– Esto… ?Matthew?
– ?Si?
– ?Recuerdas que te dije que queria experimentarlo todo solo una vez, contigo?
Matthew curvo la comisura de los labios.
– No soy propenso a olvidar tan excitante declaracion.
– Bueno, he cambiado de idea.
– Me temo que sea un poco tarde.
Ella nego con la cabeza.
– No, me refiero a lo de «solo una vez». Me temo que ha sido tan increible que con «solo una vez» no sera suficiente.
– Ya veo. ?No sera esa una manera descarada de decirme que deseas mi cuerpo otra vez?
– Si no te importa demasiado.
– Intentare sonreir y soportarlo.
Matthew esbozo una amplia sonrisa y bajo la cabeza para besarla. Y cuando sus labios se unieron a los suyos, supo que con «solo una vez» tampoco seria suficiente para el.
Cuando su vocecilla interior le revelo que no serian suficientes ni un millon de veces, el se las ingenio para ignorarla.
Capitulo 16
La luz gris de un amanecer lluvioso comenzaba a tenir el cielo cuando Matthew abandono la cama de Sarah. Antes de vestirse, bajo la vista hacia ella incapaz de apartar la mirada de la imagen que presentaba; su pelo estaba extendido sobre la almohada y un hombro desnudo asomaba por debajo de la colcha. Despues de haber hecho el amor una segunda vez, ella se habia quedado dormida con su pecho como almohada, con el brazo apoyado sobre su vientre y una pierna entrelazada con la suya.
El habia permanecido despierto mirando fijamente el techo, escuchandola respirar, depositando besos suaves sobre su pelo. Atesorando la sensacion de su cuerpo acurrucado contra el suyo.
Pero ahora la noche tocaba a su fin y el tenia que regresar a su dormitorio antes de que se levantara todo el mundo. Mirando en silencio la forma durmiente, recogio sus pantalones del suelo y se los puso. Abandonar la cama de Sarah y salir de esa habitacion iba a resultar mucho mas dificil de lo que habia imaginado. Habia esperado disfrutar de esa noche juntos, de seducirla y de iniciarla en el arte de hacer el amor; de ensenarle a disfrutar del placer.
Pero no habia esperado sentirse como si el fuera el unico seducido. El unico que habia aprendido lo maravilloso que era hacer el amor. El unico ilustrado en el arte del placer verdadero. A pesar de toda su experiencia, habia aprendido de manos inexpertas la diferencia entre aplacar simplemente la lujuria y hacer el amor con alguien que te importa de verdad.
No habia esperado la profunda sensacion de paz que invadia cada parte de su ser. Parecia como si se hubiera quedado saciado despues de anos de buscar infructuosamente esa paz que ahora llenaba su alma. Nunca hubiera esperado encontrarla en los brazos de una virgen solterona. De hecho, si alguien se lo hubiera sugerido, se hubiera reido.
Era evidente que tenia muchisimo que aprender. Y Sarah -la inocente y protegida Sarah que no conocia ni habia hecho ni la minima parte de las cosas que el si habia hecho- sabia mas sobre la vida y el amor, sobre la generosidad y la bondad, que nadie que el hubiera conocido. Y en solo unos dias se alejaria de su vida. A menos que el encontrase el dinero.
Si lo hacia -y ojala asi fuera- podria casarse con ella. Con solo pensarlo, la oscura vida solitaria que preveia para su futuro se convertia en una vida llena de luz y calor. Para ello tenia que encontrar el dinero. Tenia que estar alli, en su jardin. Tenia tres dias y un monton de acres en la rosaleda donde buscar. Y por Dios, que su busqueda daria sus frutos.
Agarro su arrugada camisa y termino de vestirse rapidamente. Luego, despues de depositar un suave beso en la sien de Sarah, abandono la estancia, cerrando la puerta tras el sin hacer ruido.
Con rapidez recorrio el pasillo hasta su dormitorio; acababa de doblar la esquina cuando se detuvo. Caminando hacia el, a menos de dos metros, estaba Daniel. Daniel, quien tenia el ceno fruncido y miraba al suelo y estaba claro que aun no lo habia visto. Daniel, quien, obviamente, habia estado fuera pues estaba empapado y manchado de barro.
En ese momento su amigo levanto la vista y sus pasos vacilaron. Sus miradas se cruzaron y durante solo un instante algo brillo en los ojos de Daniel, algo que Matthew no pudo descifrar; una mirada que no recordaba haber visto antes en el.
Matthew arqueo las cejas y recorrio a Daniel con la mirada. Tenia la ropa empapada y llena de lodo.
– ?De donde vienes?
De la misma manera, Daniel arqueo las cejas y recorrio a Matthew con la mirada, percatandose, como Matthew muy bien sabia, de su ropa arrugada y su aspecto desalinado.
– Me parece que esta claro donde he estado -dijo Daniel en voz baja, acercandose a el-. Fuera.
– ?Por alguna razon en particular? Hace un tiempo horrible por si no lo has notado.
– Lo note. De hecho, te andaba buscando. Cuando descubri que no estabas en tu dormitorio, tuve la loca idea de que habias salido a buscar a pesar de la tormenta.
– ?Y se te ocurrio ir a ayudarme?
– Pense, en el mejor de los casos, detenerte. Y en el peor, que no hacia mal a nadie yendo a buscarte. Pero esta claro que me equivoque. -Echo un rapido vistazo por el pasillo-. Me gustaria ponerme ropa seca. ?Te importaria seguir hablando en mi dormitorio?
Matthew asintio. Cualquiera podria toparse con ellos en el pasillo, y no queria arriesgarse a que los oyeran hablar sin querer.
En cuanto estuvieron en la habitacion de Daniel, Matthew se apoyo en la repisa de la chimenea y miro con la vista perdida las ascuas candentes mientras su amigo se cambiaba. Cuando Daniel se reunio con el, tenia el pelo humedo, pero se habia puesto unos pantalones limpios de color beige y una camisa blanca.
– ?Para que fuiste a mi dormitorio? -pregunto Matthew.
– No podia dormir. Pense que quizas a ti te pasaria lo mismo y no te importaria compartir un
Matthew se aparto de la repisa de la chimenea y entrecerro los ojos. Antes de que pudiera decir una palabra, Daniel alzo una mano.
– No necesitas responder. La respuesta es obvia. Por lo que nos encontramos ante un gran dilema.
– No es lo que piensas.
Daniel le dirigio a Matthew una mirada inquisitiva.
– ?Piensas tomar a la senorita Moorehouse como amante? Sera una situacion muy embarazosa siendo como son ella y lady Julianne tan buenas amigas. Francamente, me sorprende que pienses en tal arreglo y me sorprende mas aun que la senorita Moorehouse este de acuerdo.
– No hay ningun tipo de arreglo. Ni tampoco un dilema, porque no tengo intencion de casarme con lady Julianne.
Daniel se quedo paralizado.
– ?Has encontrado el dinero? -pregunto bruscamente.
– No. He decidido buscarme una heredera distinta… si sigue siendo necesario. -Le relato su plan de completar su busqueda en la rosaleda durante los tres dias siguientes y luego ir a Londres si no habia encontrado el dinero.
Cuando termino, Daniel le dijo:
– Puedo asumir entonces que tu marcha a Londres senalara el final de esta reunion campestre que al final ha