– ?Sabes que es la segunda vez que me salvas la vida? -murmuro ella alzando la cabeza para darle mejor acceso a sus besos-. Creo que esto se merece alguna recompensa.

– Y no pienses ni por un momento que no la voy a reclamar.

Philip se puso derecho y ella sonrio viendo los empanados cristales de sus gafas. Deslizandoselas por la nariz para quitarselas, el pregunto:

– ?Sabes lo muy a menudo que comentas mi total falta de buenos modales?

– Yo prefiero llamarlo «hacer discretas insinuaciones».

– Estoy seguro de que asi es. Sin embargo, te aconsejaria que te prepararas para el momento en que te lleve a mi dormitorio, porque alli vas a poder observar una sorprendente falta de modales.

Aquellas palabras hicieron que un escalofrio de anticipacion le recorriera la espalda.

– Cielos. No hay duda de que deberia desvanecerme ante tal afirmacion. Pero por suerte no soy propensa a los vahidos.

– Me alivia mucho oirlo -anadio el con un brillo de salvaje emocion en los ojos.

Despues de depositar un ultimo beso en los labios de ella, Philip se sento al escritorio, donde redacto una breve nota.

– Es para Andrew y Bakari. Para informarles de que se ha roto el maleficio -le explico.

Volvio al lado de Meredith, doblo las rodillas y la tomo en brazos. Antes de que ella pudiera emitir una queja, salio con ella de la habitacion y paso por el pasillo hasta el vestibulo, donde se cruzaron con James, quien, bendito el, ni siquiera parpadeo ante la vision de Philip llevando a Meredith en brazos, una vez mas.

Philip dejo la nota que acababa de escribir al criado y le dijo:

– Asegurate de que le sea entregada al senor Stanton en el Museo Britanico inmediatamente, James.

– Si, senor.

– Y luego asegurate de que nadie me moleste.

– Si, senor.

Dicho esto, Philip subio los peldanos de dos en dos, mientras las enrojecidas mejillas de Meredith ardian.

– Eres realmente incorregible -le susurro al oido.

– Y a ti te encanta recordarmelo.

Entraron en el dormitorio; Philip empujo la puerta con la punta de la bota y luego la cerro con llave. Se acerco a la cama y deposito a Meredith cuidadosamente sobre la colcha, tumbandose luego suavemente sobre ella hasta cubrirla con su propio cuerpo.

– ?Estas preparada para que te muestre cuan incorregible puedo ser?

Alzando los brazos, Meredith metio los dedos entre el revuelto cabello de Philip, mientras disfrutaba de la maravillosa sensacion del peso de su cuerpo aplastandola contra el colchon. Sonriendole y mirando sus hermosos ojos oscuros, le dijo:

– Querido Philip, eso entra dentro de la categoria de «absolutamente si».

EPILOGO

Mirandose en el reflejo que le ofrecia el espejo de pared, Philip tiro de las mangas de su chaqueta corta de color azul oscuro y se la coloco bien, dandose orgullosa cuenta de que nadie podria poner pegas hoy a su atuendo. ?Solo habian pasado cuatro dias desde que habia roto el maleficio que cayera sobre Meredith? Si. Pero incluso ese poco tiempo esperando para hacer de ella su esposa le habia parecido una eternidad. Gracias a Dios habia conseguido una licencia especial para acabar con aquel sufrimiento.

Alguien llamo a la puerta de su dormitorio y el contesto.

– Pase.

Se sorprendio al ver entrar a su padre en la habitacion, ya que estaba esperando que llegara Bakari con noticias de que Meredith ya estaba alli para dar comienzo a la ceremonia que se iba a celebrar dentro de veinte minutos. Cuando su padre se acerco, Philip se dio cuenta de que en sus mejillas se reflejaba un color muy saludable.

– Bakari estaba a punto de venir para informarte de que tu novia acaba de llegar, pero me he ofrecido a traerte la noticia yo mismo, porque queria hablar contigo.

Philip se sintio embriagado por la emocion. «Tu novia acaba de llegar.» Lo cual significaba que en menos de una hora se habria convertido en su esposa. El futuro se abria ante ellos como una deslumbrante perla aguamarina.

– Me alegro de verte aqui, padre, porque yo tambien queria hablar contigo. -A solo unos minutos de su boda, el esperaba que podria hacer las paces con su padre, y de este modo disfrutar del tiempo que les quedara por delante, antes de que la salud de su padre fallara. Senalandole unos sillones colocados junto a la chimenea, dijo-: ?Nos sentamos?

– Prefiero seguir de pie.

– De acuerdo. Me alegro de que te encuentres bien de salud. De hecho, tienes un aspecto esplendido. Exceptuando el cabestrillo que te sostiene el brazo, eres el vivo retrato de la salud.

– Eh, si-respondio su padre tragando saliva-. Y de eso precisamente queria hablarte. -Volvio a tragar saliva-. De hecho estoy de salud exactamente tal y como aparento.

– ?Exactamente como?

– El vivo retrato de la salud.

– ?Como lo sabes?

– Me lo ha dicho el doctor Gibbens.

Philip tardo varios instantes en entender el significado de aquellas palabras. Entonces, con una sonrisa de incredulidad, recorrio los pocos pasos que les separaban y, agarrando a su padre por los hombros, dijo:

– ?Esa es una noticia magnifica, maravillosa, padre! ?A que cree el doctor Gibbens que se debe esta recuperacion?

– No ha habido recuperacion alguna, Philip. Nunca he estado enfermo.

Philip se quedo parado y su mano se deslizo lentamente por los hombros de su padre, mientras le asaltaba un cumulo de sensaciones. Sorpresa, enfado, decepcion. Se quedaron mirando el uno al otro, y la tension que habia entre ellos se podia palpar en el aire que les separaba.

– Mentiste porque pensabas que no seria capaz de mantener la palabra que te di. -Philip no fue capaz de disimular la amargura en su tono de voz.

– Menti porque queria que mantuvieras tu palabra mientras yo aun estuviese vivo -respondio su padre-. Te queria tener en casa, y despues de una decada en el extranjero ya habia llegado el momento de que regresaras. Ya desee que volvieras a casa hace tres anos, pero aunque habia arreglado una boda para ti, tu rehusaste complacerme.

– De modo que esta vez afirmaste que te estabas muriendo.

– Si.

La mandibula de Philip se apreto al ver la ausencia de remordimientos en los ojos de su padre y el desafiante angulo de su barbilla.

– Supongo que te das cuenta de lo despreciable de tus acciones, padre. No solo por mi, sino tambien por Catherine. Por debajo de su aparente fortaleza, ha estado tremendamente preocupada por tus problemas de salud.

– Me disculpe con Catherine a primera hora de la manana. Me echo una buena reprimenda, pero al final hemos hecho las paces. Ni le gusta ni tolera lo que he hecho, pero entiende por que lo hice. Creo que de no ser asi no habrias vuelto a casa. De hecho, ni siquiera estaba seguro de si las noticias sobre mi mala salud conseguirian hacerte volver a Inglaterra.

– La fe que tienes en mi nunca deja de sorprenderme, padre. Y dime, ?como conseguiste ese aspecto de moribundo?

– Dejando de comer.

– ?Y el semblante palido?

– Con polvos de harina. -Antes de que Philip pudiera decir algo mas, su padre continuo-: Tienes razon de

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