necesitan ayuda desesperadamente.
Carolyn asintio con lentitud absorbiendo aquellas palabras que nunca habria atribuido a lord Surbrooke. Un estremecimiento de verguenza la recorrio cuando se dio cuenta de cuanto se habia equivocado con el.
– ?Que quiere decir con que su vida se habia vuelto insatisfactoria?
– Experimentaba un creciente y frustrante sentimiento de descontento. De aburrimiento. De vacio. Y, sobre todo, de inutilidad.
– ?Y que hay de su condado? ?Y de sus propiedades?
– Estas no me toman tanto tiempo como se podria pensar. Tengo un administrador excelente que lo mantiene todo en marcha con tanta destreza que apenas soy necesario. Mis casas funcionan a la perfeccion. Podria desaparecer durante meses y no se produciria ni una onda en las tranquilas aguas de mi condado.
Carolyn se dio cuenta de que las sombras poblaban sus ojos y deseo conocer la causa.
Entonces el esbozo una rapida sonrisa.
– A la larga, no ser necesitado produce una gran insatisfaccion. Gracias a Samuel y sus animales me siento mucho mas satisfecho.
– Es usted muy afortunado, milord. Yo tambien he experimentado sentimientos similares a los que usted describe. Sin embargo, a diferencia de usted, todavia no he encontrado una actividad o causa que alivie mi vacio. -Carolyn no solia hablar de estas cosas con nadie salvo con Sarah; aun asi, antes de que pudiera detenerse, se encontro diciendo-: He descubierto que resulta muy dificil pasar de ser necesitado a diario a no serlo en absoluto.
El enderezo su relajada postura y sacudio la cabeza.
– Esta usted equivocada. Su hermana y sus amigas la necesitan y se preocupan mucho por usted. Lo veo cada vez que estamos todos juntos.
– Lo se, claro. Sin embargo, Emily y Julianne tienen sus propias familias y ahora Sarah esta casada.
– Y usted se pregunta donde encaja exactamente.
La mirada de Carolyn busco la de el.
– Habla usted como si supiera lo que se siente.
– Probablemente porque lo se. Con precision. Y, aunque soy consciente de que ha tenido que realizar ajustes dificiles que no deseo a nadie, sigo envidiando el hecho de que, al menos durante un periodo de tiempo, usted se sintio necesitada todos los dias.
Sus palabras y la tristeza que rondaba por sus ojos dejaron a Carolyn sin habla. Antes siquiera de que pudiera pensar en una respuesta, el parpadeo varias veces, como si estuviera saliendo de un trance. Una sonrisa atribulada curvo sus labios.
– ?Vaya! Disculpeme por permitir que la conversacion se volviera tan… sensiblera.
Como ella no sabia como decirle que, en realidad, su sinceridad le resultaba fascinante, se esforzo en dar a su voz un tono desenfadado y pregunto:
– ?Habria preferido hablar del tiempo, quiza?
– La verdad es que no. Hablar del tiempo no es lo que habria preferido en absoluto.
– ?Ah, no? ?Y que habria preferido?
Al percibir el apasionamiento que flotaba en los ojos de lord Surbrooke, Carolyn contuvo el aliento. La mirada de el se deslizo con lentitud por el cuerpo de ella, deteniendose durante varios segundos en sus tobillos antes de volver a subir. Cuando sus miradas volvieron a encontrarse, los ojos de el brillaban con una combinacion de calor y malicia que la dejaron sin poder inhalar la menor bocanada de aire.
Lord Surbrooke alargo el brazo y deslizo con suavidad los dedos por el dorso de la mano de Carolyn.
– Lo que mas me habria gustado es ver su cicatriz.
Capitulo 11
A mi amante le encantaba jugar al billar, pero lo encontro todavia mas atractivo cuando me levante las faldas y me incline, de una forma provocativa, sobre la mesa. En especial, disfruto con este nuevo deporte porque yo me habia olvidado de ponerme los calzones. La verdad es que, despues de dos orgasmos increibles, yo tambien experimente una nueva atraccion hacia aquel juego.
por una Dama Anonima
Carolyn parpadeo varias veces. De todas las cosas posibles que el podia haber preferido, como por ejemplo un beso -de hecho, el roce provocativo de sus dedos y el ardor en sus ojos parecian contener la promesa precursora de un beso- ?lo que el queria, por encima de todo, era ver su cicatriz?
