– Tu eres hermosa, Sarah. Por dentro y por fuera. Toda tu. Quiero ver cada parte de tu cuerpo. Cada expresion de tu cara. Cada gesto de placer. Cada centimetro de tu suave piel. -Levanto sus manos unidas y le beso los dedos-. A no ser que tu prefieras no verme a mi.
Ella nego con la cabeza.
– Oh, no. Quiero verlo todo. -Se aclaro la voz-. Aunque por supuesto, sin la ayuda de mis gafas, tendre que acercarme mucho. Muchisimo.
Una risa entrecortada retumbo en el pecho de Matthew. No podia imaginarse a nadie divirtiendole como lo hacia ella en ese momento.
– Puedes acercarte todo lo que quieras. Considerame a tu disposicion.
El interes chispeo en los ojos de Sarah.
– Una invitacion de lo mas intrigante, especialmente para una persona como yo con tanta sed de conocimiento.
– Estare encantado de ayudarte en lo que pueda. -El le giro la mano y le rozo la palma con la punta de la lengua, complacido por la manera en que se le dilataron las pupilas ante su gesto-. ?Hay alguna posibilidad de que me hagas una oferta similar?
– Pensaba que ya lo habia hecho.
El sonrio.
– Ah. Asi que lo has hecho. En ese caso… -Le solto las manos y fijo su atencion en el pelo alborotado. Despues de quitarle el lazo blanco que le sujetaba la punta de la trenza, destrenzo lentamente los gruesos mechones hasta que la melena de rizos alborotados le cayo por debajo de la cintura.
– Ojala fuera un artista -murmuro, enterrando los dedos en su esplendido pelo. La luz dorada arrancaba destellos a su brillante pelo, transformando los mechones mas oscuros en suaves tonos de ambar.
– Te pintaria tal como estas ahora. Y le harias sombra a la mismisima Venus de Botticelli.
Al ver que ella estaba a punto de protestar, el le dirigio una fingida mirada de advertencia. Sarah apreto los labios y dijo:
– Gracias.
– Perfecto. Eres una alumna aplicada.
– De nuevo gracias. Y ya que estamos te dire que estoy deseosa de aprender mas.
– Que afortunado soy.
Llevo los dedos a la hilera de diminutos botones de la parte delantera de su camison. Lentamente los fue desabrochando, saboreando cada centimetro de piel que quedaba expuesta. Despues de desabrochar el ultimo boton, le deslizo el camison por los hombros. La tela blanca resbalo por su cuerpo hasta formar un charco a sus pies, dejandola solo con los calzones, una prenda que siguio con rapidez al camison. Tomandola de la mano la ayudo a salirse del monton de ropa, luego recorrio con la mirada su cuerpo desnudo.
Maldicion, tenia la piel marfilena y suaves curvas femeninas, y le dejaba sin aliento. Sabia que tenia que ir con lentitud, que tenia que seducirla con suavidad, y ciertamente queria hacerlo asi… por los dos. Pero iba a ser todo un reto mantener su cuerpo bajo control.
Tocandole el hueco de la garganta con la yema del dedo, lo deslizo lentamente hacia abajo, delineando los fascinantes puntos dorados que relucian en su palida piel. Habia centenares de ellos, y cada uno era una delicia a explorar.
– No habia visto antes estas pecas -dijo el, acariciando en circulos una particularmente fascinante encima del pezon-. Con solo la luz del fuego no son visibles, pero ahora… -Se inclino para rozar con los labios ese punto dorado-, son una imagen que no podre olvidar.
– Oh, Dios… -gimio ella cuando la lengua de Matthew rodeo el firme pezon-. ?No tienes alguna peca que yo pueda explorar?
El levanto la cabeza para rozarle los labios con los de el.
– Solo hay una manera de saberlo.
Enderezandose, comenzo a desabrocharse la camisa, pero ella puso sus manos sobre las de el.
– ?Puedo hacerlo yo? -le pregunto.
Tal peticion lo excito e intrigo a la vez. Aunque inexperta, era evidente que a su Sarah no le faltaba coraje y que no planeaba permanecer pasiva.
