Dios, si no estuviera tan enfadado estaria tentado a aplaudir su valentia. Sin embargo, lo que hizo fue enderezarse y, sin decir nada, se dirigio al armario. Supo el momento exacto en que ella se dio cuenta de lo que pretendia pues oyo que boqueaba y el sonido de sus pasos apresurados tras el.
– Lord Langston, ?que piensa hacer?
El no podia hablar, la furia que sentia le habia dejado sin habla.
Nunca en su vida habia sentido tal violencia hacia otra persona como la que sentia hacia el mequetrefe cobarde que se escondia en el armario. El maldito bastardo que ella obviamente habia invitado a su dormitorio. Un hombre que no tendria reparos en tocarla. En besarla.
Pero interiormente oia las palabras con toda nitidez. «?Como te has atrevido? ?Como has escondido a semejante bastardo en el armario?»
Apretaba los dientes con tal fuerza que se maravillo de que no rechinaran. Un fiero grunido vibraba en su garganta cuando cogio los tiradores de laton del armario.
– Detente -dijo ella a sus espaldas-. Por favor, no…
Sus palabras quedaron interrumpidas cuando el tiro con brusquedad, abriendo las puertas del armario con tal fuerza que se rompio uno de los goznes y una de las hojas quedo colgando precariamente. Preparado para asestar un punetazo al bastardo a la minima oportunidad, Matthew metio las manos entre la ropa y agarro al hombre por la corbata al tiempo que tiraba de el bruscamente hacia fuera.
Y se encontro mirando unos ojos iguales a los suyos.
Mejor dicho, un dibujo al carboncillo de sus ojos junto con una nariz, una boca y una mandibula que no eran suyos, pero que le resultaban muy familiares. Todo dibujado sobre una cabeza llena de bultos. Que no tenia pelo. Ni orejas.
En medio de un gran silencio el se quedo paralizado; salvo sus ojos, que deslizo hacia abajo por esa cosa… fuera lo que fuese. Parecia ser una replica a tamano natural de un hombre. Un hombre que llevaba su… ?camisa? Un hombre que poseia una pierna considerablemente mas gorda que la otra y que lucia lo que parecia ser una inusitada y enorme ereccion.
Bajo el puno y se giro hacia Sarah, que permanecia a unos metros con las manos en las mejillas, los ojos muy abiertos y una expresion de autentico horror en la cara.
– ?Que demonios es esto? -pregunto el, sacudiendo con fuerza esa cosa. Al parecer lo sacudio demasiado fuerte porque oyo el sonido de un desgarro. La cabeza llena de bultos se desprendio de los hombros y rodo al suelo.
Sarah se inclino al instante para recuperarla, luego se enderezo sujetandola protectoramente bajo el brazo. Los mismos ojos de Matthew quedaron mirando hacia el, tan reales que se encontro tocandose la cabeza para asegurarse de que todavia la tenia firmemente pegada a los hombros. Cuando levanto la mirada a la de ella, le parecio ver que escupia fuego por sus ojos.
– Mira lo que has hecho. -Ella estaba furiosa-. ?Tienes idea de cuanto tiempo me llevo coserle la cabeza para que no estuviera torcida?
El la miro desconcertado. Un silencio ensordecedor surgio entre ellos, hasta que el lo rompio al decir:
– No tengo ni idea…, pero es obvio que no fue suficiente. Y ahora tengo una pregunta que hacerte. ?Que demonios esta pasando? ?Que demonios es esta cosa? -Sacudio de nuevo la grotesca figura sin cabeza-. ?De donde ha salido? ?Por que lleva puesta mi camisa? ?Y por que esa cabeza llena de bultos tiene mis ojos?
Ella arqueo las cejas.
– Has dicho una pregunta. Han sido cinco.
– Quiero que me respondas. De inmediato.
