El la miro y fruncio el ceno.
– Si, eso es exactamente lo que has conseguido; y sin esfuerzo alguno… Me asusta pensar en lo que podria haber pasado si hubieras utilizado conmigo tus tacticas femeninas.
– No te habria asustado, te lo aseguro. Te habria parecido fascinante.
Genevieve froto los senos contra su pecho y sonrio de forma maliciosa.
– Estoy convencido de ello -murmuro-. Sobre todo ahora, cuando mi ardor ha pasado… la proxima vez, durare mas.
– ?La proxima vez? Eso suena algo…
– ?Presuntuoso? -la interrumpio-. Si, lo se; pero te he deseado desde que te vi por primera vez. No te enganes, Genevieve, quiero hacerte el amor. Sin embargo, solo te puedo ofrecer los quince dias que permanecere en Little Longstone; es un detalle importante, que deberias tomar en consideracion.
Simon se detuvo un momento, la miro a los ojos y siguio hablando.
– Esta noche nos hemos dejado llevar por la pasion del momento -continuo-. Adoro la espontaneidad, pero no hago nada sin valorar las consecuencias de mis actos. Todas las aventuras tienen repercusiones; aunque se lleven con cuidado, pueden dar pie a un escandalo. Yo me marchare, pero tu seguiras aqui y podrias sufrir la censura publica si se llegara a saber. Incluso podrias quedarte embarazada…
– Simon…
– Te deseo, Genevieve, pero no quiero que tomes una decision de la que mas tarde te arrepientas. Piensalo con detenimiento: Si mantenemos una relacion, sera porque los dos lo queramos.
Ella no supo que decir; la deseaba y, sin embargo, contenia su deseo y le pedia que reflexionara y que tomara una decision en frio. Hasta se habia preocupado por la posibilidad de que se quedara embarazada y de que su posicion en Little Longstone se viera comprometida. Y por si eso fuera poco, era tan sincero como para recordarle que solo permaneceria dos semanas en el condado.
Genevieve era una mujer de mundo y sabia que muy pocas personas se habrian comportado asi en esas circunstancias. Habrian tomado lo que se les ofrecia, sin pensar en las consecuencias; minimas seguramente para el, pero costosas para ella.
Por otra parte, su deseo estaba fuera de duda; Simon se habia excitado de nuevo y ella podia sentir su ereccion contra el cuerpo. Esa era, con gran diferencia, la mejor demostracion de su honradez; queria tomarla, pero se controlaba y le ofrecia algo que Richard no le habia ofrecido nunca: la posibilidad de elegir. Genevieve no se habia convertido en amante del conde por voluntad propia, sino empujada por la necesidad y la desesperacion. Sencillamente, no habia podido elegir.
Aparto las manos de Simon y retrocedio. Tenia mucho en lo que pensar. Sobre todo, porque estaba segura de que su deseo moriria en cuanto le viera las manos. Y no estaba preparada para sufrir otro rechazo.
– Agradezco tu preocupacion, Simon, asi como tu paciencia. Pensare en ello, creeme. Pero ahora, sera mejor que vuelva a casa.
Ella le dio la espalda y se volvio a poner la camisa. Despues, se la ajusto, se apoyo en unas rocas y salio del agua.
La carne se le puso de gallina al sentir el aire fresco de la noche. Alcanzo la ropa sin molestar a
Ahora, sintiendose mucho menos vulnerable que antes, se giro hacia el agua. Simon tambien habia salido; se estaba poniendo la chaqueta y la miro a los ojos.
Durante unos segundos no hicieron otra cosa que mirarse. Genevieve volvio a sentir el mismo deseo, aunque mezclado con algo mas, algo que no habia experimentado nunca. Querria arrojarse a sus brazos y apretarlo con fuerza. Queria inhalar su aroma, sentir su fuerza, aferrarse a el y no volver a soltarlo. La idea le parecio tan extrana que sacudio la cabeza e intento recobrar su buen juicio.
– ?Tienes frio? -pregunto el, acercandose.
– No.
El se detuvo y la observo como si Genevieve fuera un enigma que se sentia incapaz de resolver. Sus ojos brillaban de deseo, pero en lugar de besarla, se inclino y recogio a la perrita.
– Hace un rato, cuando la perseguia por los bosques, estuve tentado de cambiarle el nombre y llamarla
– Y tu que pensabas que solo te daba problemas…
– Y me los da, pero es evidente que siento debilidad por los problemas. Y por otras cosas -anadio, recorriendo su cuerpo con la mirada-. En fin, sera mejor que nos marchemos. Si seguimos aqui, se nos hara de dia. ?Vamos?
Simon le ofrecio el brazo. Genevieve lo acepto y caminaron hacia la casa.
Durante unos minutos, el unico sonido que se oyo fue el de sus pasos sobre las hojas secas. Pero luego, por motivos que ni ella misma alcanzaba a comprender, declaro:
– Hacia tiempo que no paseaba por el campo con un hombre.
Simon se giro hacia ella.
– Sera porque querias pasear sola. De haber deseado un acompanante, solo habrias tenido que chasquear los dedos y tu casa se habria llenado de pretendientes.
Genevieve sonrio.
– Sobrestimas mis encantos, Simon.
– En absoluto. Eres tu quien los sobrestima. ?Es que no tienes espejos?
– Si, y no mienten.
– Entonces, necesitas gafas.
Genevieve estaba a punto de discutirselo cuando Simon se detuvo en seco y la arrastro hacia la oscuridad, como si no quisiera que los vieran.
– La puerta de tu casa esta abierta -explico.
El se inclino, se saco un cuchillo de la bota y anadio:
– Dame tu pistola.
Genevieve se estremecio y se llevo la mano al bolsillo donde la habia guardado.
– No sera necesario. No la llevo como adorno… soy buena tiradora.
– Estoy seguro de ello, pero ?serias capaz de disparar a un ser humano?
– Si fuera preciso…
Simon la miro y asintio.
– Bueno, esperemos que no lo sea. Quedate detras de mi y preparate para salir corriendo si las cosas se complican. Ah, y no me dispares a mi…
Simon salio del follaje y camino hacia la casa con cautela, vigilando los alrededores. Genevieve lo siguio, nerviosa. ?Seria posible que Richard hubiera ido a recoger la carta? De ser asi, no queria que Simon lo tomara por un intruso y lo atacara.
Llegaron al camino de piedra y entraron en el vestibulo. Baxter yacia en el suelo, con una mancha oscura en la cara que solo podia ser una cosa: sangre.
Capitulo Diez
Simon se arrodillo junto a Baxter y miro a su alrededor. Justo cuando llevo los dedos a su cuello para comprobar si tenia pulso, el gigante gimio y se movio un poco.
– Esta volviendo en si -dijo Simon, laconico-. Tengo que ver si hay alguien en la casa…
Tomo a Genevieve de los hombros, la empujo suavemente contra la pared y anadio:
– No sueltes la pistola. Quedate aqui hasta que vuelva.
– Pero Baxter…