Una cruda necesidad aparecio en sus ojos,

haciendo brillar aquellas humeantes profundidades de color ebano.

Me agarro por los hombros y me estrecho con fuerza contra su cuerpo duro.

– Eres mia -susurro con calida fiereza contra mis labios.

No pude negarlo. Era suya. Pero el tambien era mio.

Y no iba a dejar que lo olvidara…

El beso de lady Vampiro,

Anonimo

Logan llego a la residencia de lord Teller en Park Lane con la firme intencion de encontrar en la fiesta a una mujer que le ayudara a olvidar aquel agitado dia y a cierta dama en la que se negaba a seguir pensando. Bajo del carruaje y se dirigio hacia la entrada, pero a medio camino sintio que un escalofrio le recorria la espalda; un escalofrio que no tenia nada que ver con el aire frio de la noche. Se detuvo y se giro con rapidez, escudrinando la zona. Alguien le observaba. Lo sabia. Podia sentirlo en las entranas.

Deslizo la mirada por la multitud de elegantes carruajes que estaban alineados a lo largo de Park Lane de donde estaban descendiendo los invitados a la fiesta. ?Lo estarian observando desde uno de ellos? ?O seria desde el otro lado de la calle donde los frondosos setos y los altos arboles de Hyde Park ofrecian un monton de escondites para quien no deseaba ser visto?

Logan escruto la oscuridad pero no pudo detectar nada extrano. Y, aun asi, su instinto seguia estando en guardia. Despues de una ultima mirada continuo su camino hacia la residencia de lord Teller, tomando nota mental de ponerse en contacto con Gideon a la manana siguiente. Tenia que decirle al detective que estaba seguro de que lo habian estado espiando de nuevo. Ademas, informaria a Adam de sus sospechas, para que su eficiente y observador hombre de confianza estuviera pendiente de cualquier cosa extrana que pasara a su alrededor. Logan tenia un mal presentimiento. Intuia que lo que habia destruido su barco, acabando con la vida de dos de sus hombres, no fue un accidente ni un acto fortuito.

Apreto los labios en una linea sombria. Puede que quienquiera que le estuviera observando se diera a conocer esa noche. De ser asi, lo estaria esperando. Mientras tanto actuaria con normalidad, como si no sospechase nada extrano. Disfrutaria de la fiesta. Encontraria a una mujer calida y dispuesta, y no pensaria en «cierta dama en la que se negaba a seguir pensando».

Despues de entregar el abrigo y el sombrero al mayordomo, Logan entro en el salon de lady Teller y se detuvo en seco como si hubiera chocado contra una pared. Maldita sea, ?cuantas probabilidades habia de que, en una habitacion llena de mujeres, a la primera que viera fuera a «ella»?

Lady Emily estaba junto a las ventanas que daban a la terraza charlando con Carolyn y otras damas. Los ojos de Logan -que parecian haber desarrollado voluntad propia -la recorrieron de arriba abajo con una avidez que le resultaba irritante. Los brillantes tirabuzones que le caian sobre la espalda estaban adornados con gemas entrelazadas que centelleaban bajo la luz de las velas. El vestido de color verde esmeralda dejaba a la vista una tentadora porcion de piel cremosa, piel que el sabia que era sedosa. El corpino tenia un poco de escote, y Logan tuvo que contener un gemido al recordar la sensacion de esos senos plenos presionando contra su torso.

Incluso desde el otro lado de la estancia podia ver el brillo picaro en los ojos de la joven, que reflejaban el mismo color esmeralda del vestido.

Maldicion, lady Emily estaba radiante. Espectacular. Conseguia que todo lo que la rodeaba adquiriera un anodino tono gris. Cerro los punos con fuerza y apreto los labios en un inutil esfuerzo por contener el abrumador deseo de hundir los dedos entre sus brillantes cabellos y deslizar la boca por aquella suave garganta… por aquella piel sedosa que el sabia que olia de manera deliciosa. Clavo la vista en la garganta desnuda de la joven y al instante su mente conjuro una imagen de un collar de esmeraldas adornando aquella piel marfilena. Si… un collar de esmeraldas y… nada mas. Salvo las manos y la boca de Logan.

La mirada del americano regreso a los exuberantes labios de Emily, que en ese momento esbozaban una amplia sonrisa. Esa sonrisa que ofrecia de buen grado a los demas, pero que jamas se habia dignado a brindarle a el. Como si quisiera demostrar que estaba en lo cierto, la sonrisa de la joven se desvanecio en cuanto sus miradas se encontraron.

