Entonces miro a Carolyn y titubeo.
– Yo me quedare aqui con lady Wingate hasta que usted regrese -lo tranquilizo Daniel-. No permitire que sufra ningun dano. Y para que a usted tampoco le ocurra nada malo, vaya a mi casa y digale a Samuel que lo acompane.
– Si, milord.
– ?Va usted armado, Nelson?
El mayordomo se inclino y dio unos golpecitos en el lateral de su bota.
– Siempre llevo un punal conmigo, milord.
Cuando Nelson se marcho, Daniel cerro la puerta con llave tras el, apoyo las manos en la puerta y respiro varias veces para tranquilizarse, pero, por desgracia, no lo consiguio. ?Maldicion, casi la habian matado! Y por su culpa.
Sintio que ella apoyaba una mano en su espalda y se dio la vuelta. La mera vision de Carolyn frente a el, con sus bonitos ojos nublados por la preocupacion, casi lo hizo caer de rodillas. Un escalofrio recorrio su espalda mientras revivia el sonido del disparo seguido del horrible c impensable resultado que podia haber ocurrido.
Carolyn apoyo la palma de su mano en la mejilla de Daniel.
– ?Se te ve tan palido, Daniel! ?Estas seguro de que no te han herido?
El sonido de su nombre en los labios de Carolyn, el contacto de su mano en su mejilla y la preocupacion de sus ojos amenazaron con descomponerlo.
– No estoy herido. -Giro la cara para estampar un beso en la palma de la mano de Carolyn-. Pero tengo que hablar contigo sobre lo que ha ocurrido.
– De acuerdo. Vayamos al salon.
Carolyn lo cogio de la mano y lo condujo a lo largo del pasillo. Una vez en el salon, se dirigieron a la chimenea, donde ardia un pequeno fuego. Carolyn se sento en el sofa, pero Daniel se sentia demasiado inquieto para sentarse, asi que paseo por la habitacion con todos sus musculos en tension y la mente en un torbellino.
Cuando paso junto a Carolyn, ella alargo el brazo y lo cogio de la mano.
– Daniel, ?que pasa?
El la miro y el nudo de miedo y rabia que se habia alojado en su garganta cuando oyo el disparo amenazo con ahogarlo.
– Lo que ocurre -contesto Daniel con toda la calma que pudo conseguir -es que casi te matan.
– A ti tambien. -Carolyn esbozo una sonrisa temblorosa-. Por suerte, la unica victima ha sido mi jarron. Seguro que ha sido un accidente. Un tiro errante realizado por algun borracho.
Daniel nego con la cabeza.
– No creo que se tratara de un accidente, Carolyn. Estoy convencido de que el disparo iba dirigido a mi. ?Y casi te mata a ti!
Ella fruncio el ceno.
– ?Que quieres decir? Si alguien hubiera querido robarte, no te habria disparado desde el otro lado de la calle.
– Esa persona no intentaba robarme. Estoy casi seguro de que pretendia matarme.
El miedo y el horror hicieron que Carolyn abriera los ojos desmesuradamente.
– ?Quien querria hacer algo asi? ?Y por que?
Incapaz de quedarse quieto, Daniel se solto de la mano de Carolyn y siguio caminando mientras le contaba lo de su frustrada inversion en la empresa de lord Tolliver.
– En el baile de disfraces me amenazo, pero yo no hice caso de sus palabras por considerarlas el desvario de un borracho. -Se detuvo delante de ella y la rabia volvio a extenderse por su interior-. Sin embargo, a juzgar por el disparo de esta noche, las amenazas de Tolliver no eran vanas. Y tu casi has sido la victima de su venganza por lo que yo le hice.
?Maldicion, si Tolliver hubiera danado aunque solo fuera un pelo de la cabeza de Carolyn, lo habria perseguido y lo habria matado sin el menor remordimiento! De hecho, le costaba un gran esfuerzo no hacerlo y permitir que las autoridades atraparan a aquel cerdo.
Daniel se sento al lado de Carolyn, en el sofa, y le cogio las manos entrelazando sus dedos con los de ella. El no era un hombre religioso; de hecho, no habia rezado una oracion desde que tenia ocho anos, cuando aprendio, dolorosamente, que ningun ser superior escuchaba sus invocaciones. Sin embargo, no podia detener el mantra que retumbaba en su mente: «Gracias por salvarla. Gracias por no llevartela de mi lado.»