?Maldicion! ?Como podia haberlo considerado encantador e inteligente cuando, evidentemente, los terminos «irritante» y «papanatas» eran mucho mas adecuados? Antes de que pudiera pensar en una respuesta a su peticion, lord Surbrooke hinco una rodilla delante de Carolyn y sus manos se deslizaron por debajo del dobladillo de su vestido cogiendo con suavidad su tobillo izquierdo. La calidez subio a toda velocidad por la pierna de Carolyn y, aunque su mente le exigia que se alejara de las manos de lord Surbrooke, su cuerpo se negaba a obedecerla.
– ?Esta en este tobillo? -pregunto el, apoyando el tobillo izquierdo de Carolyn en su rodilla levantada.
Entonces le quito el zapato y masajeo con suavidad el arco de su pie.
Un leve jadeo escapo de la garganta de Carolyn, quien apreto los labios para contener el gemido de placer que amenazaba con brotar a causa del delicioso masaje. El placer subio por su pierna asentandose en su vientre.
?Cielo santo, adoraba que le tocaran los pies! ?Y el era tan bueno haciendolo…! ?Y hacia tanto tiempo que no experimentaba aquella exquisita bendicion…! Sus caricias le derretirian la columna vertebral. Se convertiria en una masa extasiada, temblorosa y deshuesada que resbalaria hasta el suelo.
– ?Esta en este tobillo? -repitio el.
Como no confiaba en su propia voz, Carolyn solo nego con la cabeza.
– ?Ah, entonces es en el tobillo derecho!
Pero en lugar de dejar su pie izquierdo, sus manos subieron con lentitud por la pantorrilla de Carolyn sin dejar de masajearla de una forma deliciosa. Ella clavo las unas en el cojin bordado del sofa mientras luchaba por no retorcerse de placer.
Cuando el llego a su rodilla, Carolyn contemplo, muda y en estado de shock, como el le bajaba la liga por la pierna y, a continuacion, hacia lo mismo con su media. El susurro de la seda deslizandose por su carne envio temblores ardientes por el cuerpo de Carolyn, pero estos se volvieron insignificantes comparados con la increible sensacion de las manos de el en su piel desnuda. Tras dejar a un lado la media, lord Surbrooke le arremango lentamente el vestido y las enaguas hasta las rodillas.
Los dedos desnudos del pie de Carolyn se clavaron en el musculoso muslo de lord Surbrooke. Verlo a el arrodillado frente a ella, con su oscura cabeza inclinada para examinar lo que acababa de destapar, hizo que un escalofrio inmoral que no habia experimentado nunca antes recorriera su cuerpo.
– ?Que piel tan cremosa y bonita! -murmuro el mientras sus dedos subian y bajaban por la pantorrilla de Carolyn sin apenas rozarla-. ?Que suave! ?Que blanda!
Lord Surbrooke levanto la cabeza y el calor de sus ojos abraso a Carolyn. Atrapada en aquel fuego, contemplo como el le levantaba el pie y lo besaba en la planta.
Otro jadeo escapo de la garganta de Carolyn. En esta ocasion seguido de un gemido grave que ella no pudo contener.
– Tienes razon -susurro el calido aliento de el junto al pie de Carolyn provocando una descarga de estremecimientos y un cosquilleo en todas sus terminaciones nerviosas.
– ?R-Razon? -consiguio preguntar ella casi sin aliento, que es como se sentia.
– En este tobillo no hay ninguna cicatriz. De hecho, es el tobillo mas perfecto que he visto nunca.
Pensar que, seguramente, el habia visto un monton de tobillos, deberia haberla horrorizado, pero en aquel momento Carolyn solo pudo ser consciente de la asombrosa realidad de que el estaba viendo, y acariciando, su