Victoria digirio sus palabras no sin una buena dosis de sorpresa. Hasta la fecha jamas se habia planteado que un hijo menor no envidiara al heredero por su titulo y su posicion.
Antes de poder considerar en profundidad el asunto, sin embargo, se dio cuenta de que estaban ya cerca de las cuadras. Su mirada quedo prendida en la estructura que Nathan habia levantado alrededor de los establos para sus animales. Y sus ojos se abrieron de par en par.
Una pareja de patos salio aleteando por la puerta abierta del recinto. Contoneandose, se dirigieron hacia ellos. Iban seguidos de una vaca, un cerdo enorme y una cabra… una cabra que llevaba sobre el lomo lo que parecia una paloma. El grupo al completo rompio a trotar. Victoria se detuvo a mirar. El doctor Oliver siguio andando y poco despues se volvio a mirarla y se echo a reir.
– Daria lo que fuera por que pudiera verse la cara, lady Victoria. Su expresion no tiene precio.
– Cualquiera diria que van a atacarle.
– En absoluto. Simplemente me dan los buenos dias… con entusiasmo, como si fuera yo quien les da de comer.
Victoria siguio exactamente donde estaba, prefiriendo observar desde la distancia sin dejar de acunar a Botas. Observo, perpleja, como el doctor Oliver era «saludado» por el grupo de animales. Los patos graznaban ruidosamente, picoteandole las botas, mientras el cerdo se frotaba contra sus piernas como un gato. La vaca solto un lastimero mugido y luego lamio la mano del doctor Oliver con una lengua enorme, una escena a la que Victoria saludo arrugando la nariz. La cabra empujo suavemente por la espalda al doctor hacia el establo mientras el pajaro que iba sentado sobre su lomo, y que, segun Victoria pudo apreciar, se trataba efectivamente de una paloma enormemente gorda, arrullo y ahueco sus plumas.
El doctor Oliver los acaricio a todos, hablandoles como si fueran ninos y no animales… animales que, a juzgar por el fuerte olor que floto hasta ella, necesitaban con urgencia un bano.
– Venid -dijo Nathan al grupo, llevandolos hacia Victoria-. Permitidme que os presente a lady Victoria…
– Esto no es necesario -dijo ella apresuradamente, retrocediendo y mirando desconfiada a la cabra que mostraba un gran interes por los crespones de encaje que adornaban sus munecas.
El doctor Oliver se detuvo y, maldicion, a Victoria no le paso desapercibido que se estaba divirtiendo de lo lindo a expensas de ella.
– Despues de la impresionante actuacion con la que me deleito anoche, jamas habria pensado en usted como en una mujer cobarde, lady Victoria.
Victoria levanto la cabeza y se vio obligada a tomar aire por la boca debido al espantoso olor que impregnaba el aire.
– No soy ninguna cobarde. Simplemente no me gustan los animales que… pesan mas que yo. Y que tienen un olor tan… peculiar. -Levanto un poco a Botas-. Es solo que prefiero los gatos a las cabras.
– ?Le gustan los perros?
– De hecho, si.
– Excelente, pues esta a punto de conocer a R.B.
– ?Quienes…? ?Ay!
Victoria dio un traspie hacia delante al verse firmemente empujada por el centro mismo de su trasero. En cuanto recupero el equilibrio, se volvio de espaldas para encontrarse cara a cara con el perro mas enorme que habia visto en su vida., De color marron claro, con manchas mas oscuras y un hocico negro y mofletudo, el monstruo se erguia regiamente, observandola desde unos ojos separados de color castano oscuro a los que asomaba una expresion alerta aunque con suerte tambien amable. La parte superior de la cabeza del gigante le llegaba al pecho. Victoria se obligo a quedarse totalmente inmovil mientras la bestia levantaba la cabeza para olisquear el aire sin dejar de mover el hocico.
– Lady Victoria, permitame presentarle a R.B.
– ?Que quieren decir las siglas R.B.? -pregunto, suponiendo que la B hacia referencia a «bestia» o a «batacazo».
– Rompe Botas. Considerese avisada, aunque debo decir que es su unica mala costumbre.