Devoro a Carolyn con la mirada y tuvo que tragar saliva para poder hablar.
– Lo siento, Carolyn. Siento que algo tan desagradable te haya afectado. Siento que sea culpa mia y siento haber subestimado a Tolliver. No tenia ni idea de que fuera tan osado y tan temerario. Es un error que no volvere a cometer. Y tienes mi palabra de que no permitire que te ocurra ningun dano.
– Daniel…
Carolyn separo una mano de las de Daniel y le aparto un mechon de pelo que habia caido sobre su frente.
?Como era posible que un gesto tan simple e inocente le produjera mas placer del que le habia producido la caricia mas erotica de cualquier otra mujer?
– Tu no eres responsable de las acciones de los demas -declaro Carolyn con dulzura-, solo de las tuyas. Sea lo que sea lo que lord Tolliver decida hacer, de ningun modo es culpa tuya. -Deslizo poco a poco las yemas de sus dedos por la mejilla de Daniel y a lo largo de su mandibula-. Por favor, no te culpes.
El le cogio la mano y la apreto contra su pecho, justo encima del lugar donde su corazon latia deprisa y con fuerza. Sus palabras… Maldicion, ?no eran acaso un bonito cuento de hadas? El sabia de sobra el infierno que sus acciones podian causar. Las imagenes que siempre intentaba evitar invadieron su mente y el las aparto a un lado a la fuerza. Una muerte pesaba ya sobre su conciencia. No podia cargar con otra.
– Nunca me perdonaria que sufrieras ningun dano.
Sus palabras salieron de su garganta rasgadas, tensas, rotas. A Daniel no le extrano, pues era asi como se sentia. Algo inhabitual en el, pero el mero pensamiento de que Carolyn resultara herida, sobre todo por culpa de el, lo empujaba al borde de la sinrazon.
– Como ves, estoy perfectamente bien -lo tranquilizo ella-. Y, para mi gran alivio, tu tambien. Aunque debo decir que tienes aspecto de necesitar un conac. Por desgracia, no tengo conac en casa.
El esbozo una media sonrisa forzada al percibir el obvio intento de Carolyn de mejorar su estado de animo, pero sus emociones siguieron envueltas en un remolino de oscuridad.
– No quiero beber nada.
No, lo que queria era abrazarla, hundir su cara en el calido y aromatico hueco donde se unian su cuello y su hombro y respirar su olor. Durante horas. Dias. Hasta que la imagen de aquella bala zumbando junto a su cara se borrara.
Carolyn extendio los dedos sobre el torso de Daniel y declaro:
– Temo por ti. Debes prometerme que seras muy prudente y cuidaras de ti mismo.
Carolyn miro su propia mano y su labio inferior temblo. Entonces miro a Daniel a los ojos y el sintio como si se estuviera ahogando.
– No soportaria que algo le pasara a mi…
– ?Amigo? -sugirio el al ver que ella titubeaba.
– Si, mi amigo. Y… mi amante.
El cerro los ojos unos instantes saboreando sus palabras. A continuacion levanto la mano de Carolyn y le dio un apasionado beso en la palma.
– Y tu debes prometerme lo mismo, mi muy apreciada amiga. Y amante.
– Te lo prometo.
Incapaz de resistir por mas tiempo el ansia que lo atormentaba, Daniel la abrazo. Solo pretendia darle un breve beso, pero en el instante en que sus labios rozaron los de ella, todo el miedo y la preocupacion que se arremolinaban en su interior parecieron estallar. Su boca reclamo la de ella en un beso rudo y profundo cargado de desesperacion. Fuera de control. Y completamente falto de refinamiento. Sus manos, en general firmes, temblaban mientras agarraban a Carolyn, incapaces de soltarla. O de acercarla lo suficiente a el.
El hecho de que casi la habia perdido seguia resonando en su mente alimentando la necesidad urgente de abrazarla con mas fuerza y besarla con mas intensidad. Algo salvaje bramo en su interior, algo que no podia