Ella apreto los labios y lo miro firmemente durante varios segundos, luego sacudio la cabeza con fuerza, lo que hizo que se le deslizaran las gafas. Despues de colocarselas de nuevo le dijo:
– Muy bien. Primero, no esta pasando mas que lo que has visto al entrar en mi dormitorio sin llamar ni ser invitado. Segundo, esta cosa, como tu tan groseramente le has llamado, es una replica a tamano natural de un hombre. Tercero, forma parte de las actividades de la Sociedad Literaria de Damas. Cuarto, aparte de tu camisa, tiene la corbata de lord Surbrooke, los pantalones de lord Thurston y las botas de lord Berwick. Y si no fuera porque sin todo eso habria sido imposible rellenarlo, habria estado desnudo.
Levanto la barbilla y continuo:
– Y por ultimo, esa cabeza llena de bultos, ademas de tus ojos, tiene la nariz del senor Jennsen, la boca de lord Berwick y el menton de lord Surbrooke como resultado de intentar crear al Hombre Perfecto. -Chasqueo la lengua y arrugo la nariz-. Aparte de los ojos, no tiene nada tuyo.
– Eso ya lo veo. Yo tengo orejas, ?sabes? Y pelo. Sin mencionar el cuello y…
– Queria decir -lo interrumpio ella en tono de reprimenda mientras achicaba los ojos-, que el es la caballerosidad personificada. No tendria el descaro de entrar en el dormitorio de una dama ni de soltar calumnias hacia alguien sin cabeza.
– Si su perro se hubiera escapado con algo importante y fuera demasiado cobarde para no hacer todo lo necesario para recuperarlo, entonces, Don Caballero Personificado, no dejaria de ser un memo. -Matthew se paso la mano libre por la cara-. Por Dios, encima hablas de esta cosa como si fuera alguien real. Como si tuviera nombre y todo.
– De hecho tiene nombre.
– ?De veras? ?Y como se llama? ?Senor Lleno de Bultos? -Bajo la mirada a la tremenda protuberancia que tenian los pantalones del Hombre Perfecto-. ?Conde Duro? ?Senor Maravilla?
– No. -Ella extendio la mano y le arrebato el cuerpo, agarrandolo con firmeza contra su pecho. Despues de una breve vacilacion en la que el casi la pudo oir debatir consigo misma, anadio-: Deja que te presente a mi buen amigo el senor Franklin N. Stein.
Capitulo 15
Sarah se mantuvo perfectamente quieta y observo las multiples expresiones que pasaron por la cara de lord Langston: incredulidad, confusion y luego, finalmente, un inconfundible fastidio. Bien, estupendo. ?Por que deberia ser ella la unica que estuviera molesta?
– ?Has hecho una replica de tu amigo Franklin? -Una risita sin pizca de humor salio de sus labios-. ?Por que? ?Tanto lo echabas de menos?
Ella apreto contra si el cuerpo descabezado de Franklin con tanta fuerza que un poco de relleno se salio por la abertura del cuello. Habia debatido consigo misma si debia decirle o no el nombre del muneco a lord Langston, si debia admitir que Franklin realmente no existia, pero al final no habia podido mentirle. Ademas, hubiera acabado enterandose. Lo mas seguro era que despues de que se casara con Julianne, su esposa compartiera con el la historia de quien era Franklin en realidad. Y no habia razon alguna por la que no admitir ahora la verdad.
Se aclaro la garganta.
– No echo de menos a Franklin.
Matthew entrecerro los ojos.
– El que estes estrechando su replica contra tu pecho de esa manera indica todo lo contrario.
– No estoy estrechando nada -lo informo, agarrando a Franklin con mas firmeza todavia-, solo lo sujeto porque no
El le dirigio una mirada de reojo al relleno de la bragueta de Franklin.
– Ya veo por que.
– Y seria imposible que lo echara de menos, porque no existe.
– ?No existe? -Matthew fruncio el ceno-. ?Que disparate estas diciendo? He visto el boceto que hiciste de el. ?Se te ha olvidado? Era el dibujo detallado de un hombre muy desnudo. Incluso escribiste su nombre debajo.
Inspirando profundamente, ella le explico que habia visto una estatua de un hombre desnudo en el invernadero de lady Eastland y habia hecho el boceto. Luego le explico la decision que habia tomado la Sociedad Literaria de Damas Londinenses tras leer a