– Si.

– Bien. Creo que Miel sera una buena montura para usted. Es energica, aunque muy dulce. -Abrio la marcha hasta el ultimo establo, donde la yegua, bautizada por su crin de color dorado claro, relincho al verle.

– Es preciosa -exclamo lady Victoria cuando el saco a la yegua del establo. Nathan la vio entonces acariciar el cuello y el aterciopelado hocico del animal.

Mientras lady Victoria y Miel se conocian, el ensillo a la yegua con una silla de mujer al tiempo que oia a Victoria susurrar al caballo palabras suaves y halaguenas. Ensillo despues para el a Medianoche, un castrado purasangre negro.

Tras acomodar a lady Victoria en su silla, Nathan monto de un salto a lomos de Medianoche y abrio la marcha al exterior. Curioso por saber si ella era en realidad una amazona experimentada, no tardo en emprender un energico trote hacia el inmenso bosquecillo de olmos situado en el extremo mas alejado de los parterres de cesped, evitando a proposito la direccion opuesta, donde los tormentosos recuerdos de la noche acontecida tres anos antes esperaban para abatirse sobre el en despiadada emboscada. Cuando se acercaban ya a los arboles, Nathan aflojo el paso, vagando despacio por los senderos impregnados de olor a madera, salpicados de los primeros rayos del palido sol de la manana. Los pajaros gorjeaban, las hojas crujian bajo los cascos de los animales y una suave brisa marina le colmaba los sentidos. Desde todas direcciones le asaltaban los recuerdos. Habia cabalgado, caminado y corrido por esos caminos innumerables veces durante su juventud, e incluso, a pesar de tan prolongada ausencia, tenia la sensacion de no haberse marchado de alli nunca.

No sabia con seguridad cuanto tiempo llevaban avanzando en silencio cuando ella dijo:

– El paisaje es precioso. ?Visita a menudo Creston Manor?

Nathan se pregunto si Victoria habria visto algo reflejado en su rostro que la hubiera llevado a hacer esa pregunta.

– Hacia tres anos que no venia.

Victoria arqueo las cejas.

– ?Es decir desde su ultima mision?

– Si.

– ?Por que no ha regresado desde entonces?

Nathan se volvio y la miro directamente a los ojos. El sol destellaba en el castano oscuro de los rizos que enmarcaban el rostro de lady Victoria, lanzando al aire reflejos color canela. Su traje de montar de color verde oscuro armonizaba con su blanco cutis. Y los labios… diantre, los labios parecian forjados en un par de melocotones carnosos, jugosos y suculentos. Quiza haberla acompanado en su paseo a caballo no habia sido a fin de cuentas una buena idea.

– ?Lord Nathan? ?Por que no ha regresado desde entonces?

Demonios, habia perdido por completo del hilo de la conversacion. Se planteo durante un instante si decirle la verdad y penso que por que no iba hacerlo. En cualquier caso, poco importaba la opinion que ella tuviera de el.

– Despues de que fracasara la mision, tuve una discusion con mi padre y con mi hermano. Lo mejor para todos los implicados era que me marchara.

La mirada de Victoria busco la suya y dijo entonces dulcemente:

– Debe de haber sido muy duro para usted.

Sin duda era lo ultimo que Nathan esperaba oir de labios de ella. Habia esperado notarla curiosa, burlona, quiza entrometida. En cambio, le habia ofrecido su compasion, como si entendiera el peso de esa separacion. Semejante reaccion lo confundio. Y le inquieto. No tenia el menor deseo de descubrir nada agradable en ella.

– Supongo que el regreso habra despertado en usted muchos recuerdos -dijo ella, de nuevo desarmandole con su extrana capacidad para comprender precisamente lo que el estaba pensando.

– Si. El sendero por el que pasamos ahora fue siempre mi favorito. Se bifurca dentro de medio kilometro. El camino de la derecha lleva a la playa y el de la izquierda a un pequeno lago privado enclavado en el extremo mas alejado de la propiedad.

– ?Asi que este lugar en particular esta plagado de recuerdos felices?

Nathan asintio despacio al tiempo que una sonrisa tironeaba de sus labios mientras algunos de esos recuerdos volvian a dibujarse en su mente.

– Si, asi es.