– En… encantada -murmuro Victoria, retrocediendo despacio unos cuantos pasos, alarmada al ver que R.B. avanzaba a su vez con ella. De pronto, se golpeo contra algo solido y se detuvo. Unas manos grandes la tomaron por los brazos desde atras y Victoria fue entonces consciente de que ese algo solido contra lo que se habia golpeado era el mismisimo doctor Oliver.
– Creia que habia dicho que le gustaban los perros -oyo decir a la voz ligeramente divertida del doctor directamente junto a su oreja.
El calor que desprendian las manos de Nathan se extendio por sus brazos en un pasmoso contraste con la hormigueante sensacion invocada por la voz profunda e intensa al acariciarle el oido.
– Me gustan los perros -dijo Victoria sin apartar en ningun momento los ojos de la enorme bestia que tenia delante-. Pero esto no es un perro. Es casi un… oso.
Nathan se rio entre dientes y su calido aliento acaricio el cuello de Victoria, despertando las sensibles terminaciones nerviosas en su piel desnuda. Luego la solto y se movio hasta quedar de pie a su lado. A pesar de que habia dejado de tocarla, el calor de sus manos seguia impreso sobre su piel y Victoria dio gracias a que todavia tenia a Botas en brazos, de lo contrario habria recorrido con los dedos el calido punto del que el la habia agarrado. R.B. se acerco trotando de inmediato a su dueno, meneando el rabo.
Tras acariciar la enorme cabeza del perro, el doctor Oliver dijo:
– Hagamoslo como corresponde, ?te parece, muchacho? Sientate. -El perro levanto una pata delantera del tamano de un plato-. Desea serle presentado formalmente.
Victoria miro al perro, recelosa.
– ?Es manso?
– Como un cordero.
– Desgraciadamente, no tengo la suficiente experiencia con los corderos para saber si son mansos. Oh, lo parecen, pero quien me dice a mi que no son unas bestias grunonas e irritables…
– R.B. es extremadamente manso.
– Por su aspecto, diria que podria comerse mi pecho como entrante. Digame, ?todos sus animales son tan grandes? ?No tiene nada mas pequeno?
Nathan chasqueo la lengua.
– Me temo que no en forma de perro.
Decidida a borrar la mueca divertida de esa boca sonriente, Victoria contuvo su nerviosismo y tendio la mano para estrechar la enorme pata que el animal le ofrecia. En cuanto la solto, R.B. volvio a apoyarla en el suelo, dejandole la mano totalmente intacta. Lo cierto es que era un hermoso animal y que parecia realmente amistoso… quiza un poco demasiado, a juzgar por el golpe en el trasero que le habia propinado… aunque debido a su exagerado tamano resultaba intimidatorio.
Un nuevo olorcillo a animal de granja la saco de su inmovilidad. Despues de decidir que habia acumulado suficiente informacion en lo que iba de manana, se dirigio lentamente hacia las cuadras con la mirada fija en el rebano del doctor Oliver.
– Si me disculpa, voy a dar mi paseo matinal.
– ?No olvida usted algo, lady Victoria?
Dios del cielo, la cabra volvia a mirarla. Acelero el paso.
– Ejem… no lo creo. -Para su consternacion, el doctor Oliver se acerco a ella con una maliciosa sonrisa arrugando su hermoso rostro. Y como si eso no resultara en si bastante alarmante, su apestoso rebano no tardo en seguirle.
– Botas -dijo el.
La mirada de Victoria descendio hasta el despellejado calzado de Nathan.
– Son… preciosas. Necesitan un poco de lustre, pero…
– Me refiero a mi gata, lady Victoria. -Siguio acercandose a ella, con sus animales tras el… con excepcion de la vaca, que se habia detenido a comer un poco de hierba.
– Ah, Botas -dijo ella, deteniendose a reganadientes y sintiendose como una idiota. Bajo los ojos hacia la pequena durmiente, que seguia dulcemente acurrucada en el hueco de su brazo, y fue presa de un arrebato de irrazonable y ridicula posesion.
El doctor Oliver se detuvo directamente delante de ella y le lanzo una mirada de total comprension.