adulta sin experimentar alguna forma de soledad, dolor, culpa, mentiras y traicion. Gracias al Times, usted y el resto de los londinenses saben muy bien que pienso mucho en mi futuro. Mi deber hacia mi titulo, buscar una esposa para engendrar herederos, es justo la razon por la que estoy aqui. En cuanto a la enfermedad y la muerte, por desgracia, con el tiempo nos afectan a todos.

– Yo no hablaba de «con el tiempo», sino del futuro inmediato -dijo ella con rigidez-. No me divierto haciendo predicciones siniestras, lord Sutton. Me gustaria tener mejores noticias, pero todo en su tirada apunta a la necesidad de ser prudente, estar en guardia y cuidar su salud. Ahora. Espero que me haga caso y tenga cuidado.

– Tomo nota. Por suerte mi hermano es medico y podra curarme en caso de que caiga victima de una jaqueca o un dolor de estomago.

Parecio que la joven deseaba replicar, pero no dijo nada. Se limito a asentir con la cabeza y luego envolvio deprisa sus cartas en la pieza de seda y volvio a meterlas en su bolso de redecilla. A continuacion se puso en pie y lo miro con su habitual expresion serena e impenetrable.

– Querria volver a echarle las cartas, senor, si me lo permite. Aqui, en su casa, pero en una habitacion distinta, utilizando cartas distintas, para ver si su tirada es la misma.

Colin se levanto y cruzo los brazos sobre el pecho.

– ?Y por que quiere hacer eso?

Hubo de reprimirse para no anadir: «Aparte de para cobrarme otra tarifa escandalosa».

– Porque quiero asegurarme de que la tirada es correcta, tener la certeza de que no me equivoco y tal vez averiguar algo mas acerca del peligro que le espera.

– Yo preferiria concentrarme en descubrir la identidad de la mujer con la que estoy destinado a casarme -dijo el con sequedad-, pero desde luego concertaremos otra cita. ?Que le parece manana a las tres? -anadio, escogiendo deliberadamente la misma hora que habia sugerido en un principio para la entrevista de aquel dia.

– Lo siento, pero ya estoy comprometida a las tres. Sin embargo, estoy disponible para las cuatro.

– Excelente. Aguardare con impaciencia. Como le he dicho, siempre estoy dispuesto a entretenerme con divertidos pasatiempos.

Sin dejar de mirarla a los ojos, Colin dio la vuelta a la mesa para situarse delante de ella. Solo les separaba la distancia de un brazo, y el hombre no podia apartar la vista de ella. La textura cremosa de su piel parecia tan suave que Colin hubo de cerrar los punos para no alargar la mano y rozarle la mejilla con los dedos.

El resplandor del fuego arrancaba sutiles reflejos del brillante cabello de la joven, y Colin anhelo retirar las horquillas de su pulcro mono y pasar los dedos por las lustrosas trenzas.

Cuando se dio cuenta, para su pesar, de que volvia a contener el aliento, inspiro con fuerza. El sutil aroma de naranjas llenaba su mente, mezclado con algo mas que olia como el azucar. Le costo reprimir un gemido. Demonios, ?como podia oler una mujer como el azucar? Al instante se imagino inclinandose para rozar con la lengua su airoso cuello para comprobar si sabia tan dulce como olia. Su pulso se acelero ante la idea. Aunque le doliese reconocerlo, estaba claro que deseaba a aquella mujer. Y mucho.

Sin embargo, mas le dolia darse cuenta de que ella no parecia experimentar ese mismo deseo. La muchacha lo miro con la tranquila expresion de aquellos grandes ojos de color chocolate. ?Como podia parecer tan serena cuando el se sentia tan… poco sereno?

Irritado consigo mismo y decidido a equilibrar la situacion, Colin tomo la mano de ella y la levanto.

– Estoy especialmente dispuesto a entretenerme con cualquier pasatiempo que incluya la compania de una mujer hermosa.

Mirandola a los ojos, beso con suavidad las puntas de sus dedos enguantados y luego, como la noche anterior, volvio la mano de ella y apreto los labios contra la piel clara y sedosa del interior de la muneca.

La muchacha abrio mucho los ojos, y sus labios se separaron con una rapida inspiracion. Un rubor seductor cubrio sus mejillas. Alex bajo la mirada hasta el punto en que la boca de el se apoyaba contra su piel perfumada y se humedecio los labios con la punta de la lengua.

Colin se sintio invadido por una satisfaccion sombria. Entonces… no era solo el. Ella tambien sentia aquel calor que crepitaba entre ellos. