– Asi que ya ves, Franklin no existe de verdad salvo en nuestra imaginacion. Y aqui. -Movio los brazos para levantar el cuerpo del muneco sin cabeza.

El la miro con una expresion que Sarah no pudo descifrar.

– No habia ningun hombre desnudo.

– No habia ningun hombre real desnudo -lo corrigio-. Excepto… tu.

– Si, excepto yo -confirmo con voz sedosa. Sus ojos brillaban intensamente cuando dio un paso hacia ella. Sorprendida y un poco alarmada de como su corazon latia desbocado ante la cercania de Matthew, Sarah retrocedio dos pasos. Su espalda tropezo con algo duro. La pared.

El avanzo otro paso.

– ?Me estas diciendo, Sarah -dijo el con un tono bajo y profundo que ella sintio como una caricia suave y apasionada-, que me has dibujado?

Ella contuvo el aliento. Con las rodillas cada vez mas debiles por la manera en que el la estaba mirando con ese calido brillo en los ojos que no habia visto durante los ultimos dias, Sarah sintio que sus entranas se derretian como las gachas de avena. Esos ojos oscuros llameaban exactamente como habian llameado antes de que la besara y la tocara tan intimamente.

El deseo la atraveso y se dio cuenta con humillante consternacion de que la unica razon por la que habia podido contener el deseo que sentia por el la semana anterior durante sus incursiones nocturnas habia sido porque el no la habia mirado asi. Como si la deseara ardientemente. Como si quisiera devorarla de un solo bocado.

Se sintio inundada por la colera. Hacia el, por hacer que lo deseara. Por ser todo lo que ella siempre habia querido, pero con lo que nunca se habia atrevido a sonar. Y hacia si misma, por querer olvidar todas las razones que le decian que desearlo estaba mal. Por ansiar tomar lo que queria y al infierno con las consecuencias.

Por haberse permitido enamorarse total y absolutamente de el.

La verdad que habia intentado negar por todos los medios la golpeo con fuerza. Lo amaba. Lo deseaba. Tanto que le dolia.

Pero no podia tenerlo. Al igual que con otras facetas de su vida, ella debia aceptar esto y seguir adelante. Y lo primero que tenia que hacer era dar por terminada esa conversacion y conseguir que saliera del dormitorio. Antes de decir o hacer algo que lamentaria mas tarde. Antes de que los dos se arrepintieran.

Enderezando la espalda, dijo:

– Sabes que te he dibujado. Te di el boceto, donde estabas en toda tu gloria de pirata adolescente.

El se acerco todavia mas, hasta que solo los separaron treinta centimetros. Y Sarah supo que si ella no hubiera estado sujetando al muneco de relleno sin cabeza hubiera cedido a sus mas profundos deseos y se hubiera fundido contra su cuerpo.

El planto las manos en la pared a ambos lados de su cabeza, aprisionandola.

– Queria decir desnudo, Sarah. ?Me has pintado en toda mi gloria desnuda?

«Repetidas veces.»

– Ni una sola vez.

Matthew chasqueo suavemente la lengua.

– De verdad que no sabes mentir. ?Tengo que hojear tu bloc para descubrir la verdad?

La invadio una sensacion de fastidio e impotencia.

– No te atreveras.

– Esas palabras solo son un desafio. Y creo que te gustaria que aceptara el reto.

Negandose a dejar que pensara que se sentia intimidada le pregunto con su tono mas arrogante:

– Y si te hubiera dibujado, ?que?

– Me sentiria… halagado. Y encantado de que pudieras mirar esos bocetos. -Bajo la mirada a sus labios y la excitacion la recorrio de pies a cabeza. Cuando volvio a subir la mirada hacia la de ella, le susurro-: Me preguntaria que pensarias de mi. Me preguntaria si seria lo mismo que pienso yo de ti.

El corazon le dio un vuelco y de golpe se sintio atrapada. Por sus palabras y su cercania. Por su voz suave y seductora. Y su firme resolucion comenzo a resquebrajarse a una velocidad alarmante. Abandonando cualquier pose de bravuconeria, se apreto contra la pared y sacudio la cabeza.

– Para. Por favor.

– Porque Sarah…, yo pienso en ti todo el tiempo.

Su vientre se contrajo con un ansia tan cruda que la asusto. Cerro los ojos con fuerza y rezo para tener el valor de resistir. Para resistirse al fiero deseo que sentia por el.

– Esto esta mal. No puedo… Quiero que te vayas.

– No voy a casarme con lady Julianne.

Sus palabras flotaron en el aire cargado de tension. Abriendo los ojos, ella le dirigio una mirada inquisitiva. El parecia hablar en serio.

– ?Perdon?

– No voy a casarme con lady Julianne.

Tardo varios segundos en asimilar su declaracion. Luego la comprension se abrio paso en su mente y contuvo el aliento.

– ?Has encontrado el dinero?

– No.

La llama de esperanza que habia comenzado a arder en su corazon se apago con un parpadeo.

– Entonces no lo entiendo. Has dicho que necesitabas casarte con una heredera.

– Por desgracia sigo necesitando hacerlo…, a menos que suceda un milagro y encontremos el dinero en los proximos dias. Pero esa heredera no sera lady Julianne.

Una abrumadora sensacion de alivio nacida del egoismo se contrapuso a la lealtad que sentia por su amiga.

– Pero ?por que? Parece que os gustais. -Bueno, la verdad era que basandose en lo que Julianne habia dicho antes, Sarah no creia que a su amiga le fuera a afectar mucho-. Y te aseguro que no encontraras una mujer mas hermosa o de naturaleza mas dulce.

– El problema no es ni su belleza ni su dulzura. El problema es que es tu amiga.

Por la expresion de Matthew se suponia que ella debia saber de lo que estaba hablando. Tenia una expresion de agravio absoluto. Pero ella no tenia ni idea. Por si acaso, Sarah se inclino hacia delante y lo olisqueo discretamente. El parpadeo.

– ?Huelo?

– Si. A sandalo y a ropa recien lavada.

– ?Y que esperabas?

– Brandy. O quiza whisky. Algun tipo de bebida de naturaleza espiritosa.

– Te aseguro que estoy completamente sobrio. Sarah, no puedo casarme con tu amiga cuando te deseo tanto a ti. -Le rozo la mejilla con la yema de los dedos, y a Sarah se le estremecieron hasta las entranas ante el ligero contacto-. Ese arreglo nos pondria a todos en una situacion incomoda y vergonzosa. Por lo que, a no ser que tenga exito y encuentre el dinero, pienso marcharme a Londres dentro de cuatro dias para embarcarme en la ingrata pero necesaria tarea de encontrar otra heredera.

Su mirada busco la de ella.

– ?Tienes alguna amiga mas que sea una heredera? Dimelo ahora antes de que la ponga en la lista de candidatas.

A Sarah le resultaba dificil hablar, en especial cuando sus palabras «te deseo tanto a ti» seguian resonando en su cabeza. Atrapada en un torbellino de sorpresa, confusion, alivio y deseo, logro sacudir la cabeza y decir:

– No.

– Excelente.

La mirada de Matthew bajo a sus labios y el contuvo el gemido que pugno por salir de sus labios. Maldita sea, ?acababa de decir que la deseaba? Por Dios, eso era quedarse corto. Y se dio cuenta por el latido del corazon de Sarah y su rapida respiracion, y por la mirada con la que sus ojos color miel lo contemplaban fijamente, que no era el unico que sentia ese deseo.

Maldita sea, deberia abandonar el dormitorio. De inmediato. Lo sabia, su conciencia le gritaba que lo hiciera,

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