– Estas muy duro -dijo ella con la voz llena de admiracion mientras deslizaba los dedos sobre el.
– No te haces una idea.
– Pero incluso asi eres tan suave…
Abriendo los ojos, observo como lo rodeaba con los dedos, una imagen que le impacto con fuerza. Cuando ella apreto con suavidad, solto un grunido. Mirandolo directamente a los ojos, volvio a apretarle, lo que produjo como respuesta otro gemido.
– Parece que te gusta -le dijo su muy aplicada alumna.
– No sabes cuanto.
El puro deleite brillo intensamente en sus ojos, y ella continuo explorandolo; cada caricia era una dulce tortura. Matthew levanto las manos para acariciarle los duros pezones.
– Me parece que tu estas explorando mas que yo -le dijo con la voz ronca como si hubiera comido grava.
– No es cierto. Por si no lo recuerdas, en nuestro ultimo encuentro en mi dormitorio, tu me tocaste bastante.
Matthew deslizo la mano hacia abajo para acariciar los rizos oscuros en la union de sus muslos. Con la respiracion jadeante, el le dijo:
– No se me olvidaria ni aunque me golpearan la cabeza.
Ella le dirigio una sonrisa burlona y arqueo su cuerpo para alejarse de sus dedos.
– No habra nada de eso… mientras siga explorando yo. Me distrae. Y aunque tu tienes experiencia en estas cosas, yo no. Solo trato de aprender un poco para no aburrirte.
– Te lo aseguro, no hay… ahhh… -Maldicion. Por muy inexperta que fuera su caricia, lo estaba llevando al borde de la locura-. No hay manera de que me pueda aburrir. Aunque te juro que no se cuanto mas podre aguantar.
Una lenta sonrisa curvo los labios de Sarah, y sus ojos brillaron con picardia.
– Entonces debo de estar haciendolo bien. Porque asi es exactamente como me haces sentir tu.
– Creo detectar en tu voz cierta sed de venganza, Sarah. Es un aspecto de tu caracter del que no me habia percatado antes.
– Si no recuerdo mal, venganza es exactamente lo que tu buscabas la ultima vez que entraste en mi dormitorio. Hummm… Por citar a cierto hombre muy sabio, que por alguna extrana razon se parece mucho a ti, «le dijo la sarten al cazo, no te acerques que me tiznas».
Mientras hablaba, los dedos de Sarah no dejaron de proporcionarle aquellas enloquecedoras caricias, dejandolo a punto de explotar en sus manos.
– Ese talento que tienes para recordar mis palabras de manera literal… no estoy seguro de que me guste.
La sonrisa de Sarah se hizo mas amplia, profundizando sus hoyuelos.
– Cuando uso las palabras contra ti, seguro que no. Pero, en cambio, como he descubierto, te gusta que te haga esto…
Lo acaricio con los dedos a lo largo de toda su dolorida ereccion, y con un gemido, el bajo la mano para detenerla.
– Es todo lo que puedo resistir.
– Muy bien. Vere si puedo encontrar esa cicatriz de la que me has hablado.
Matthew queria apretarla contra el, colocarla debajo de el y apagar aquel fuego voraz que le corria por las venas. Pero una mirada a la pasion creciente y a la curiosidad que brillaba en los ojos de Sarah y no pudo negarse. Apreto los punos a los costados y haciendo acopio de fuerzas, le dijo:
– Como quieras.
Los dedos abandonaron su ereccion y el suspiro de alivio cuando ella lo rodeo lentamente para situarse detras de el. Su alivio, sin embargo, duro poco cuando Sarah le rozo con las yemas de los dedos el hueco de la espalda.
– Me dijiste que este es uno de los lugares mas sensibles del cuerpo de una mujer. -Su calido aliento le rozo los hombros, haciendo que se le tensaran-. ?Es tambien uno de los lugares mas sensibles de un hombre?
