El levanto la cabeza y sus miradas se encontraron. Los ojos de lord Surbrooke no mostraban el menor rastro de diversion, sino que ardian como dos tizones gemelos, encendiendo en Carolyn un deseo…, un ansia que no habia experimentado desde hacia tanto tiempo que apenas la reconocio.
El la examino durante varios segundos y, despues, tras emitir un sonido grave, la estrecho entre sus brazos y presiono su boca contra la de ella. Carolyn separo los labios por el deseo, la sorpresa o ambos y, de repente, todo se volvio insignificante. Salvo el.
El cuerpo de lord Surbrooke parecia bombear calor. ?Resultaba tan increible y deliciosamente calido…! Estar rodeada de sus fuertes brazos era como estar envuelta en una manta caliente. Su olor fresco y masculino empapo los sentidos de Carolyn haciendo que le flaquearan las rodillas. Una agradable sensacion de mareo la animo a subir las manos por su amplio pecho, rodearle el cuello con los brazos y sujetarse a el con fuerza.
Y gracias a Dios que lo hizo, porque el primer contacto de la lengua de el con la de ella hizo que sus huesos se volvieran de mantequilla. Un gemido surgio de la garganta de Carolyn, en parte debido a la sorpresa y, en parte, por el ardiente deseo que experimentaba. Se apreto mas contra el y absorbio todos los matices de su apasionado beso.
El sabor, oscuro y delicioso, de su boca; la fuerza de su brazo, que la mantenia firmemente anclada contra el y que ella agradecia pues, de no ser por el, habria resbalado hasta el suelo; el calor de su otra mano, que subia y bajaba por su espalda, como si quisiera examinar todos los centimetros de su cuerpo; el solido muro de su torso, que se aplastaba contra los pechos de ella; la inconfundible protuberancia de su ereccion presionada contra su abdomen…
El deseo, largo tiempo olvidado, estallo en el interior de Carolyn como un relampago y encendio su piel. Abrio mas la boca y junto su lengua a la de lord Surbrooke, desesperada por conocer mas acerca de su sabor, de su tacto. Deslizo los dedos entre el pelo de la nuca de el y maldijo los guantes que le impedian sentir su espesa y sedosa textura.
Y entonces, tan repentinamente como empezo, el levanto la cabeza, finalizando el beso. En esta ocasion, nada contuvo el gemido de protesta de Carolyn, quien, con gran esfuerzo, abrio los ojos.
El la miro, con una respiracion tan rapida y erratica como la de ella y con los ojos vidriosos, como ella sabia que debian de estar los suyos.
El levanto una mano y la apoyo con suavidad en la mejilla de Carolyn.
– Sabia que seria asi-declaro en un susurro jadeante.
Su voz traspaso la niebla sensual que envolvia a Carolyn y la realidad de donde estaba y quien era la abofeteo como un trapo frio y humedo. Solto un grito ahogado y retrocedio un paso, alejandose del contacto de la mano de lord Surbrooke. Sus dedos temblorosos volaron hasta su boca, aunque no sabia si era para borrar el beso de lord Surbrooke o para sellarlo en sus labios.
?Santo Dios! ?Que le habia ocurrido? ?Que habia hecho?
«Te dire lo que has hecho -la reprobo su voz interior-. Has manchado la memoria de Edward.»
Un grito de angustia crecio en su garganta y Carolyn apreto los labios para contenerlo. Intento, desesperadamente, rememorar la dulzura de los besos de Edward, pero no lo consiguio. ?Como podia hacerlo cuando el sabor de otro hombre seguia en sus labios? ?Citando todavia sentia la huella de su duro cuerpo contra el de ella? Cuando su mente y sus sentidos todavia estaban impregnados del beso apasionado y tempestuoso que acababa de compartir con…
Con un hombre que no era su marido.
Una oleada de emociones encabezadas por la confusion, la culpabilidad y la verguenza la bombardearon seguidas por la acuciante necesidad de salir huyendo.
– Yo… tengo que irme -declaro con una voz afligida que reflejaba, exactamente, como se sentia.
– ?Espere!
Lord Surbrooke alargo el brazo para cogerla, pero ella sacudio la cabeza y se aparto.
– ?No! Yo… Por favor, dejeme ir.
