo encargarme de una cafetera.

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