cenirse a su cintura con solo unas cintas de tela que le cruzaban el talle. Con el cabello perfectamente despeinado, Philip tenia un aspecto de persona oscura y peligrosa que hizo que a ella se le acelerara la sangre en las venas. Solo las gafas le recordaban que ese hombre salvajemente atractivo era un estudioso de las antiguedades, o asi deberia haber sido, si sus lentes de aumento no hubieran magnificado la calidez que emanaba de su mirada.
El se detuvo cuando no les separaban mas de tres pasos. Sin apartar la mirada de ella, le hizo una formal reverencia, y luego, agarrandole la mano, le estampo un beso suave en las puntas de los dedos. El tacto de su boca contra la piel de sus dedos le hizo sentir una vibracion y un calor que, a pesar de ser incomodos, al menos la sacaron del estupor en el que se habia hundido.
Con las mejillas ardiendo, saco su mano de entre las manos de el y se echo a andar hacia atras. Desgraciadamente, solo habia retrocedido dos pasos cuando su espalda topo con la puerta cerrada. Philip recorrio esos dos pasos de una sola zancada y se quedo parado tan cerca de ella que casi llegaban a tocarse. Tan cerca como para que ella pudiera respirar su olor limpio y masculino. Meredith sintio que se fundian en ella una sensacion parecida al panico junto con cierta dosis de indignacion.
– ?Que demonios pretende? -dijo ella en un susurro sibilante, frotandose la mano contra el vestido en un infructuoso intento de limpiarse el persistente hormigueo que le habia dejado aquel beso-. ?Y por que ha decorado su estudio de una manera tan… decadente? ?Y que demonios lleva puesto? Por el amor del cielo, ?que van a pensar sus invitados? -Lanzo una mirada rapida a la habitacion-. ?Y donde estan exactamente sus invitados?
– Demasiadas preguntas. En cuanto a lo que estoy haciendo: ?se refiere a cuando bese su mano o ahora mismo? -Antes de que ella pudiera contestar, el continuo-: Le bese la mano en senal de saludo, y ahora mismo simplemente estoy admirando lo hermosa que esta. La habitacion la he transformado para que parezca una tienda beduina en el desierto, una muy parecida a la que pertenecio a un rico mercader egipcio que conoci en uno de mis viajes. Y en cuanto a mi atuendo, asi es como acostumbraba a vestir cuando estaba en el extranjero, y puedo asegurarle que es infinitamente mas comodo que la ropa inglesa. Y en cuanto a lo que pensaran mis invitados, estoy ansioso por oir su opinion.
– Es un completo escandalo. Veo avanzar por el horizonte un completo desastre. -Alzo la mano senalando a su alrededor y le rozo los brazos sin darse cuenta mientras describia un arco que abarcaba la habitacion. La retiro al momento, como si hubiera tocado fuego-. ?Ha visto esto algun otro invitado ademas de mi?
– No.
– A Dios gracias. Ahora mismo debe ir a cambiarse y ponerse una ropa mas apropiada antes de que lleguen los invitados.
– Ya han llegado todos.
Su alivio se desvanecio como una vela consumida.
– Dios bendito. Si cualquiera de esas jovencitas llega a entrar en esta sala tan seductoramente decorada… - Ella parpadeo un par de veces incapaz de entender lo que estaba sucediendo-. ?Donde estan? Yo las mantendre ocupadas mientras usted se viste y…
El interrumpio sus palabras tocando con uno de sus dedos los labios de ella.
– Meredith, todos los invitados, la unica invitada, esta aqui, en esta habitacion.
12
Pasaron varios segundos hasta que el significado de aquellas palabras se abriera paso entre los pensamientos que se agolpaban en la mente de Meredith y el panico que la invadia. De repente le resulto evidente el sentido completo de sus palabras. Maldicion, ?a que estaba jugando?
Alzando la barbilla, cruzo los brazos sobre el pecho y empezo a golpear con un pie sobre la gruesa alfombra.
– ?No va a venir nadie mas?
– No.
– ?Nadie mas ha aceptado la invitacion?
– No.
Su zapato dejo de golpear el suelo, su disgusto se calmo y cedio paso a la confusion y la simpatia.
– Pero ?que es lo que les pasa a esas mujeres? Las invitadas estuvieron muy contentas desde todos los puntos de vista la otra noche. ?Tienes alguna idea de que es lo que no ha salido como esperabamos?
– No sabria decirte.
Da repente un halo de sospecha aparecio en sus ojos.
– ?Les dijiste cual iba a ser la, eh, manera en que se serviria esta cena?
– No, no lo hice.
Perpleja, Meredith apreto los labios.
– Entonces, no puedo imaginar por que todas han declinado la invitacion. Acaso una o dos de ellas, pero ?las seis?
– La verdad es que hay una explicacion muy logica.
– ?Ah, si? ?Y cual es?
– Que no han recibido las invitaciones.
– Me dijiste que tu mismo prepararias las invitaciones -dijo ella mirandole fijamente.
– Y eso hice.
– Entonces, ?como sabes que no las han recibido?
– Porque no las llegue a mandar.
– ?No las has mandado! Yo…
El se acerco mas a ella, haciendo que su cercania silenciara la ofendida respuesta. Ella se apreto contra la puerta, pero no pudo huir. El apoyo una mano en la jamba, al lado de su cabeza, y poco a poco se acerco mas. Tan cerca estaba que ella podia ver las sutiles motas de color ambar de sus ojos. Tan cerca que ella podia sentir el calor de su cuerpo rodeandola. Meredith respiro lenta y profundamente, pero eso no hizo mas que llenarle la cabeza con su delicioso olor.
– ?No quieres saber por que no llegue a enviar las invitaciones, Meredith? -Su aliento calido rozo la cara de ella, haciendo que todas sus terminaciones nerviosas despertaran. El deseo de tocarlo era tan intenso que se vio obligada a agarrarse con las manos a los faldones de su vestido para controlarse. Al ver que ella no respondia, el susurro-: No envie las invitaciones porque no queria que viniera nadie mas. Solo queria que estuvieras tu conmigo. He hecho esto por ti. Solo para ti.
Ella trago saliva y miro hacia arriba con desolacion. Por Dios, ?como habia desaparecido su enfado en un segundo? ?Por que ya no estaba horrorizada? ?Donde estaba el sentimiento de ofensa por la temeridad de haberla enganado? Rebusco en su mente, tratando de encontrar alguna pizca de resentimiento, una muestra de irritacion, algun resto de enfado, pero no lo encontro. Nada de eso. En su lugar, una miriada de emociones se debatian en una combinacion que no queria sentir: halago y excitacion por el gran esfuerzo que habria supuesto para el preparar todo aquello. Total curiosidad e intriga pensando en como se podria desarrollar una velada en tan lujoso y exotico ambiente. Y lo peor de todo, alivio al saber que los afectos de el no estaban puestos en otra mujer. «
– Philip, no puedo quedarme.
– Por favor, no digas eso. Se que ha sido muy presuntuoso por mi parte, pero queria compartir contigo todos los sabores de las culturas que he conocido. Pense que te gustaria saborear la comida y el ambiente de tierras lejanas.
– Me gustaria, pero…
– Entonces quedate. Si no es por mi, hazlo como una muestra de cortesia con Bakari, que ha tenido que esforzarse mucho para preparar la habitacion y la comida. Tienes que quedarte a cenar. -Se acerco aun mas a ella, hasta que casi le rozo la oreja con los labios-. Por favor.