Sin esperar la respuesta de lord Surbrooke, Carolyn paso por su lado y regreso con rapidez a la fiesta, donde enseguida se la trago la multitud. No se entretuvo buscando a su hermana ni a sus amigas, sino que se dirigio, a toda prisa, al vestibulo, donde pidio su carruaje. Los cinco minutos de espera le parecieron una eternidad, eternidad que paso en un rincon en penumbra, con las manos presionadas contra su agitado pecho.
Una vez instalada en el oscuro interior del carruaje, Carolyn se cubrio la cara con las manos y el sollozo que habia conseguido contener hasta entonces surgio de su garganta.
?Que habia hecho? ?Como habia permitido que sucediera?
Todo en su interior lloro y busco el recuerdo de Edward que llevaba en su corazon, el recuerdo de su tierna sonrisa, de su suave contacto y del dulce amor que habian compartido. Pero sus amados recuerdos la eludian. En su lugar, lo unico que Carolyn percibia era a un diabolico salteador de caminos de mirada intensa y boca cautivadora que hacia que a ella le flaquearan las piernas. A pesar de su determinacion de seguir adelante con su vida, ella no habia esperado algo asi. No habia esperado aquella oleada sobrecogedora e inesperada de pasion.
Aun asi, no podia negar lo que habia sucedido y, una vez mas, maldijo la lectura de las Memorias, que la habia colocado en aquel camino ruinoso y sensual. Pero todavia le quedaba una pregunta por contestar: ?que pensaba hacer con todo aquello?
Capitulo 4
Todo en el me cortaba la respiracion. Podia seducirme con una simple mirada, con un solo roce. Sus manos, con sus dedos largos, fuertes y habiles, eran absolutamente magicas. Y sus labios… Las cosas que podia hacer con su encantadora boca eran sin duda pecaminosas.
por una Dama Anonima
La manana siguiente a la fiesta de disfraces, Daniel estaba sentado en su comedor mientras contemplaba su desayuno intacto. La cabeza le martilleaba por una combinacion de falta de sueno y exceso de conac, aunque ambas cosas demostraron ser totalmente inutiles a la hora de desviar sus pensamientos del encuentro con Carolyn.
Exhalo un gemido, echo la cabeza hacia atras y cerro los parpados con fuerza, lo que constituyo un error en cuanto a lo de olvidarse de Carolyn, porque ella enseguida se materializo en su mente: una seductora diosa enmascarada que encajaba en sus brazos como si estuviera hecha solo para el. Nunca, en toda su vida, un vals le habia resultado tan excitante. La euforia de Carolyn, su sonrisa y su asombro mientras daban vueltas por la pista de baile… El no podria haber apartado la vista de ella aunque su vida dependiera de ello. Carolyn lo habia cautivado por completo. Y sin siquiera intentarlo. ?Que le ocurriria si ella pusiera en ello algo de empeno?
Exhalo un largo suspiro, abrio los ojos y cogio la taza de cafe. ?Maldicion, el sabia con exactitud lo que le ocurriria! Perderia el control, como le habia ocurrido en la terraza.
?Maldita sea! El solo queria darle un beso insinuante; rozarle los labios con los suyos; ofrecerle un anticipo tentador para que deseara mas. Pero en el instante en que su boca toco la de ella, su astucia se desvanecio y se vio reemplazada por un apetito tan primario, profundo y avasallador, que le resulto imposible contener su arrebato. El nunca perdia el control de aquella manera. Habia deseado a muchas mujeres, pero ninguna habia hecho anicos su autodominio hasta entonces.
La verdad era que habia sido poco menos que un milagro que consiguiera detenerse y no empujarla contra la pared, levantarle las faldas y satisfacer el incontenible anhelo que le provocaba. En el fondo el sabia que si hubieran estado en algun lugar que les hubiera proporcionado un minimo de privacidad, habria cedido a la tentacion. Y dada la apasionada respuesta de Carolyn a su beso, no albergaba ninguna duda de que ella se lo habria permitido. Incluso lo habria recibido con agrado. Ella experimento la misma necesidad desesperada, la misma acometida de deseo ardiente que el. Daniel lo noto en cada matiz de su beso; lo percibio en cada temblor y estremecimiento que recorrio su cuerpo.
El siempre penso que ella lo afectaria de una forma intensa, pero nunca, ni siquiera en sus multiples fantasias