Capitulo 29

– ?Maldita sea, Justin! ?Que es tan endiabladamente importante para que me arrastres hasta aqui? -pregunto Stephen mientras entraba en el despacho privado de Justin.

– Me alegra verte levantado -comento Justin.

– No me has dejado otra eleccion. -Stephen se sirvio una generosa copa de brandy y luego se planto delante de Justin-. Te lo vuelvo a preguntar. ?Que demonios quieres?

Justin nego repetidamente con la cabeza.

– Vaya, vaya. Hoy nos hemos levantado con el pie izquierdo, ?eh?

– No nos hemos levantado de ninguna forma. Tenemos un horrible dolor de cabeza, una montana de correspondencia que revisar y ningun tiempo que malgastar haciendo vida social.

– Una pena -dijo Justin, sin asomo de compasion-. Y yo que creia que te encantaria salir de casa. Llevas una semana entera encerrado en tu casa de Londres. Segun me ha informado mi personal, ya llevas varios dias levantado.

– ?Como sabe tu personal lo que pasa en mi casa?

– Uno de los ayudantes de cocina de tu casa es sobrino de la doncella de Victoria.

Stephen se bebio media copa de un trago.

– ?No sabes la alegria que me das!

– Alguien tiene que mantenernos informados -dijo Justin con delicadeza-. No es que estes muy comunicativo que digamos ultimamente.

– No tengo nada que contar. He estado trabajando. Hace tres dias todavia estaba guardando cama. Como tal vez recuerdes, me dispararon. Y ahora… ?vas a decirme por que insististe tanto en que viniera a verte?

– No insisti…

– Insististe -enfatizo Stephen con una mirada fulminante- en que tenias algo muy importante que decirme.

– Sientate, Stephen.

– No tengo ningunas ganas de sentarme -grito Stephen-. Limitate a darme la maldita noticia que, por lo visto, tienes que darme y deja que me vaya.

– Muy bien. Es sobre Hayley.

Stephen se quedo helado, con la copa de brandy a medio camino de la boca. Simulando una calma que estaba lejos de sentir, dijo:

– ?Ah, si?

Justin le alargo un sobre.

– Me lo ha traido un mensajero esta manana. Lleva esta direccion, pero esta dirigido a ti. El mensajero dijo que procedia de una tal senorita Albright de Halstead.

Stephen dejo la copa y cogio el sobre, con el corazon en un puno. La mitad de el deseaba desesperadamente saber que le habia escrito Hayley, pero la otra mitad temia sus palabras, que, sin duda, estarian llenas de rencor. Y justificadamente.

Justin se dirigio hacia la puerta.

– Tienes que saber que solo una vida entera siendo un caballero me ha impedido abrirla y leerla. Te dejare un momento de intimidad, pero volvere en breve. No se te ocurra marcharte antes de que vuelva. -Tras decir esas palabras, Justin salio de la habitacion.

Stephen miro fijamente el sobre mientras le palpitaba fuertemente el corazon en senal de anticipacion y de miedo. Se sento en una butaca orejera y deslizo un tembloroso dedo bajo la solapa del sobre, rompiendo el precinto lacrado. Abrio el sobre y extrajo una hoja de papel. Miro al techo, respiro hondo y luego bajo la vista y leyo la hoja que tenia delante.

