– Estara bien, no te preocupes.
– No puedo dejarlo en el suelo…
– Ni ganariamos nada si el intruso sigue en la casa y te sorprende porque te has arrodillado para cuidar de tu mayordomo. Tardare poco.
Tras una duda breve, ella asintio.
Simon desaparecio, cuchillo en mano. Su instinto le decia que la casa estaba vacia, y no tardo en comprobarlo. La ultima habitacion que miro antes de volver al vestibulo fue el dormitorio de Genevieve. En ese momento tuvo una corazonada y abrio el cajon del tocador donde guardaba la ropa interior; faltaba una cosa importante: la caja del conde ya no estaba entre la lenceria.
Se pregunto si se la habria llevado el intruso o si Genevieve la habria cambiado de sitio. En cualquier caso, estaba seguro de que lo sucedido no era casual; estaban buscando algo, y seguramente era la carta.
Cuando regreso con Genevieve y Baxter, dijo:
– No hay nadie.
Ella asintio y se arrodillo junto al gigante.
– Ha gemido varias veces y acaba de abrir los ojos.
– Magnifico. Encargate de el. Vuelvo enseguida.
Salio de la casa y recogio a
– ?Que tal esta?
– Consciente.
Baxter intento sentarse. Simon se lo impidio.
– Maldita sea… la cabeza me duele como si un batallon de demonios me estuviera acribillando con sus horcas. ?Que diablos he bebido?
– No has bebido nada -le informo Genevieve-. Te han dejado inconsciente.
Baxter fruncio el ceno.
– ?Inconsciente?
– Si. Alguien ha entrado en la casa y la ha registrado -explico Simon mientras examinaba el chichon de su cabeza-. Necesitamos mas luz…
Ella se levanto y volvio un minuto despues con una lampara de aceite que dio un tono dorado al vestibulo.
– Que dolor de cabeza…-insistio Baxter.
– ?Has visto a tu agresor?
Baxter sacudio la cabeza y respondio:
– No, solo he oido un ruido seco, como de un cristal al romperse. Pense que
– No. Estoy bien.
Baxter miro entonces a Simon y entrecerro los ojos.
– ?Que hace este hombre aqui?
– Acompanaba a Genevieve a casa. Cuando llegamos, la puerta estaba abierta.
– ?Acompanandola a casa?
Baxter intento incorporarse otra vez, pero esta vez lo consiguio porque tuvo el apoyo de Genevieve y del propio Simon.
– Genevieve ya estaba en casa -afirmo Baxter-. ?Quien me dice que no ha sido usted el que me ha atacado?
Genevieve se adelanto a Simon en la respuesta.
– Sali a banarme en el manantial. Simon estaba paseando a
Baxter parpadeo.
– ?Como se te ocurre salir a banarte en plena noche?
– Descuida, me lleve la pistola por si tenia que defenderme.
– Pero no le has disparado a el.
– Yo no la acechaba -se defendio Simon-, solo estaba paseando. Genevieve, ?sabes si recientemente se han sufrido robos en la zona?
– No que yo sepa.
– Es importante que revises las habitaciones y veas si se han llevado algo. ?Guardas objetos valiosos en la casa?
Los ojos de Genevieve brillaron de forma extrana.
– Unas cuantas joyas, pero nada especialmente valioso.
– Entonces, vamos a vendarle la herida a Baxter. Despues, te acompanare y revisaremos tus posesiones a conciencia.
Mientras Genevieve se encargaba de vendar al mayordomo, Simon lo ayudo a levantarse y lo llevo hacia la sala de estar. No fue facil, porque pesaba mucho.
Todavia estaban en el pasillo cuando el gigante comento:
– No crea que no se lo que pretende.
– ?Lo que pretendo?
– He visto como mira a Genevieve.
– ?Y como la miro?
– Como si fuera una chuleta de cerdo y usted un chucho hambriento. Pero se lo advierto; no voy a permitir que le haga dano.
Baxter se detuvo, se aparto de Simon y lo miro con frialdad, dejando bien claro que estaba dispuesto a romperle todos los huesos.
– No tengo ninguna intencion de hacerle dano.
Simon dijo la verdad. Esperaba que Genevieve hubiera sacado la carta de la caja de alabastro por motivos perfectamente inocentes.
– Sus intenciones importan muy poco. Podria hacerle dano de todas formas, y Genevieve no lo merece. Ya lo ha pasado bastante mal -declaro, inclinandose sobre el-. Si le hace dano, yo se lo hare a usted. Considerese advertido.
– Muy bien, ya ha dicho lo que tenia que decir. Ahora, permita que le limpiemos y vendemos la herida para que pueda protegerla mejor… de quien sea que haya entrado en la casa.
Baxter gruno y siguio caminando.
– Ese canalla lo va a lamentar cuando lo encuentre. Pero, ?en que diablos pensaba Genevieve al salir a estas horas e internarse sola en el bosque? ?Y que estaba haciendo usted en su propiedad? Espiandola, seguro…
– No, simplemente seguia a mi perra. Se escapo y corria tanto que me extrana que no hayamos terminado en Escocia. Alegrese, Baxter; ha sido una suerte que Genevieve hubiera salido. Si el intruso la hubiera encontrado, la habria dejado inconsciente como a usted. O quiza le habria hecho algo peor.
Entraron en la sala de estar. Baxter se sento en un sillon, delante de la chimenea. Genevieve aparecio segundos mas tarde con un cuenco lleno de agua y varias tiras de lino limpio. Camino hacia Baxter y dijo a Simon:
– Yo me encargare de el. Hay una botella de
Simon camino hacia la mesa. Habia dos cajones inferiores, uno a cada lado, pero sabia donde encontrar la botella porque la habia visto durante uno de sus registros.
Sirvio una porcion generosa al mayordomo y una mas pequena para el mientras Genevieve le limpiaba la herida con manos firmes y, todavia, enguantadas. Por la expresion de Baxter, supo que estaba acostumbrado a verla con guantes y se pregunto, por enesima vez, que le habria pasado. Fuera lo que fuera, no tenia ningun efecto en sus caricias. Aun recordaba el contacto de sus dedos en el pelo.
Se acerco al sillon y le dio su copa a Baxter. El gigante le dio las gracias con un grunido y se bebio el contenido en dos tragos largos.