direccion, pero lady Walsh era demoniacamente fuerte y estaba tan decidida a vencer como ella. El miedo y la furia obligaron a Carolyn a seguir luchando. El sudor la empapo y todos sus musculos temblaron con el esfuerzo.

Sin embargo, a pesar de su valiente intento, lady Walsh consiguio apoyar el canon directamente bajo el pecho de Carolyn.

«?Cielo santo, voy a morir! A manos de esta loca.»

Justo cuando tenia este pensamiento, lady Walsh solto un grito y se puso tensa. Sus ojos se desorbitaron y aflojo la mano con la que agarraba la pistola. Carolyn le arrebato el arma y retrocedio alejandose de ella. Temblorosa, apunto con el arma a lady Walsh, dispuesta a apretar el gatillo, pero, para su sorpresa, lady Walsh cayo de rodillas. Un hilo de sangre resbalo entre sus labios y a lo largo de su mandibula. Su mirada se volvio vidriosa, pero siguio fija en Carolyn.

– Me vengare -murmuro-. Incluso desde la tumba, me encargare de que muera.

Entonces se derrumbo hacia delante y Carolyn contemplo, con incredulidad, el mango del punal que sobresalia de su espalda.

Aturdida, levanto la mirada y vio a Daniel en la abertura que habia entre los setos. Antes de que pudiera moverse, el corrio hacia ella.

– ?Estas herida? -pregunto el cogiendo con suavidad la pistola de entre sus dedos que, de repente, se habian vuelto flaccidos.

– Yo… estoy bien.

Aunque «bien» no encajaba, precisamente, con el temblor que dominaba sus extremidades.

Daniel le entrego la pistola al senor Mayne, quien entro en el claro con Samuel y Nelson. El mayordomo sostenia un punal en una mano y, en la otra, blandia un atizador.

Carolyn parpadeo al ver de aquella forma a su circunspecto mayordomo.

– ?Santo cielo, Nelson! ?Que esta haciendo aqui?

– He venido a rescatarla, milady.

Por alguna razon, su respuesta lleno de lagrimas los ojos de Carolyn.

– Gracias. A todos.

Daniel la rodeo con un brazo y la condujo lejos del cuerpo de lady Walsh. Ella contemplo el cadaver por encima de su hombro y se estremecio. Cuando se detuvieron, Carolyn se volvio hacia Daniel. El cogio la cara de Carolyn entre las manos y la recorrio con una mirada ansiosa.

– ?Estas segura de que no te ha hecho dano?

Carolyn asintio con la cabeza.

– Si.

Antes de que pudiera pronunciar otra palabra, Daniel la estrecho contra el en un abrazo tan apretado que Carolyn apenas podia respirar. Ella se aferro a el, agradeciendo su fortaleza, porque las piernas seguian flaqueandole.

– Dios mio, Carolyn -susurro el junto al pelo de Carolyn-. Nunca, en toda mi vida, habia estado tan asustado.

– Ella iba a matarme -murmuro Carolyn junto al pecho de Daniel.

Un escalofrio sacudio el cuerpo de Daniel.

– Si, lo se.

Ella levanto la cabeza y se inclino hacia atras lo justo para mirar a Daniel a los ojos.

– ?La has matado?

– Si.

– Has realizado un lanzamiento increible con ese punal. Me alegro mucho de que no fallaras.

– No podia fallar de ninguna manera. No con todo lo que habia en juego.

– Yo no iba a permitirle que me matara. No sin luchar.

Daniel aparto un mechon suelto del cabello de Carolyn.

– Me alegro mucho de que asi sea. No sabia que eras tan temible.

– Yo tampoco.

– Eres una autentica tigresa.

– Eso parece. Pero te aseguro que espero no tener que demostrarlo nunca mas en circunstancias similares.

– Yo tambien. ?Puedes caminar?

– Estoy un poco aturdida, pero prefiero ir caminando a casa a quedarme aqui.

Sin dejar de abrazarla, Daniel miro por encima del hombro de Carolyn.

– Voy a acompanar a lady Wingate a su casa, Mayne. ?Quiere que le envie a alguien?

– No. Samuel se ha ofrecido a ir a buscar a Rayburn y Nelson puede quedarse conmigo, si a lady Wingate le parece bien.

– Si, claro.

Cuando Carolyn y Daniel llegaron a la abertura de los setos, ella no pudo evitar dar una ultima ojeada a lady Walsh.

– ?Cuales fueron sus ultimas palabras? -pregunto Daniel.

– «Me vengare. Incluso desde la tumba, me encargare de que muera.» -Un escalofrio recorrio el cuerpo de Carolyn y Daniel le apreto los hombros con mas fuerza-. No tengo ni idea de a que se referia.

– No tiene importancia. Esta muerta. Y no puede hacerte dano, ni a ti ni a nadie mas.

Veinte minutos mas tarde, una frenetica Katie abrio la puerta de la casa de Carolyn. Despues de asegurarle que su senora estaba bien, Daniel le pidio que le preparara un bano. Entonces levanto a Carolyn en brazos y la llevo al salon.

– Me encuentro bien -se sintio empujada a decir Carolyn aunque, al mismo tiempo, rodeo agradecida el cuello de Daniel con los brazos.

– Claro que si. Eres una tigresa muy fiera. Llevarte en brazos es un acto totalmente egoista por mi parte.

Daniel entro en el salon y cerro la puerta con su bota. Despues, se dirigio directamente a la chimenea y dejo a Carolyn con suavidad en el sofa. Se sento a su lado y le cogio las manos.

Ella solto una de sus manos y deslizo los dedos por la mejilla de Daniel casi mareandose de placer al tocarlo.

– Estas palido.

El esbozo una debil sonrisa.

– Creo que todavia no me he recuperado del susto. De hecho, no se si llegare a recuperarme nunca. -Daniel llevo la mano de Carolyn a su boca y estampo un ferviente beso en sus dedos-. Casi te he perdido. Ni siquiera puedo empezar a describir lo que senti cuando me di cuenta de que estabas en manos del asesino. Entonces no sabia si llegaria a tiempo para salvarte. Cuando te vi luchar con aquella loca… Hace muchisimo tiempo que no rezo, pero he llamado a todos los santos que he podido recordar. -Presiono la mano de Carolyn contra su pecho-. Y mis oraciones han sido oidas.

Los firmes latidos de su corazon en la palma de la mano de Carolyn hicieron que a ella se le formara un nudo en la garganta. ?Cielo santo, lo queria tanto…! Y habian estado a punto de perderse el uno al otro, lo que constituia un impactante recordatorio de lo preciosa que era la vida. Y el amor. Y de que ninguno de los dos debia malgastarse. Ella lo amaba y, aunque el no la amara a ella, aunque se arriesgara a quedar en ridiculo, tenia que decirselo.

Sin estar segura del todo acerca de como empezar, Carolyn carraspeo.

– Me has salvado la vida.

– Me siento agradecido por no haber llegado demasiado tarde y haber podido salvarte.

– Yo te estoy profundamente agradecida.

Daniel fruncio el ceno, titubeo y, a continuacion, dijo:

– No quiero tu gratitud, Carolyn.

– ?Oh! -exclamo ella en voz baja.

La cosa no iba especialmente bien.

– Quiero tu amor.

Ahora fue ella quien fruncio el ceno.

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