Sarah.
Acercandose la mano de ella hasta los labios, Philip le estampo un beso en la yema de los dedos, haciendo que un estremecimiento recorriera su brazo.
– Si. Pero el maleficio tambien me condujo hasta ti.
13
A Meredith se le paro el corazon por un instante, y luego comenzo a latirle de nuevo golpeando contra su caja toracica. «El maleficio tambien me condujo hasta ti.»
Antes de que ella pudiera pensar en una respuesta adecuada, aunque sin duda no la habia, el sonrio.
– Perdoname, por favor. No pretendia aguarte la noche con fantasmas del pasado. Todavia nos quedan varios platos mas de los que disfrutar, y Bakari me va a poner la peor de las caras si no sirvo sus obras de arte en el momento apropiado.
Estaba claro que deseaba cambiar de tema, y ella estaba mas que deseosa de satisfacerlo. Sin duda la simple rutina, la naturaleza corriente de compartir la comida, les dispensaria del aire de intimidad y de cercania al que habian llegado durante la conversacion. Aunque ella no sabia como iba a borrar los incomodos sentimientos que su historia le habia provocado.
Los siguientes dos platos consistian en unas rodajas muy finas de pato y un delicioso estofado de cordero, despues de los cuales ella se sintio caldeada, reconfortada y relajada. Rodeados por los mullidos cojines, era como si ambos estuvieran metidos en un capullo aterciopelado.
– No podria decirte cual de los platos era mas delicioso -dijo ella viendole levantar la tapa de otra de las bandejas-. Bakari es un excelente cocinero. Yo en tu lugar lo colocaria en la cocina en vez de en el vestibulo.
– Espera a probar esto -rio el.
Le acerco un cuenco de porcelana china que contenia lo que parecia ser una combinacion de flan y delgadas laminas de bizcocho, decorado con nueces picadas y un sirope dorado. Obviamente se trataba de un postre, pero de un tipo de postre que ella desconocia. El metio una cucharilla en el cuenco y se la acerco a los labios. Le llego un delicado aroma de miel y canela que la animaba a comer lo que le ofrecia, pero se detuvo dudando, con un estremecimiento que le recorria la espalda a causa de aquel gesto tan intimo. Una cosa era compartir la comida con el; otra muy distinta que el se la diera.
– Pruebalo, Meredith -dijo Philip en voz baja-, Te aseguro que te va a encantar.
Ella abrio los labios y el le introdujo el bocado, y luego, lentamente, deslizo la cucharilla entre sus labios al sacarsela de la boca. Una embriagadora combinacion de sabores
Para su consternacion y mayor fascinacion, el se echo hacia atras, reclinandose sobre el monton de cojines de su lado, y haciendo con ello que la camisa se abriera y dejase al descubierto su hombro izquierdo. Involuntariamente la mirada de ella se detuvo alli, y desde su bronceada garganta le recorrio el pecho hasta llegar a sus musculosas piernas.
– ?Te ha gustado? -le pregunto Philip con voz profunda.
Ella volvio a alzar la mirada hasta sus ojos y se dio cuenta de que el la miraba con profunda concentracion. ?Que si me ha gustado? «Mas que nada de lo que habia visto antes», penso ella. Miro hacia el cuenco de porcelana china que el todavia sostenia en una mano y un calor le subio por las mejillas. Cielos, se referia al postre.
– Es, hum, delicioso. -Cuando el volvio a meter la cucharilla en el cuenco, ella pregunto-: ?No vas a comer tu un poco?
– Si, me gustaria mucho. -Incorporandose le paso a ella el cuenco y la cuchara, acercandose tanto que sus rodillas se tocaron.
Ella dio un respingo con la rodilla, y se quedo mirando el cuenco y la cuchara que ahora sostenia entre las manos. El significado de aquello era inconfundible. Su sentido de la precaucion decia que dejara la comida en la mesa y se marchara de alli. Pero todo lo que habia en ella de curiosidad femenina le decia que probara como era eso de alimentar a un hombre. «A ese hombre.»