Estimado lord Glenfield,

Espero que se encuentre mejor. Cuando Hayley nos conto que se habia hecho dano en la cabeza, me puse muy triste. Dijo que se recuperaria pronto. Eso espero. Nosotros estamos todos bien. Tia Olivia me ayudo a hacerle un vestidito nuevo a la senorita Josephine y ahora esta preciosa. Mi cumpleanos es el proximo viernes, dia 20, y estamos organizando una fiesta. ?Se imagina de que tipo? ?Una merienda con pastas y te! Tambien habra pastel, y hemos banado a Winky, Pinky y Stinky para que puedan venir. Me encantaria que usted viniera. Entonces seria el mejor cumpleanos de toda mi vida. Hayley dice que usted es un importante miembro de la nobleza y que no tiene tiempo para fiestas de cumpleanos. Pero, si usted viene, tal vez Hayley no este tan triste. El otro dia la vi llorar, pero, cuando le pegunte que le pasaba, me dijo que se le habia metido algo en el ojo. Tal vez el senor Popplemore le habia dicho algo que la puso triste. Viene a vernos casi cada dia. El doctor Wentbridge viene cada dia, pero no porque haya alguien enfermo en casa, sino porque se va a casar con Pamela. Winston ha acabado de arreglar el gallinero y ahora esta reparando el techo del establo. Grimsley volvio a perder sus gafas, y Pierre las encontro en el estofado. Pierre se enfado mucho y dijo muchas palabras que yo no entendia, y ahora Grimsley esta haciendo un esfuerzo para no quitarse las gafas de la nariz. Andrew y Nathan dicen que esperan que usted se encuentre bien y le echan de menos. Tambien le echa de menos tia Olivia. Ella me ha ayudado a escribir esta carta, un poco. La senorita Josephine y yo le echamos mucho de menos y tambien le queremos.

Afectuosamente,

Callie Eugenia Albright

Cuando Stephen llego al final de la carta, tenia un enorme nudo en la garganta y los ojos sospechosamente humedos. «?El maldito polvo! ?Por que Justin no tendra este asqueroso lugar suficientemente limpio?» Nego con la cabeza y se seco rapidamente los ojos con el dorso de la mano. Debia de haber perdido mucha sangre en su refriega con Melissa. ?Como, si no, se podia explicar que le afectara tanto la carta de una nina?

– ?Que te ha escrito Hayley? -La voz de Justin interrumpio sus pensamientos.

– Nada.

– Si no me lo quieres contar…

– No, no es eso. No me ha escrito nada, literalmente. La carta no es de Hayley.

– Entonces, ?de quien es? -pregunto Justin-. El mensajero dijo que procedia de una tal senorita Albright.

– Y asi es. Me ha escrito la senorita Callie Albright.

Justin levanto las cejas.

– ?Callie? ?La nina pequena? ?La de la diabolica tortura de las sillas que se quedaban enganchadas a las nalgas y la mania de invitar a todo el mundo a tomar el te?

– Esa misma.

Justin parecia haberse quedado sin palabras.

– Estaba seguro de que…

– Estabas equivocado -le interrumpio Stephen en tono cortante-. Ya te dije cuando hablamos al principio de esta semana que no habia ninguna esperanza de que hubiera algo entre Hayley y yo. Me detesta. Es normal que lo haga, despues de como me fui de Halstead y de las cosas que le dije en el jardin.

– ?Se te ha ocurrido alguna vez disculparte?

– No tiene ningun sentido. Me dijo que no queria volverme a ver nunca mas.

Justin le dirigio una mirada penetrante.

– ?Por el amor de Dios, Stephen! Te salvo la vida. Incluso despues de que le dijeras esas cosas.

– Habria hecho lo mismo por cualquiera -insistio Stephen con testarudez-. Ella es asi: se preocupa por los demas y es absolutamente generosa.

– Si. Y tambien estoy seguro de que es comprensiva y compasiva. Y de que sabe perdonar.

– Las cosas que le dije… creeme, son imperdonables. Tu no viste la expresion de su rostro. Me miro como si le diera asco, como quien mira algo que esta flotando en el Tamesis, y era lo menos que me merecia.

– No viste la expresion de su rostro cuando no sabiamos si sobrevivirias.

Stephen se paso las manos por el pelo, haciendo una mueca de dolor al palparse la herida de la cabeza. Habia dado vueltas a lo ocurrido en el jardin de Justin miles de veces. Era lo unico en lo que pensaba. Por su

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