«Su Sarah.» Las palabras reverberaron en su mente, y su vocecilla interior escogio ese momento para informarle de que ella no era suya. Que no lo seria nunca, que jamas podria serlo.
Para siempre no, eso era cierto. Sin embargo, durante esa noche ella le pertenecia. Y el le pertenecia a ella. Y con eso tendria que ser suficiente.
El bajo las manos.
– Como te dije, estoy a tu disposicion.
– Eso suena maravilloso. Pero… lo cierto es que no se que hacer.
El se rio.
– Estabas muy inspirada. No te acobardes ahora. Quitame la camisa.
Sarah asintio, y aunque titubeo levemente, le abrio la camisa y se la saco de los pantalones. Colocandole las manos en el pecho, aparto lentamente la tela, luego se la deslizo por los hombros y por los brazos y la dejo caer en el monton de ropa.
Se acerco un poco mas hasta que sus pechos le rozaron el torso. Antes de que Matthew pudiera recobrarse del inesperado placer, ella se inclino hacia delante y le presiono los labios en el centro del pecho.
– No veo pecas por aqui -dijo ella, su aliento era calido contra su piel.
Ella le recorrio el pecho con suaves besos mientras le deslizaba las manos de arriba abajo por la espalda. Un ronco murmullo de aprobacion vibro en la garganta de Matthew. Sus manos le hacian sentir… increiblemente… bien.
Sin querer detener la exploracion de Sarah, pero sintiendose incapaz de seguir sin tocarla, le apoyo las manos en las caderas, apretando ligeramente sus curvas suaves. La observo besar su pecho, luego, cuando sus labios estaban justo encima de una tetilla, ella pregunto:
– No me equivoco al decir que si yo encuentro placer en esto, tu tambien, ?no?
– Si… -Su respuesta acabo con una rapida inspiracion cuando su lengua rodeo su tetilla. Maldicion, realmente era una alumna aventajada. Cerro los ojos y al instante imagino todas las cosas que pensaba hacerle… y como ella responderia del mismo modo. Solo pensarlo hizo debilitar su autocontrol. No auguraba nada bueno, sobre todo sabiendo que ni siquiera se habia quitado los pantalones.
Despues de besarle tambien en la espalda, ella alzo la cabeza para informarle:
– Descubri solo tres pecas y una pequena cicatriz en la espalda. Aqui mismo. -Le paso el dedo sobre la descolorida marca-. ?Como te la hiciste?
– Es el resultado de mis travesuras de juventud. Descubri de la peor manera posible que no era demasiado habil escalando arboles. Tengo otra similar en la parte de atras del muslo, cortesia de la misma caida. -Lanzo un exagerado suspiro de resignacion-. Supongo que tambien querras verla.
– Si no es demasiada molestia -contesto ella en tono formal.
– Intentare no quejarme demasiado.
Matthew se sento en la cama y se quito las botas, luego se puso de pie.
Dejando caer las manos a los costados, se miro los pantalones con la bragueta tan obviamente abultada y le dijo:
– Quitamelos.
De esa manera tan suya que el apreciaba mas cada segundo que pasaba, Sarah resolvio la cuestion con rapidez y le desabrocho la bragueta. Con su excitada ereccion finalmente liberada de los confines de la tela, la ayudo a quitarle la prenda. Despues de lanzarla sobre el monton de ropa, permanecio delante de ella y dejo que ella lo observara, igual que ella se lo habia permitido a el.
– Oh, Dios mio -susurro ella con la mirada fija en su protuberante miembro, que parecia hacerse todavia mas grande bajo su avido escrutinio. Sarah extendio lentamente la mano y todo el cuerpo de Matthew se tenso ante la idea de que lo tocara-. ?Puedo?-pregunto.
– Lo cierto es que me morire si no lo haces -le dijo el con los dientes apretados.
Lo rozo con los dedos y Matthew cerro los ojos de golpe ante el intenso placer que sintio. Maldicion. Apenas lo habia tocado y el habia olvidado como respirar.