Maldicion. Una cosa era que el permaneciera quieto mientras la dejaba explorar a gusto, y otra muy distinta tener que intentar responder a sus preguntas. Sus dedos bajaron de nuevo con rapidez por su espalda y sintio como si cada musculo de su cuerpo se tensara en respuesta. Apretando los dientes ante el placer hormigueante, espeto:
– Parece que si.
– Interesante. ?Donde esta esa cicatriz?
Bajo mas los dedos, rozandole las nalgas y la parte trasera de los muslos. Un escalofrio lo recorrio de pies a cabeza y supo que su autocontrol estaba a punto de resquebrajarse.
Sus brazos le rodearon la cintura y ella se acerco a su espalda, presionando los pechos contra el. La sensacion de su piel tocandolo desde los hombros a las rodillas, mientras sus manos le examinaban rapidamente el vientre… una caricia mas y…
Sus dedos le rozaron la punta de su ereccion y el ya no pudo mas. Se giro y con un movimiento fluido la tomo entre sus brazos y la llevo a la cama, donde ella aterrizo con un suave rebote. El se subio encima de la cama, separo con suavidad los muslos de Sarah y se arrodillo entre ellos. Contuvo el aliento ante la vision de su sexo brillante, y extendio la mano para tocar los pliegues hinchados y resbaladizos.
Un largo suspiro escapo de los labios de Sarah, que se retorcio contra su mano. Estaba lista. Gracias a Dios, porque el no podia esperar mas tiempo.
Se ubico entre sus muslos abiertos y bajo la boca hacia la de ella para darle un beso largo y profundo, su lengua imito el lento movimiento de la punta de su pene a lo largo de sus humedos pliegues. Lentamente levanto la cabeza para finalizar el beso, la miro a los hermosos ojos tan abiertos y sintio un vuelco en el corazon.
– ?Puedo preguntarte… puedo?
– ?Puedo contestarte… me morire si no lo haces?
El se apoyo sobre los brazos y la observo mientras entraba en ella con lentitud, absorbiendo cada matiz de su expresion. Cuando alcanzo la barrera de su virginidad, se detuvo un instante, luego empujo. Ella agrando los ojos y se quedo sin aliento.
– ?Te he hecho dano?
Ella nego con la cabeza.
– No. Es solo… Me he sorprendido.
Enterrado por completo en su calidez exquisitamente apretada y resbaladiza, Matthew intento con todas sus fuerzas permanecer muy quieto. Cuando ya no pudo resistirlo mas, inclino sus caderas levemente. Los ojos de Sarah se abrieron de par en par.
– Oh, Dios… Hazlo otra vez.
– Sera un placer.
Maldicion, de nuevo se habia quedado parco en palabras. Con la mirada fija en la de ella, se retiro casi por completo de su cuerpo y entonces, lentamente, se introdujo profundamente en su resbaladiza calidez. Una y otra vez, con profundos y placenteros envites en ese cuerpo que lo rodeaba como un puno ardiente.
Cerrando los ojos y separando los labios, Sarah jadeo. Le rodeo el cuello con los brazos y se movio debajo de el, torpemente al principio, pero no le llevo demasiado tiempo imitar su ritmo. El observo como ella se acercaba al climax y lucho por mantener su cuerpo bajo control. Sus embestidas se volvieron mas rapidas y profundas, hasta que ella grito y se arqueo debajo de el.
Cuando los temblores de ella se apaciguaron, el se retiro en un esfuerzo que casi le mato. Con su cuerpo presionando el de ella, llego a la liberacion mientras los espasmos de placer arrancaban un gemido de lo mas profundo de su ser. Completamente agotado, se dejo caer encima de ella, enterro la cara en el calor perfumado de su cuello y cerro los ojos.
Cuando su respiracion volvio a la normalidad, levanto la cabeza. Y se encontro con que ella lo miraba con ojos brillantes.
– Oh, Dios mio -susurro ella-. Ha sido…
El le aparto un rizo humedo de la mejilla.
– Si, lo fue.
Ella se aclaro la garganta.