tobillo.
Entonces el subio beso a beso por su espinilla. Otro estremecimiento de placer recorrio el cuerpo de Carolyn. Cuando llego a su rodilla, lord Surbrooke dejo con suavidad su pie en el suelo y un gemido de protesta subio por la garganta de Carolyn. Sin embargo, antes de que pudiera verbalizarlo, el cogio su pie derecho y le otorgo el mismo tratamiento sensual que le habia otorgado al izquierdo. Los unicos sonidos que se oian en el invernadero eran el crujido de las telas mientras el le subia las faldas y le quitaba la media y las respiraciones rapidas y superficiales de Carolyn.
– ?Ah, ya veo al culpable! -murmuro el, dejando la media encima de la otra.
Lord Surbrooke examino con minuciosidad la cicatriz de dos centimetros de largo que habia justo encima del tobillo de Carolyn.
– ?Te dolio? -pregunto rozando la marca con las yemas de los dedos.
Cuando se hizo la herida, ella apenas se dio cuenta, pero como era incapaz de hilar juntas tantas palabras, solo susurro una silaba:
– No.
– Es casi necesario que tengas un defecto, aunque sea tan diminuto como este, si no serias absoluta e inquietantemente perfecta. -Examino la cicatriz unos segundos mas y exhalo un suspiro exagerado-. Me temo que esta senal minuscula no cuenta y que, inevitablemente, eres absolutamente perfecta.
Ella se humedecio los labios.
– Le aseguro que no lo soy.
– Y yo te aseguro que te infravaloras.
El se llevo el pie de Carolyn hasta la boca, aquella boca encantadora y sensual suya, pero en lugar de besarlo, deslizo la lengua por la imperfeccion del tobillo.
Un sobresaltado «?Oh!» escapo de la boca de Carolyn. Al oirlo, los ojos de lord Surbrooke se oscurecieron y repitio el acto. Lo poco que le quedaba a Carolyn de columna vertebral, parecio desaparecer.
– ?Precioso! -murmuro el junto al tobillo de Carolyn.
Lord Surbrooke subio las manos lentamente por la pierna de Carolyn, acariciando su piel y arremangandole, aun mas, las faldas. El calor de las palmas de sus manos atraveso la fina tela de muselina de sus calzones. La boca de lord Surbrooke siguio el rastro que habian dejado sus manos, besandola y mordisqueando levemente la piel de Carolyn. A lo largo de la espinilla de su pierna, de sus rodillas… ?Como era posible que ella no supiera que la piel de detras de sus rodillas era tan sensible?
Un pulso insistente latia entre sus muslos. Carolyn sintio que sus femeninos pliegues estaban humedos, hinchados y pesados. Cuando el le separo las piernas, ella no se resistio y el introdujo sus anchos hombros entre sus rodillas. La pequena parte de la mente de Carolyn que no estaba perdida en la caliente neblina de excitacion que la envolvia intento protestar; intento advertirla de que aquel no era el camino que ella deseaba recorrer, pero esa pequena parte fue acallada de inmediato y un mundo de sensaciones la embriago.
Mientras la boca de lord Surbrooke continuaba su pausado recorrido por la parte interior del muslo de Carolyn, una de sus manos se deslizo hacia arriba y encontro la abertura de sus calzones.
Al sentir el primer contacto de los dedos de lord Surbrooke en los pliegues de su carne, Carolyn jadeo, sonido que se convirtio en un suspiro largo y vaporoso de placer conforme el jugaba con su sensitiva piel con un perverso movimiento suave y circular. Incapaz de resistirse a semejante placer, Carolyn dejo caer la cabeza hacia atras apoyandola en el respaldo del sofa y cerro los ojos. Y, por primera vez en anos, se permitio el lujo de no hacer nada salvo sentir.
El deslizo un dedo en su interior y el cuerpo de Carolyn se tenso con un agradable espasmo.
– ?Que apretado! -murmuro el junto al muslo de Carolyn-. ?Que caliente y humedo!
Caliente, si… ?Carolyn se sentia tan caliente…! Como si su piel estuviera demasiado hinchada y el fuego la consumiera. El la acaricio con una lentitud enloquecedora y, con cada caricia, fundia las inhibiciones de Carolyn y disolvia su pudor. Hasta que ella se apreto contra su mano, impaciente por recibir mas. El deslizo otro dedo en su interior y bombeo levemente arrancando un gemido largo y entrecortado de la garganta de Carolyn.
