Mayne.
Samuel lo recibio y, en cuanto la puerta de roble se cerro tras Daniel, su evidentemente nervioso criado le pregunto por que el comisario y el detective lo habian acompanado a casa. Daniel le explico la situacion y termino diciendo:
– Espero que Rayburn y Mayne encuentren al bastardo de Tolliver. -Daniel apreto los punos-. Si no, tendre que encontrarlo yo mismo.
– Puede contar conmigo para esto, milor -declaro Samuel, mientras sus ojos oscuros brillaban de rabia-. Quien quiera hacerle dano a uste tendra que pasar sobre mi primero.
Como siempre, la lealtad de Samuel desperto un sentimiento de humildad en Daniel.
– Gracias, pero espero que no sea necesario. Rayburn y Mayne parecen muy competentes. Y decididos.
Si, decididos a que el fuera sospechoso del asesinato de Blythe.
– Dime, ?como esta Katie?
– Todavia duerme. Gertrude esta con ella.
– Entonces esta en buenas manos. Deberias irte a dormir, Samuel. Tienes que descansar.
– Me ire a dormir, milor, pero dudo que consiga descansar. No puedo dejar de pensar en Katie.
Como Daniel tampoco conseguia dejar de pensar en Carolyn, tambien dudaba que el pudiera descansar. Despues de desear buenas noches a Samuel, Daniel subio las escaleras que conducian a su dormitorio, pero en lugar de dirigirse a la cama se sirvio un conac y se quedo frente a la chimenea mientras contemplaba las brasas que todavia ardian en el hogar.
Y lo unico que vio fue a Carolyn. Su sonrisa. Su bonita cara. Sus preciosos y expresivos ojos. ?Cuantas horas tendria que mirarla antes de que se cansara de hacerlo? ?Cientos? ?Miles? Un sonido grave escapo de su garganta. De algun modo, no podia imaginarse cansandose de mirarla. De oir su risa. De escuchar su voz.
?Santo cielo, se estaba volviendo loco! ?Cuando la simple vision de una mujer, el sonido de su voz o su risa habian bastado para producirle semejante sensacion de profunda satisfaccion?
«Nunca», contesto de inmediato su voz interior.
La intensa atraccion que sentia hacia ella parecia crecer momento a momento. Daniel cerro los ojos y recordo a Carolyn en el invernadero. Con el vestido arremangado, las piernas abiertas y el sexo brillando de necesidad. Su miembro se hincho y Daniel solto un gemido. ?Maldita sea, todavia notaba su sabor en la lengua! ?Y por Dios que ansiaba tenerla debajo de el, encima de el, abrazada a el!
Pero tambien experimentaba el fuerte e inusual deseo de, simplemente, hablar con ella. Pasar tiempo con ella. Bailar con ella. Cogerla de la mano. Estar en la misma habitacion que ella. Decirle cosas que nunca le habia dicho a nadie. Daniel nunca habia experimentado algo asi antes y no estaba seguro de que le gustara. El sexo, el deseo y la lujuria eran cosas puramente fisicas y nada complicadas, pero aquellos… sentimientos sin precedentes que Carolyn le inspiraba le resultaban sumamente complicados. Y peligrosos. Como si estuviera navegando por mares bravios sin la ayuda de una embarcacion.
Exhalo un suspiro y miro el reloj que habia en la repisa de la chimenea.
Solo quedaban ocho horas y veintisiete minutos para que volviera a verla.
Solto un grunido y realizo un rapido calculo mental. Entonces, por segunda vez aquella noche, se encontro rezando. En esta ocasion para que los siguientes quinientos siete minutos pasaran muy, muy deprisa.