– ?Por que no comparte algunos conmigo?

Nathan le lanzo una mirada. La expresion de lady Victoria revelaba tan solo interes.

– ?Es usted consciente de que, si conversamos, corremos el riesgo de discutir?

– No conversaremos -respondio ella con una sonrisa-. Puede hablar usted y yo me limitare a escuchar las historias de su malograda juventud. Digame, ?por que era este su rincon favorito?

Nathan vacilo vanos segundos antes de responder, dejando que el ambiente que destilaba el entorno le infundiera un halo de nostalgia. El gorjeo de los pajaros, los inmensos arboles que les proporcionaban ondulantes lazos de sombra y dorados rayos de sol. El aroma de la tierra humeda, el aire limpio, y siempre ese fuerte olor a mar que le hacia pensar en su casa y en los suyos.

– Mis dos rincones favoritos de la propiedad son el lago y el mar. Todos los dias, independientemente del clima, recorria este sendero, decidiendo durante el trayecto que porcion de agua visitaria ese dia. -Rio al recordarlo-. La decision era realmente agonica.

– ?Por que agonica? ?Por que no simplemente resolver el dilema alternando destinos a diario? ?O mejor aun, visitando ambos?

– Excelentes sugerencias. Sin embargo, nunca me parecio viable visitar los dos, pues no soy amigo de las prisas, y en cuanto llegaba a una de las ubicaciones odiaba marcharme, de modo que era mucho lo que tenia que considerar a la hora de elegir mi destino diario. El clima, sin ir mas lejos.

– ?Que tenia que ver el clima con su eleccion?

– Siempre elegia la ruta hacia el mar si habia tormenta. El espectaculo de las olas rompiendo contra la orilla, el rugido de las aguas agitadas salpicando los accidentados acantilados me embelesaba. Tambien elegia el camino que llevaba al mar directamente despues de una tormenta, pues la orilla siempre mostraba una nueva seleccion de despojos a observar y de conchas que coger.

– Me encanta coleccionar conchas -dijo lady Victoria con los ojos brillantes-. Las guardo en un enorme jarron de cristal en Wexhall Manor, y anado mas todos los anos despues de nuestras vacaciones en Bath.

– En ese caso, sin duda disfrutara de la playa que tenemos aqui.

– ?Debo entender entonces que optaba por la ruta que lleva al lago los dias de buen tiempo?

– Normalmente si, pues me gusta nadar en el lago. A veces venia solo, disfrutando de la soledad de flotar en el agua, mirando el cielo y viendo pasar las nubes. Sin embargo, casi siempre Colin, Gordon y yo ibamos juntos, metidos en alguna travesura, jugando a los piratas o a algo por el estilo.

– Gordon… ?se refiere a lord Alwyck?

– Si. Nos conocemos desde que eramos ninos -dijo. Y eramos inseparables, penso. Nathan aparto esa idea de su cabeza y prosiguio-: Naturalmente, los miercoles estaban siempre dedicados al lago, independientemente del dia que hiciera.

– ?Por que?

– Porque es el dia en que Hopkins se bana en el lago. Nos escondiamos en la orilla y esperabamos a que se hubiera sumergido del todo en el agua para robarle la ropa.

Victoria abrio mucho los ojos y se llevo los dedos enguantados a los labios para ocultar su sonrisa.

– ?Y le hacian eso al pobre hombre todos los miercoles?

– Sin falta.

– ?Y el no tomaba represalias?

– Oh, ya lo creo. Aquello se convirtio en una batalla por saber quien era mas ingenioso. Hopkins empezo a esconder su ropa en lugares distintos y nosotros la encontrabamos. El se llevaba una muda adicional, pero tambien caimos en la cuenta de eso. Escondia una toalla entre los arbustos y nosotros dabamos con ella. Siempre le dejabamos la ropa en el establo, pulcramente doblada, con una nota que decia: «Hasta la semana que viene, el Ladron Que Te Deja Con El Trasero Al Aire». -Una sonrisa asomo a los labios de Nathan-. Cuando estaba en nuestra compania, Hopkins fingia que no sabia que eramos nosotros los responsables de los robos. Pero nos ocultabamos en los bosques y le observabamos salir del lago, chorreando, lanzando maldiciones y juramentos,

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