Con el corazon saliendosele del pecho metio la cucharilla en el cremoso postre y la acerco a los labios de el. Emocionada, le introdujo la cucharilla en la boca, pasandola lentamente por los labios al sacarla, al igual que habia hecho el antes con ella. Lo observo mientras masticaba. Por todos los cielos, que boca tan hermosa tenia aquel hombre. Al momento le vino a la memoria el recuerdo de esa boca sensual y firme frotandose contra su piel y sus labios.
Philip se incorporo y coloco la yema de uno de sus dedos sobre el labio inferior de ella.
– Una pizca de canela -murmuro. Luego se metio el dedo en la boca y chupo la agridulce esencia.
Ella se sintio como si acabaran de echarla a una hoguera. Antes de que Meredith pudiera pensar en que hacer o decir, el le arrebato suavemente el cuenco y la cucharilla, y los dejo sobre la mesa. Luego tomo un plato oval de ceramica lleno con un surtido de fruta troceada, olivas y nueces peladas.
Coloco el plato a su lado y agarro un pequeno trozo de fruta con los dedos.
– Esto es un higo; es muy popular en Grecia desde tiempos antiguos. Pruebalo. -Ella se incorporo, pero cuando acerco la mano al plato, el nego con la cabeza y le acerco la fruta que tenia entre los dedos a los labios-. La costumbre es que el invitado coma lo que le ofrece el anfitrion de la mano de este; en caso de que al invitado le haya gustado la comida. Eso simboliza un armonioso final de cena.
– Ya veo -replico ella, tratando de decirse que si iba a comer de su mano era solo para no romper una antigua costumbre y para no ofenderlo, pero aquella era una mentira tan banal que se arrepintio de haber buscado tal excusa en cuanto se le ocurrio.
Las costumbres antiguas no tenian nada que ver con que ella se incorporara y comiera el trozo de higo que el le ofrecia entre los dedos. En alguna parte de su cerebro se dio cuenta de que la fruta era dulce y exquisita, pero todo el resto de su mente estaba concentrado en la sensacion de los dedos de aquel hombre tocando sus labios.
– El invitado puede devolver el favor al anfitrion, si asi lo desea -dijo el-. De esa manera demuestra que la compania le ha resultado agradable.
Por el amor de Dios, a ella aquella compania le parecia mucho mas que sencillamente agradable. Tentadora, incitante, excitante… Incapaz de rehusar, se agacho y tomo un trozo de naranja pelada, que a continuacion le ofrecio. Su mirada estaba fija en la de ella, y suavemente se introdujo la fruta y parte de los dedos de ella en la boca. Absorbio el citrico jugo y retuvo un instante los dos dedos de ella entre sus labios. Meredith se estremecio cuando el calor de su boca le rodeo los dedos y su lengua empezo a restregarse por ellos. Involuntariamente, sus propios labios se abrieron en respuesta y exhalo un suspiro. El se saco los dedos de ella de la boca y luego los beso.
– Delicioso -dijo Philip despues de tragar el trozo de fruta. Luego agarro una gruesa oliva negra sin hueso y anadio-: Despues de la fruta dulce, el anfitrion debe ofrecer algo salado, para demostrar al invitado que lo tiene en la mas alta estima.
Como si estuviera en trance, Meredith observo como el le acercaba la oliva a la boca, y el corazon no paro de darle brincos mientras Philip frotaba lentamente aquel manjar contra su labio superior antes de introducirselo en la boca. La salada fragancia de la oliva en su lengua provoco un intenso contraste con la dulzura del higo.
– El invitado puede devolver el favor al anfitrion, si asi lo desea -dijo el buscando los ojos de ella con su oscura mirada.
De la misma manera que no podia negar que su compania le agradaba, tampoco podia negar que lo tenia en la mas alta estima. Por supuesto, hacer algo que significara admitirlo abiertamente ante el era una cuestion algo mas que embarazosa. Y muy imprudente.
Aun asi no pudo evitar tomar una oliva y ofrecersela. Los oscuros ojos de Philip la miraban desde detras de sus gafas, y vieron que a ella le temblaba la mano. El le agarro amablemente la mano y la acerco a su boca,