– No estoy agotada. ?Estoy llena de energia! -Victoria abrio del todo los brazos y giro sobre si misma un par de veces-. Nunca habia estado en un sitio tan vigorizante como esta playa. Diriase que la energia vibra en el aire. Sin embargo, de algun modo me siento… serena. -Hizo un gesto despreciativo con la mano y se echo a reir-. Me temo no poder explicar exactamente como me siento.
El la envolvio en la intensidad de su mirada.
– No es necesario que lo haga, pues entiendo a la perfeccion lo que dice. Es un lugar que inspira excitacion y que infunde paz en el alma.
– ?Si! Eso es exactamente.
Una lenta sonrisa que curvo los labios de Nathan acelero el corazon de Victoria de un modo totalmente distinto a como lo habia hecho su improvisada carrera. Se sintio hechizada por la mirada del medico, cautivada por el modo en que la brisa le alborotaba el cabello y por como la luz del sol le banaba en un halo de calidez dorada. Logro obligarse a bajar la mirada y la paralizo reparar en como la brisa pegaba la camisa de algodon a su pecho y a su torso, ofreciendo un burlon atisbo de su silueta masculina que resultaba a la vez absolutamente exagerado y casi insuficiente.
Decidida a no volver a verse sorprendida mirando, Victoria volvio la cabeza y sus ojos tropezaron con una concha en la arena. Rapidamente se quito los guantes y se agacho.
– Mi primer tesoro -dijo al levantarse, sosteniendo en las manos la delicada y nacarada concha blanca.
– Preciosa -murmuro Nathan.
Ella le miro y pudo ver que el no miraba la concha sino a ella con esa misma expresion inescrutable. ?Que podria borrar esa expresion de sus ojos y colmarlos de algo facilmente descifrable como… el deseo?
Aunque no estaba segura de tener la respuesta a esa pregunta, se dio cuenta de pronto de que ardia en deseos por encontrarla.
Capitulo 8
La mujer moderna actual debe dominar el arte del beso, sobre todo el beso de saludo y el de despedida. El de saludo porque marca el tono de su encuentro con un caballero, esencial cuando se trata de seducirlo y fascinarlo. Y el beso de despedida porque ella desea dejarle con algo en lo que pensar… es decir, en ella.
Charles Brightmore.
Tras atar los lazos del sombrero y formar con el un improvisado cesto, Victoria deposito en el su concha y se lo colgo del hombro como si de un bolso se tratara. Acto seguido, vio otra concha a unos metros de ella. Se abalanzo sobre el tesoro, exclamando al tener en sus manos el inusual hallazgo.
– Nunca habia visto conchas semejantes -dijo, cogiendo varias mas.
– Y todavia no hemos llegado al mejor lugar que ofrece la playa -apunto el doctor Oliver.
Victoria se protegio los ojos del sol con una mano de dedos cubiertos de arena y, todavia agachada, miro a Nathan.
– ?No ira a decirme que hay un lugar mejor que este?
Nathan rio.
– Del mismo modo que, como dueno que soy de dos patos, puedo dar fe de que graznan. A menudo, a primera hora de la manana, cuando menos apetece oirlos. -Le tendio la mano-. Vamos. Le ensenare el lugar magico y podra ir llenando su sombrero durante el camino.
Victoria deposito su mano en la de el y le permitio ayudarla a ponerse en pie. Las palmas de ambos solo se tocaron durante varios segundos antes de que el la soltara, pero el impacto del contacto reverbero por todo su cuerpo. La mano de Nathan era grande, fuerte y calida. Victoria habia podido detectar en ella la rasposa dureza de los callos de la palma, una intrigante textura que hasta entonces jamas habia sentido, pues ninguno de los caballeros de su circulo habria construido jamas un corral para animales ni tampoco habria montado sin guantes.
