Los brazos de Philip le rodearon el pecho, tirando de ella hacia atras, apretandola contra su torso, y con los calidos labios rozo un lado de su cuello.
– Meredith.
Murmuraba su nombre tan dulcemente. La beso con suavidad en el cuello. El placer y la pasion fluyeron por las venas de ella, despertando los anhelos y deseos que tanto habia luchado por reprimir. Aquellas caricias la excitaban de una manera insoportable, confundiendola. ?Como habia logrado hacer que se sintiera de esa manera con solo rozarla? Todo lo que jamas habia visto u oido la dirigia hacia aquello que ocurre en la oscuridad, entre un hombre y una mujer que se desean, se abrazan y se hablan con los cuerpos. Y sabia que no podria resistirse.
Aquella suave caricia, aquella excitante ternura deshacia sus defensas, dejandola incapaz de resistirse al seductor senuelo de su voz suave y sus manos prometedoras. Con un leve gemido de rendicion, Meredith se echo hacia atras, se apoyo contra el, y volvio la cabeza para que los labios de Philip tuvieran un mejor acceso a su cuello.
El le aparto el cabello de la nuca y recorrio con su lengua aquella zona de piel sensible. Un escalofrio la recorrio de pies a cabeza, y se estremecio entre los brazos de el en un vano esfuerzo por relajar el dulce dolor que sentia entre las piernas. Aquel movimiento hizo que sus nalgas presionaran contra la dura excitacion de Philip, quien dejo escapar un brusco suspiro. «Solo una caricia mas… solo un beso mas… y luego lo detendre…», se decia ella.
Philip la oyo gemir, y sintio aquella vibrante excitacion en sus propios labios. Estaba empezando a perder el control de una manera alarmante, y, a pesar de que aun podia darse cuenta de eso, parecia incapaz de domenar sus deseos. Habia preparado aquella velada para cortejarla, no para seducirla. Pero ahora que la tenia tan cerca, llenando todos sus sentidos, el deseo le dominaba. «Solo una caricia mas… solo un beso mas… luego me detendre…»
El aparto a un lado su chal de encaje, desnudando un buen trozo de la palida piel de ella, y dejandola expuesta al tacto de sus manos y sus labios. La beso dulcemente en los hombros, mientras sus manos se deslizaban a lo largo de su garganta y luego descendian hasta poder sujetar sus dos pechos entre las palmas.
– Philip. -Su nombre susurrado de una manera tan profunda le encendio como si ella hubiera acabado de echar un fosforo en un monton de lena. Y en ese momento Philip perdio la batalla que habia estado librando contra los deseos de su cuerpo.
Con un grunido, la apreto aun mas fuerte con los brazos, de manera que sus labios se pudieran encontrar, y la beso de una forma que habia pretendido que fuera suave, pero que inmediatamente se convirtio en caliente y exigente. Luego introdujo una mano por debajo de su canesu, acariciando su pecho desnudo. Mientras su lengua recorria la sedosa dulzura de su boca, sus dedos exploraron la exuberante blandura de su pecho y la dura excitacion de su pezon. Philip sintio que los ahogados jadeos de Meredith le embriagaban, y al momento cualquier sensacion de tiempo y espacio se borro, y esta fue reemplazada por una necesidad dolorosamente ardiente. Mas. Queria mas. Necesitaba mas.
Con un chillido que era casi un grito de panico, Philip se separo de aquellos labios, alegrandose al oir un chillido similar de protesta de ella. Con un gesto rapido se quito las empanadas gafas y las dejo sobre la mesa, y luego hizo que ella se moviera hasta quedar reclinada en su regazo. Respirando con fuerza, Philip miro hacia abajo, hacia ella, tumbada en sus brazos. Avanzo una mano y toco con la punta de un dedo el delicado hoyuelo de la parte inferior de su cuello, absorbiendo el frenetico latido de su pulso.
– ?Tienes idea de lo encantadora que eres? ?De lo bien que se te ve en mis brazos? ?De lo profundamente que me afectas? -Le tomo una mano y la apreto contra su pecho en el lugar exacto en el que el corazon le retumbaba como si estuviera corriendo por el desierto-. Esto es lo que me haces, Meredith. Cada vez que te veo, que pienso en ti, que te toco. -Abriendo varios botones de su camisa, el movio la mano de ella contra su pecho. Luego, cerrando los ojos para degustar el agudo placer de aquella mano frotandose contra su piel, le dijo-: Tocame.
Tras un breve momento de duda, ella abrio los dedos y poco a poco los fue pasando por su piel, rozando con las yemas sus pezones. Un rapido escalofrio lo recorrio. Oponiendose al irresistible impulso de devorarla, Philip agacho la cabeza hacia su boca y paso la lengua por su grueso labio inferior. Ella le devolvio la caricia, y ambas bocas se unieron en un largo, sensual y profundo conjunto de labios y lenguas.
El la volvio a acomodar, echandola de espaldas hasta que estuvo completamente reclinada contra los mullidos cojines, y luego se tumbo a su lado. Abandonando la tentacion de su deliciosa boca, lleno su mandibula de besos, y luego fue bajando por la garganta hasta llegar a rozar con la lengua el inicio de sus pechos. Con mano temblorosa deslizo su canesu hacia abajo, dejando al descubierto aquellos exuberantes pechos coronados por dos excitados pezones de coral.
Dibujando circulos con su lengua alrededor de los pezones, Philip los recorrio uno a uno antes de meterselos en la boca. Ella dejo escapar un profundo y sensual alarido, e introdujo los dedos entre los cabellos de el a la vez que arqueaba todo el cuerpo, como si se le estuviera ofreciendo por completo. Pero aquello todavia no era suficiente.
Un mismo deseo recorria cada una de las venas de Philip, quien, con el pensamiento perdido en una niebla de excitacion, deslizo una mano por debajo de las costillas de ella hasta llegar al abdomen, y de ahi siguio descendiendo hasta llegar al muslo y a la pantorrilla. Atrapando entre los dedos la suave tela de su vestido, empezo a deslizar la falda hacia arriba. Acto seguido, introduciendo una mano por dentro de la falda, le acaricio los muslos.
Sintiendo aquella sedosa piel bajo los dedos y aquellos pechos en su boca, y oyendo los acompasados gemidos de placer de Meredith haciendo eco en su mente, el minimo control que se suponia que aun podria poseer se evaporo como un charco en el desierto. En cuanto sus manos llegaron a las cintas de sus bragas, al momento se deshizo de aquella barrera.
«La quiero, la deseo.» Estas palabras martilleaban su cerebro como un mantra con el que alimentara el fuego que corria por sus venas. «Necesito tocarla. Ahora.»
Al primer roce de su dedo contra la intima carne femenina, los dos se quedaron inmoviles. Ella dejo escapar un lento suspiro y el levanto la cabeza. Alli tumbada, con el pelo revuelto, con los ojos cerrados y unas oscuras manchas de excitacion en las mejillas, con los labios entreabiertos, los pechos al descubierto y los pezones duros y erectos por efecto de sus labios y su boca, aquella mujer le desarmaba por completo. Sumida en la centelleante