Maldita sea, ya era suficientemente malo haberse quedado mirandola, pero que lo pillara haciendolo lo irritaba sobremanera. Cualquier rastro de picardia abandono los ojos de lady Emily, y en su lugar aparecio una expresion de desolacion absoluta que el no habia visto antes. Aquella mirada desolada le dejo aturdido y le llego al corazon de una manera totalmente inesperada. Emily siempre habia sido una joven alegre y vivaz. Incluso cuando le fulminaba con la mirada. Fuera lo que fuese lo que habia provocado esa mirada sombria, debia de haber sucedido hacia poco tiempo, pues el no habia detectado aquellas senales de infelicidad por la tarde. ?Que le habria sucedido para que sintiera tal tristeza?

Se vio inundado por una oleada de preocupacion y, antes de que pudiera pensarselo dos veces, se dirigio directamente hacia ella. Deseando, necesitando, por razones que no podia comprender, ofrecerle algun tipo de consuelo o de ayuda.

Sin embargo, en el mismo instante en que el comenzo a moverse, ella parpadeo y su expresion se aclaro. Logan se detuvo y durante varios largos segundos se quedaron mirando fijamente el uno al otro. Luego, antes de que el pudiera desviar la vista, ella volvio a prestar atencion a sus amigas sin ni siquiera parpadear para reconocer su presencia.

Una extrana sensacion a la que no podia dar nombre atraveso a Logan. Sin duda no era dolor. A Logan no le importaba si ella reconocia su presencia o no. Y, desde luego, tampoco podian ser celos. ?Que importaba que ella le sonriera a todos menos a el? Claramente, aquello era el fastidio que sentia por que lo hubiera pillado mirandola. Y por que se hubiera comportado como un tonto al imaginar que ella agradeceria su ayuda por lo que fuera que la estuviese preocupando. Si es que realmente habia algo que le preocupara. Lo mas probable era que el desasosiego de lady Emily se debiera a alguna crisis, como haber perdido un pendiente o que se le hubiera manchado el vestido.

Bien, Logan no tenia por que preocuparse de que lo pillara mirandola de nuevo. No tenia intencion de volver a mirarla durante el resto de la noche, asi que cogio una copa de champan -que no tenia ningun deseo de tomar -de la bandeja que un lacayo le tendia y centro su atencion en el resto de la gente. Observo que no era el unico hombre que miraba a lady Emily. Un joven rubio que estaba parado cerca de las puertas que conducian a la terraza la miraba como si estuviera imaginando que prenda queria quitarle primero.

Logan arqueo las cejas mientras intentaba recordar el nombre del hombre. Le recordaba algo desagradable… algo que tenia un sabor espantoso. Ah, si, ahora lo recordaba. Aceite de ricino [1]. El nombre de aquel bastardo que se comia con los ojos a lady Emily era lord Kaster. Logan tuvo el repentino deseo de estrellar el puno contra los globos oculares de aquel cretino. Y de meter su perfectamente peinada cabeza rubia en la ponchera. Justo entonces, otro hombre reclamo la atencion de Kaster y el muy bastardo tuvo que hacer un evidente esfuerzo para apartar la mirada de la joven.

Sintiendose como un gato enfurecido, Logan volvio a pasear la vista por los invitados. Parecia como si todo Londres hubiera acudido a la fiesta. Jamas dejaba de sorprenderle la multitud de personas que asistia a esas veladas. Para el no eran mas que una oportunidad de hacer negocios, no un disfrute social; no le gustaban las multitudes. Esa noche habia considerado seriamente quedarse en casa. Todavia le afligian las visitas que habia hecho a los hombres heridos en el incendio de El Marinero y la reunion con Velma Whitaker y su hija Lara… Maldita sea, jamas olvidaria el rostro devastado y manchado de lagrimas de la mujer ni el de la nina que lo miro con unos ojos enormes mientras se aferraba a las faldas de su madre y le dijo con voz temblorosa: «Papa nunca volvera a casa.»

Pensaba ocuparse de que no les faltara de nada, pero como el sabia demasiado bien, el dinero no podia reemplazar a las personas ni podia curar los corazones rotos. Ni podia borrar la imagen de esa nina huerfana de su mente. Por ese motivo decidio acudir finalmente a la fiesta; si se hubiera quedado en casa, se habria sentado en un sillon sin hacer otra cosa que recordar algo que queria olvidar. Algo en lo que no le gustaba pensar.

La soledad.

Habia estado solo durante anos, y ya estaba cansado. Ya no queria estar solo. En especial esa noche.

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