– De si tu compartes el tuyo conmigo.
– Tu tienes mucho mas.
El sonrio.
– Es una ventaja para mi. Y que suerte tienes tu de que no me importe compartir.
Ella avanzo hasta que los separo menos de medio metro… y una condenada valla. En ese momento, Daniel llego a la conclusion de que si pudiera tener un unico superpoder, elegiria la capacidad de hacer que las vallas desaparecieran.
Al estar mas cerca, capto un poco de su fragancia. Algo floral y almizcleno que le hizo dar vueltas la cabeza. No supo si era algo bueno o deberia asustarle.
– Bueno -dijo ella con una voz semejante a un ronroneo-, entonces supongo que puedes disponer de mi media trufa. Permite que te ofrezca un bocado celestial.
Extendio la mano, ofreciendole la media trufa sostenida con delicadeza entre sus dedos pulgar e indice.
Carlie se hallaba frente a el, con el corazon latiendole ridiculamente deprisa, ante la idea de darle a Daniel lo que quedaba de su chocolate, pensando como se derretiria despacio en la calida boca de el. La sacudio una percepcion encendida, que le imposibilito negar que le gustaria compartir mucho mas que un bocado de chocolate con Daniel. Y a juzgar por el modo en que la miraba, no creyo que a el le desagradara la idea. Algo que quedo demostrado cuando en vez de tomar la trufa que le ofrecia, la asio por la muneca y, despacio, se llevo su mano a la boca.
Adelanto el torso y con los labios le rozo los dedos. Carlie dejo de respirar, mientras se preguntaba si esa era su lengua. Antes de poder sacar una conclusion, el se irguio. Sin soltarle la muneca y con la vista clavada en ella, movio lentamente la mandibula de un modo que le comunico que sabia muy bien como se comia una trufa. Nada de masticar. Solo un prolongado y lento derretimiento hacia el placer. Practicamente experimento otro «chocorgasmo» de solo mirarlo, imaginando esa misma lengua recorriendole la piel.
Despues de tragar, Daniel dijo:
– Vaya. Ha sido increible.
«Si, para mi tambien» Involuntariamente, ella se lamio los labios.
Antes de poder recobrar el aplomo, el le miro el dedo indice y dijo:
– He pasado por alto un pedacito -con lentitud se introdujo la yema del dedo en la boca.
Santo cielo. Tenia una boca satinada, calida y humeda, y, en esa ocasion, le fue imposible titubear ante el reconocimiento de la lengua aterciopelada. Le rozo la piel con los dientes y le convirtio las entranas en una fondue de chocolate.
Despues de otra caricia con la lengua, retiro el dedo de sus labios y le solto la mano.
– Delicioso.
Ella asintio. O asi lo creyo. Con todas sus facultades concentradas en recordar la increible sensacion de esa boca, no pudo estar segura.
– Ahora que has compartido lo tuyo, imagino que es mi turno -afirmo el.
– Si -no supo como encontro la voz para responder.
– ?Estas libre esta noche? ?Podria interesarte venir a comer una trufa?
La mirada en sus ojos sugeria que tenia algo mas que una trufa en mente.
Igual que ella.
Evidentemente, una aventura era lo unico que podian tener con su inminente marcha, pero como ella no buscaba una relacion seria, eso le parecia perfecto. Aunque la aventura solo durara una noche, una hora, el modo en que ese hombre le revolucionaba las hormonas hacia que aceptara lo que se presentara.
Pero su invitacion la devolvio a la realidad v con pesar movio la cabeza.
– Me encantaria, pero esta noche tengo una clase y sesion de estudio. He de irme en aproximadamente una hora.
– Escucha, se que te gusta disfrutar de tus trufas, pero no tardaras una hora en comerte una -comento divertido, senalando la casa con la cabeza-. Ven. Incluso preparare cafe.
Desde luego, sabia como tentar a una chica. Llevandose los dedos al menton, murmuro:
– Mmmmm. Suena estupendo… salvo por una cosa.
– ?Que?
– Para empezar, la tonteria de «una trufa». Es un detalle muy racano para alguien que tiene una caja entera.
El sonrio.
– De acuerdo, mas de una trufa. Pero eso te presentara un problema en lo relativo a compartir, ya que al parecer no dispones de nada mas.
– Tienes razon. Pero… -titubeo, fallandole subitamente el valor. «Vamos, Carlie. Lo deseas, ve por el». Respiro hondo y murmuro con su mejor ronroneo-: Pero eso no significa que no tenga nada que poder compartir.
Los ojos de el parecieron encenderse en el crepusculo.
– ?Oh? ?Que tenias en mente?
«Tu. Yo. Chocolate. Desnudos. Y no necesariamente en ese orden».
– Bueno, claro esta que tendra que ser en forma de pagare, ya que esta noche no hay tiempo, pero pensaba que tal vez podrias disfrutar…
– ?Disfrutar que?
– De un masaje.
Lo cual, o al menos eso esperaba, conduciria hasta ella. El. Ella. Chocolate. Desnudos. Y no necesariamente en ese orden.
Capitulo Cuatro
– Ponte comoda -dijo Daniel, retirando uno de los taburetes de roble que habia ante la encimera de granito verde que separaba la cocina del pequeno comedor diario-. Vuelvo enseguida. He de cambiarme la camisa.
– Perfecto -acepto ella con una sonrisa. Fue a su dormitorio y despues de cerrar la puerta, se apoyo contra el panel de madera y respiro hondo varias veces.
?Que diablos le pasaba? Tenia el corazon desbocado, las manos algo temblorosas y mil mariposas en el estomago. Pero ya conocia la respuesta.
Estaba nervioso. De un modo que no habia experimentado, desde que invito a salir a la chica que le gustaba siendo un adolescente. Lo que era una locura.
Apartandose de la puerta, se quito la camiseta sucia de tierra y entro en el cuarto de bano adyacente. Despues de tirar la camiseta en el cubo de la ropa sucia, se lavo las manos y se miro en el espejo. Sabia que se le daban mal las charlas intrascendentes, sociales, y cuando volviera a la cocina, tendria que entablar una, ya que no podia decirle a Carlie: «Tu simplemente come chocolate y dedicate a gemir de esa forma tan sexy, que yo escuchare y lo dejaremos en eso, ?de acuerdo?».
Se seco las manos y regreso al dormitorio. Eligio un polo negro de la comoda y, despues de ponerselo, se paso los dedos por el pelo y se obligo a reconocer que la perspectiva de charlar no era lo unico que le perturbaba. No, estaba el ofrecimiento del masaje. La idea de tener las manos de Carlie sobre el… solto el aire contenido. Lo mejor era no pensar en ello en ese momento. No, en ese momento tenia que encargarse del cafe y de la conversacion. Si empezaba a pensar en que ella lo iba a tocar, volveria a quedarse sin respiracion.
Volvio a respirar hondo antes de abrir la puerta. Al regresar por el pasillo, vio a Carlie de perfil sentada en el taburete, con las piernas cruzadas, los codos apoyados en la encimera y el menton en una mano. El corazon le dio un vuelco. Se la veia preciosa. Como si su lugar fuera ese.
Al entrar en la cocina, ella sonrio.
– Tu cocina esta impresionantemente limpia y ordenada. Creia que los solteros eran unos torpes.
– No puedo decir que sea un fanatico del orden -recogio la cafetera y fue al fregadero-, pero he de mantener el lugar impecable o corro el riesgo de que me ataque mi agente inmobiliario. Al parecer, los platos sucios acumulados son malos para la venta de una propiedad.