A pesar de que avanzaban despacio, pues Victoria se agachaba cada pocos segundos a coger otra concha, aunque ella no hubiera estado anadiendo piezas a su coleccion, tampoco habria podido apresurarse mas. El fragor de las olas al romper contra la arena y contra los acantilados ofrecia un hipnotico marco al dramatico escenario que les rodeaba. Tras recrearse en el sonido durante varios minutos, Victoria dijo por fin:
– ?Puedo hacerle una pregunta?
– Si, aunque, a juzgar por su tono, he de suponer que se trata de un asunto que quiza suscite una discusion… Una lastima, pues hasta el momento todo estaba saliendo estupendamente.
– No, no se trata de una discusion. Sin embargo, se trata de una cuestion… personal.
– Ah. Bien, pregunte y yo hare lo posible por satisfacer su curiosidad.
– Antes ha dicho que cuando su mision fracaso, tuvo un enfrentamiento con su padre y con su hermano y que lo mejor para los implicados fue que se marchara.
Nathan miro al frente y un musculo se le contrajo en la mandibula.
– Si. -Se volvio a mirarla y sus ojos se clavaron en los de ella-. Supongo que lo que quiere saber es que fue lo que provoco nuestra separacion.
– No le negare que siento cierta curiosidad, aunque lo que en realidad me preguntaba era si su regreso significa que las diferencias entre ustedes han quedado resueltas. -Al ver que el se limitaba a mirarla, Victoria cayo en su odiosa costumbre de balbucear cuando se sentia desconcertada-. Solo me lo preguntaba porque se muy bien lo doloroso que puede resultar la ruptura de los lazos familiares. Mi madre rompio los vinculos con su hermana y yo fui testigo de primera mano de lo danina que la situacion fue para ambas antes de que mama muriera. Simplemente esperaba que su situacion hubiera quedado resuelta.
Pronuncio las palabras apresuradamente y tuvo que apretar fisicamente los labios para poner fin al torrente que amenazaba con desbordarla.
Un ceno tiro de las cejas de Nathan hacia abajo, que de nuevo se volvio y miro al frente.
– La herida sigue abierta, aunque todos maniobramos cuidadosamente a su alrededor, como si se tratara de un monton de algo que hubieramos limpiado de los establos y no desearamos pisar. No se con certeza si llegara a sanar algun dia. Cuesta reparar la confianza, una vez rota. Y las palabras, una vez dichas, no pueden ya ignorarse.
– Cierto, pero hay un gran poder en el perdon, tanto para quien lo otorga como para quien lo recibe.
– En ese caso, espero que algun dia mi hermano y mi padre lleguen a perdonarme.
«Perdonarle por que», quiso preguntar Victoria. Aun asi, logro contenerse y abrigo la esperanza de que el le ofreciera la informacion voluntariamente. Paso casi un minuto de silencio entre los dos antes de que Nathan volviera a hablar.
– El fracaso de esa mision sigue pesando sobre mis hombros. Colin y Gordon recibieron sendos disparos y a punto estuvieron de morir. Las joyas desaparecieron. Creyeron que habia sido yo quien habia traicionado la mision a fin de quedarme con las joyas.
– ?Quien lo creyo?
– Todos los que importaban. -Las palabras de Nathan sonaron amargas-. Aunque no llego a probarse nada contra mi, los rumores fueron muy daninos.
– ?Lo hizo usted?
Nathan se volvio a mirarla y Victoria se vio de pronto paralizada por el intenso escrutinio del doctor.
– ?Cree que lo hice?
– Apenas le conozco lo suficiente para saber si es cierto.
– Y yo apenas la conozco lo suficiente para reconocer haber cometido un crimen.
Victoria asintio despacio, consciente de no haberle oido proclamar su inocencia.
– Asi que la nota de mi padre contiene informacion sobre esas joyas, informacion que o bien podria reunirle con su botin obtenido de un modo supuestamente poco licito… cuyo valor intuyo cuantioso…