Capitulo 13
Siempre crei que el ajedrez era un juego aburrido. Hasta que mi amante y yo jugamos una version en la que cada vez que un jugador se comia una figura, el contrario tenia que quitarse una pieza de ropa. Como yo me quede desnuda antes que el, mi amante me dijo que yo era la perdedora, pero por el placer que me proporciono con su boca y su lengua, yo me considere la ganadora.
por una Dama Anonima
Como era su costumbre, despues del desayuno Carolyn se retiro al salon para disfrutar de una segunda taza de cafe. Normalmente, se sentaba frente al escritorio, cerca de la ventana, donde respondia su correspondencia o, si el dia era soleado, simplemente disfrutaba de la calidez de los rayos de sol que entraban a raudales por los cristales. Aquella manana, sin embargo, estuvo paseando de un lado a otro de la habitacion, pues se sentia demasiado intranquila y alterada por los tumultuosos eventos de los ultimos dias. Primero se habia producido un asesinato, despues habia aceptado a Daniel como amante, a continuacion, casi habia recibido un disparo y encima se habia enterado de que Daniel era el blanco…
Inspiro de una forma temblorosa. No era de extranar que no consiguiera estarse quieta. Y todos sus agitados pensamientos giraban alrededor de una sola palabra.
Daniel.
Despues de dar otra vuelta por la alfombra turca, se detuvo delante de la chimenea. Apreto el ejemplar de las Memorias contra su pecho y miro el retrato de Edward.
Como todos los dias, su bonito rostro la contemplo con expresion amable. Sus ojos no reflejaban el menor rastro de condena.
– ?Lo comprendes? -murmuro Carolyn mientras su voz rodeaba el nudo que atenazaba su garganta-. Ruego para que asi sea, aunque no estoy segura de como podrias hacerlo, pues ni siquiera yo comprendo lo que ocurre.
Edward siguio mirandola con bondad y afecto.
– Eres el dueno de mi corazon -continuo Carolyn-. Y siempre lo seras. Pero me siento terriblemente sola. No sabia cuanto hasta que el me beso. No me habia dado cuenta de lo mucho que queria y necesitaba ser deseada de esa forma otra vez. Cuanto echaba de menos que me tocaran… y tocar yo tambien. No sabia cuanto deseaba volver a vivir con plenitud hasta que aquel disparo estuvo a punto de acabar con todo.
Contemplo el libro que sostenia entre las manos y la rosa sonrosada que Daniel le habia dado y que ahora estaba prensada entre las paginas. Las cosas que Daniel le habia hecho la noche anterior… Al recordar el increible y sorprendente placer que experimento, se le corto el aliento. No tenia sentido que se mintiera a si misma. Ella quiso experimentar aquel placer. Lo deseo.
Y volvia a desearlo.
?La lectura de las Memorias era la unica causa de que se sintiera asi? En tal caso, ?por que esos sentimientos solo se habian manifestado con aquel hombre en concreto? No podia explicarlo, pero asi habia ocurrido y no podia ignorarlo. Todavia menos ahora, despues de todo lo que habia descubierto acerca de Daniel. Aquel lado amable, afectuoso y generoso que ella desconocia. Un lado que le parecia fascinante y atractivo. Y, una vez mas, imposible de ignorar.
Levanto la vista hacia el retrato.
– Me sorprende mi reaccion ante el -susurro a la imagen de Edward-. Nunca crei… Nunca espere…, pero no puedo negar que lo deseo. Como es logico, no permitire que altere mis recuerdos de ti. Nunca permitire que desvirtue lo que tu y yo compartimos en su momento.
Sin embargo, incluso mientras pronunciaba estas palabras, Carolyn se pregunto si lo conseguiria. Y temio que ya fuera demasiado tarde. Temio que, en determinado momento, la realidad de hacer el amor con Daniel se sobrepusiera a los recuerdos de lo que habia compartido con Edward. Desde que Daniel la beso en el baile de disfraces, era su cara la que la perseguia en sus suenos. Con cada experiencia intima que compartia con Daniel, le resultaba mas y mas dificil evocar la imagen de Edward.
A menos que estuviera alli, contemplando su retrato. Pero incluso en esos momentos, a veces no conseguia recordar el timbre preciso de su voz. La cadencia exacta de su risa. El tacto de su pelo y de su piel en las yemas de sus dedos.
Aunque estos fallos de su memoria empezaron antes de que volviera a encontrarse con Daniel en la fiesta de Matthew, era indudable que habian aumentado desde que el guapo conde habia entrado en su vida. No, no podia negar la realidad de que el tacto de Daniel la emocionaba mas que el recuerdo, cada vez mas debil, del tacto de Edward. Este hecho, a pesar de su decision de continuar con su vida, la consternaba, la asustaba y la hacia