nombrar, pues nunca lo habia experimentado antes. Algo que se estremecia debajo de su piel y lo llenaba, hasta la medula de los huesos, con la necesidad de abrazarla. Y protegerla.

En un rincon distante de su mente percibio que ella pronunciaba su nombre y le empujaba el pecho. Daniel levanto la cabeza c inhalo una bocanada de aire llenando sus ardientes pulmones. Ella lo observo con los ojos muy abiertos, los labios rojos e hinchados por el frenetico beso, el pelo alborotado y el corpino torcido debido a la agitacion de sus manos.

Y la cordura volvio a el. Trayendo con ella una saludable rafaga de enojo hacia si mismo por su falta de control.

– Lo siento -se disculpo Daniel, obligando a sus brazos a soltarla-. No pretendia…

«Dejarme llevar por algo que no puedo explicar.»

– ?Besarme hasta que los huesos se me derritieran? Creeme, no tienes por que disculparte.

Carolyn se rozo los labios con la yema de los dedos y el se maldijo a si mismo interiormente.

– ?Te he hecho dano?

– No. Yo… simplemente no tenia ni idea de que pudiera inspirar una pasion tan desenfrenada.

Al oirla, la curiosidad se apodero de Daniel. ?Queria decir que no sabia que podia inspirar semejante pasion en el o en cualquier otro hombre?

Seguro que se referia solo a el, pues Edward sin duda aprovecho cualquier oportunidad para demostrarle la pasion que podia inspirar con una simple mirada.

?O no?

Daniel fruncio el ceno, pero antes de que pudiera indagar mas en este asunto, Carolyn se levanto y se arreglo con rapidez el pelo y el vestido.

– Aunque no me apetecia nada detenerte, he oido que sonaba la campanilla de la verja, lo que significa que Nelson ha regresado.

Daniel se puso de pie de inmediato, saco un punal de su bota y se dirigio a la puerta. Con todos sus musculos en estado de alerta, examino con cautela el pasillo y, cuando vio que Nelson entraba en el vestibulo de la casa, se relajo. Cerro de nuevo la puerta del salon, volvio a introducir el punal en su bota y regreso junto a Carolyn mientras se alisaba el pelo con la mano. ?Maldicion, no habia oido la campanilla! No habia sido consciente de nada salvo de ella. Tolliver podia haber entrado en la habitacion y el no se habria enterado hasta que aquel bastardo le hubiera disparado.

– ?Se me ve… desarreglada? -pregunto Carolyn, alisandose el vestido con las manos.

– Te ves… perfecta.

Y asi era. Como una dama recatada cuyo sonrosado rubor y labios levemente hinchados le dieran el aspecto de un melocoton maduro que pidiera ser arrancado. En aras de la discrecion, Daniel esperaba que la tenue luz del vestibulo ocultara el color que sonrojaba las mejillas de Carolyn.

La siguio hasta el pasillo. Nelson los esperaba en el vestibulo, con Charles Rayburn y, para sorpresa de Daniel, Gideon Mayne, el detective de Bow Street.

– ?Donde esta Samuel? -pregunto Daniel.

– Regreso a su casa, milord, para asegurarse de que las senoras estaban a salvo -informo Nelson-. Le aseguramos que lady Wingate y usted estaban en buenas manos.

Daniel asintio con la cabeza y dirigio una mirada inquisitiva a Mayne.

– Todavia estaba con Rayburn en la residencia de los Gatesbourne cuando llego su hombre -explico Mayne en respuesta a la mirada de Daniel.

Daniel se dio cuenta de que los escrutadores ojos de Mayne tomaban nota de todos los detalles del aspecto de Carolyn y sus musculos se pusieron en tension. Algo en aquel hombre y sus bruscos modales le desagradaba.

– He venido con Rayburn -prosiguio Mayne- para de terminar si el disparo de esta noche esta relacionado, de alguna forma, con el asunto de lady Crawford.

Daniel arqueo las cejas.

– ?Por que cree eso?