Carolyn sintio la otra mano de lord Surbrooke en su cintura. Entonces noto que sus dedos salian de su interior y exhalo un suave «no» de protesta. Cuando sintio que el tiraba de sus calzones, Carolyn levanto las caderas y el se los quito.
La avida mirada de lord Surbrooke quedo fascinada ante la vision del sexo expuesto de Carolyn, pero ella, en lugar de experimentar timidez, como habria esperado, sintio que su cuerpo se ponia tenso en una agonia de anticipacion mientras esperaba que el la tocara. Sin embargo, el, en lugar de tocarla, cogio la rosa de su regazo.
– Debo decirte que he sonado con hacerte esto -declaro el con voz suave mientras deslizaba con lentitud los petalos aterciopelados de la flor por el interior del muslo de Carolyn.
Ella solto un respingo mientras un temblor recorria su cuerpo.
– ?Ah, si? ?Cuando?
– Ayer por la noche. -Daniel deslizo la rosa por la hendidura del sexo de Carolyn y ella se olvido de como respirar-. Y la noche anterior a ayer por la noche. Y la noche anterior a la noche anterior a ayer por la noche. - Volvio a deslizar levemente la flor por los pliegues hinchados del sexo de Carolyn-. Y numerosas noches anteriores a esa.
Levanto la mirada de las perversas maniobras que estaba realizando y clavo sus ardientes ojos en los de ella. A continuacion, dejo la rosa sobre el sofa.
– ?Alguna vez te has preguntado que sentiria yo al tocarte de esta manera? -susurro mientras deslizaba un dedo en lo mas hondo de ella.
Carolyn exhalo un suspiro y cerro los parpados. ?Santo Dios, no esperaria que contestara a sus preguntas cuando la estaba haciendo sentirse… de aquella manera!, como si sus entranas se hubieran convertido en un torrente de miel caliente; como si, de una forma simultanea, fuera a derretirse y a romperse en mil pedazos.
– Yo me lo he preguntado mas veces de las que podria contar -declaro el, excitando la sensible protuberancia de Carolyn de tal forma que envio un torrente de fuego liquido por su interior-. Y aun asi, eres mas hermosa de lo que nunca imagine.
Daniel deslizo, una vez mas, los dedos por los pliegues de ella. A continuacion, los introdujo en su interior excitandola y llevandola a un climax que, partiendo de la base de su espina dorsal, crecia con rapidez. Apoyo los labios en la rodilla de Carolyn y subio con sus besos por la parte interior de su muslo mientras introducia los hombros entre sus piernas separandoselas todavia mas. Entonces el tiempo parecio detenerse para Carolyn, mientras la lengua de Daniel se deslizaba por su excitado sexo.
Durante varios segundos, el cuerpo de Carolyn se puso tenso, pero entonces aquella reaccion inicial, que era resultado del shock, se disolvio en un gemido grave de inevitable placer. Carolyn obligo a sus parpados a abrirse. La vision de la cabeza oscura de Daniel hundida entre sus piernas y las sensaciones que le producian sus labios, su lengua y sus dedos acariciando sus pliegues era la experiencia mas erotica que habia vivido nunca. El olor a almizcle de su excitacion se extendio por el calido aire del invernadero mezclandose con la fragancia de las flores. Ella se hundio mas en el sofa y el, tras exhalar un grunido de aprobacion, le levanto las piernas y las coloco sobre sus hombros.
Perdida en aquel mundo de sensaciones, Carolyn volvio a cerrar los ojos y disfruto del magico tormento que la boca y los dedos de Daniel le provocaban mientras cada lenguetazo provocador, cada roce implacable la excitaba mas y mas acercandola al limite. Cuando rozo el limite, un grito agudo escapo de su garganta, su espalda se arqueo y sus dedos se clavaron en la muselina de su arrugado vestido mientras un potente climax estallaba en su interior. Cuando los espasmos se convirtieron en meros temblores, Carolyn se desplomo en el sofa, sin aliento, flaccida y completamente satisfecha.
Carolyn sintio que Daniel le daba leves besos por la parte interior del muslo y consiguio entreabrir sus pesados parpados. Los ojos de el ardian como un par de hogueras. Sus miradas se clavaron la una en la otra y el bajo con lentitud las flaccidas piernas de ella de sus hombros. Entonces se inclino sobre ella hasta que sus caras quedaron a escasos centimetros de distancia.
– Pronuncia mi nombre -pidio el con voz ronca y aspera.
Ella se humedecio los labios y se esforzo en encontrar su voz.
– Lord Surbrooke.
El sacudio la cabeza y subio la palma de una de sus manos por la pierna de ella hasta colocarla debajo de su