Tratando de pensar en algo que no fuera ella, Evan se volvio para mirar las fotos y los collages que decoraban las paredes mientras Lacey molia el cafe.

– Esas son del jardin de mi madre -dijo ella, al ver que el se detenia frente a la foto de un jarron de cristal lleno de flores de color rosa palido.

– He visto estas flores en otras ocasiones. ?Que son?

– Peonias. Hace anos le regale a mi madre esa planta para el Dia de la Madre. Es mi flor y mi aroma preferido.

– ?Sacaste tu la foto?

– Si. Me quedaba mucho espacio por de-corar y no podia gastarme dinero, asi que agarre mi camara y… ?tachan! Los collages tambien los he hecho yo.

– Son muy buenos.

– Gracias. Hacerlos es muy relajante. Pongo musica, me sirvo una copa de vino y dejo volar a mi imaginacion.

El senalo un collage que mostraba escenas de playa.

– Eso es lo que a mi me parece relajante. Estar cerca de la playa.

– Eh, quiza deberiamos grabar este momento, porque parece que, por fin, estamos de acuerdo en algo. Para mi, la playa es el mejor lugar para relajarse. El ruido del mar, la brisa marina, la arena bajo mis pies… -suspiro-. Algun dia espero comprarme una casa en la playa.

– Lo mismo que yo. En la que pueda sentarme en la terraza y disfrutar del mar mientras me tomo el cafe del desayuno.

– Y yo el despues de cenar -sonrio-. Si tuviera un balcon con vistas al oceano, estaria todo el dia fuera. Incluso, probablemente, querria dormir alli.

– Otra vez estamos de acuerdo -dijo el, y la imagino acurrucada contra el, tumbados bajo las estrellas y rodeados por el ruido del mar.

– Guau. Hemos estado de acuerdo dos veces seguidas. ?Quien iba a pensarlo?

– Yo no -cada minuto que pasaba se daba cuenta de que aquella mujer tenia algo mas que un cuerpo estupendo, una actitud desafiante y una propension a hacerlo enfadar. Se fijo en un collage sobre cachorros y no pudo evitar sonreir-. Este es estupendo. ?Tienes perro?

Ella nego con la cabeza.

– Tuve uno cuando era pequena. Un labrador que se llamaba Lucky. Ahora me encantaria tener uno, pero en mi edificio estan prohibidos los animales.

El se acerco al mostrador y la observo mientras llenaba dos tazas de cafe recien hechos.

– Mi perra es mezcla de labrador, o eso creo. Por su tamano, creo que tambien tiene algo de san bernardo.

– ?Tienes perro?

– Una encantadora perrita de cuatro anos que recibe con besos a todo el que aparece.

– No me parecias el tipo de hombre de los que tienen perro.

– Supongo que estoy lleno de sorpresas.

Sus miradas se encontraron.

– Supongo que si -dijo ella-. ?Como se llama tu perro?

– Sasha. La adopte hace seis meses cuando fui con Paul a una perrera que hay al norte de Los Angeles, porque el queria adoptar un perro. Sasha y yo nos miramos un instante y sentimos amor a primera vista. El unico problema es la barrera del lenguaje.

– ?Perdon?

– La familia con la que vivia Sasha solo hablaba ruso. La perra no comprende ni una palabra de ingles.

Ella lo miro unos segundos y se rio.

– Bromeas.

– No. Y yo solo se decir «caviar» y «vodka» en ruso.

Lacey solto una carcajada y nego con la cabeza.

– Nunca habia oido algo asi.

– Yo tampoco. Asi que, si por casualidad sabes como decir en ruso: «sientate», «quieta», o «no te comas mis zapatillas», dimelo.

– ?Sasha se come tus zapatillas?

– No es que se las coma, sino que las roe hasta destrozarlas. Pero solo mis zapatillas. Por suerte no le gusta la ropa.

– ?Y quien cuida de ella cuando estas en el trabajo?

– La saca a pasear un chico. Por las noches, cuando trabajo hasta muy tarde, como hoy, mi vecino cuida de ella.

Lacey dejo las tazas sobre el mostrador.

– ?Por que no las llevas a la mesa mientras voy a por las galletas?

Evan agarro las tazas y las llevo hasta una mesa redonda y de cristal que estaba situada entre dos butacas. Ella se reunio con el segundos mas tarde y dejo sobre la mesa un plato con dos galletas enormes. Se sento frente a Evan y, aunque el trato de no hacerlo, no pudo evitar fijarse en lo corta que le quedaba la falda al sentarse.

Haciendo un esfuerzo, consiguio dejar de mirarle las piernas y se centro en las galletas rosadas con forma de labios.

– ?Estas son las galletas que mencionaste antes? -pregunto el-. Las que llamabas Muerdeme.

– Si -le dio una servilleta-. Pruebalas.

Teniendo en cuenta lo apetecibles que eran sus piernas, no era una galleta lo que mas deseaba morder. Pero puesto que solo le habia ofrecido el dulce, decidio aceptarlo.

– ?Guau! -exclamo despues del primer bocado-. Esta galleta esta deliciosa.

– Gracias. Necesite hacer muchas pruebas para dar con la receta correcta.

– Mision cumplida. Se nota cuando una galleta es extraordinaria porque uno siente como se le endurecen las arterias.

Ella se rio.

– Si pudiera encontrar la manera de mantener el sabor y la textura pero sin que tuvieran calorias, seria multimillonaria. Al menos, a vosotros el dulce no se os acumula en las caderas. Ojala alguien inventara un kit para hacer la liposuccion en casa. Algo que se pudiera conectar al aspirador. O a la bateria del coche.

– A ti no te serviria. Tu coche se ha quedado sin bateria.

El bebio un sorbo de cafe y cerro los ojos como apreciando el sabor. Lacey no solo sabia moverse y besar, tambien horneaba las mejores galletas y preparaba el mejor cafe del mundo. Aquella era una combinacion letal. ?Y por que diablos no le gustaba? El sabia que tenia multiples motivos. Pero no podia recordarlos. Decidio que lo mejor era continuar hablando hasta que ella dijera algo que le refrescara la memoria.

– Puesto que yo te he contado todo acerca de mi complicada relacion idiomatica con Sasha, te toca a ti.

– ?El que?

– Contarme algo sobre ti que yo no sepa.

Ella se apoyo en el respaldo de la silla y lo miro por encima del borde de la taza.

– ?Que quieres saber?

«Todo», penso el, pero contesto:

– Cualquier cosa. ?Por que no me hablas de tu familia? ?Hay alguien mas como tu?

Ella nego con la cabeza.

– Tengo una hermana. Se llama Meg, pero no nos parecemos nada y somos completamente distintas. La gente que nos conoce a las dos no puede creer que seamos familia.

– ?Diferentes, en que sentido?

– Meg era la tipica chica rubia, extrovertida, que pertenecia al grupo de animadoras del colegio. Yo llevaba gafas, ortodoncia, era timida y torpe. Y mi pelo era asi -se agarro un mechon de pelo rizado y tiro de el-. Cuando eramos adolescentes, Meg no se preocupaba mucho porque yo no tuviera el mismo aspecto que ella. Ahora nos llevamos muy bien, pero de pequenas fue duro. Incluso todavia me llama Hoyuelos, solo para molestarme.

– Me parece un mote perfecto… Tienes unos hoyuelos preciosos.

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