La mirada impenetrable de Mayne no dejo entrever nada.

– Solo es una corazonada.

– ?Han descubierto quien la mato?

– Todavia no -contesto Mayne dirigiendo a Daniel una mirada escrutadora-, pero tengo plena confianza en que el caso se resolvera pronto.

– Yo no creo que el asesinato de lady Crawford y el disparo de esta noche esten relacionados -declaro Daniel.

– ?Por que? -pregunto Rayburn.

– Vayamos al salon, caballeros -intervino Carolyn.

Mayne parecio querer negarse a la propuesta, pero, al final, asintio brevemente. Nelson acompano al grupo hasta el salon y desaparecio. En cuanto la puerta se cerro tras el, Mayne le dijo a Daniel:

– Usted y lady Wingate dejaron la fiesta de los Gatesbourne por separado. ?Como es que la acompano usted a su casa?

Daniel no hizo caso de las insinuaciones que se reflejaban en la voz del detective.

– Una de mis empleadas se puso enferma y envie a mi criado para preguntarle a lady Wingate si su doncella podia ayudarnos. Lady Wingate fue tan amable de venir ella tambien.

– ?Y donde estaba la doncella cuando ustedes regresaban a la casa de lady Wingate? -pregunto Mayne, sin apartar la mirada de Daniel.

– Ella se ofrecio a quedarse con mi empleada y yo acepte agradecido.

– Cuentenos lo del disparo -lo apremio Rayburn.

Daniel repitio la historia del disparo que, por poco, habia hecho blanco en Carolyn y despues les explico lo que habia ocurrido entre el y Tolliver.

Cuando termino, Mayne declaro:

– Si Tolliver es el responsable, podria querer matar a otros inversores ademas de a usted, y tambien al senor Jennsen. Como jennsen le aconsejo que no invirtiera, podria haber aconsejado lo mismo a otras personas. ?Quien mas estaba involucrado en el negocio?

– Se que Tolliver esperaba que lord Warwick y lord Heaton participaran en su empresa, pero no se como terminaron las negociaciones.

– Nos encargaremos de hacer las averiguaciones oportunas -declaro Rayburn-. Le aconsejo que, hasta que aclaremos este asunto, vaya con mucho cuidado, lord Surbrooke. Me alegro de que ninguno de ustedes resultara herido.

Como el detective y el comisario habian terminado lo que tenian que hacer, Carolyn los acompano hasta el vestibulo.

– Lo acompanaremos a su casa para que llegue sano y salvo, milord -declaro Rayburn-. Despues, Mayne y yo iremos al parque para ver si encontramos alguna pista.

Lo ultimo que queria Daniel era irse, pero objetar a la propuesta de Rayburn no haria mas que levantar sospechas acerca de que Carolyn y el estaban… liados. Y, aunque personalmente no le importaba quien lo supiera, le habia prometido a ella que seria discreto.

Aun asi, le dolio no poder darle un beso de despedida. Lo unico que podia ofrecerle era un aburrido «Buenas noches». No podia decirle las palabras que, de una forma inesperada, ardian en su lengua: «Te echare de menos.»

?Maldicion! Nunca, ni siquiera una vez, habia sentido el deseo de decirle algo asi a una mujer. Quiza fuera mejor que no estuvieran solos, si no, tendria la tentacion de soltarle todo tipo de tonterias. Aunque, por muy tonterias que fueran, no podia negarlas. Ni siquiera habia salido de su casa y ya la echaba de menos. Echaba de menos hablar con ella. Tocarla. Besarla. Y ahora nueve largas horas se extendian delante de el sin que pudiera verla.

Realizo una inclinacion formal, volvio a darle las gracias a Carolyn por su ayuda, reitero que se sentia muy contento de que no hubiera resultado herida y le deseo buenas noches.

Daniel tuvo que obligar a sus piernas a alejarse de Carolyn. Y tambien tuvo que obligarse a no darse la vuelta con la esperanza de volver a verla durante el corto trayecto que realizo hasta su casa en compania de Rayburn y

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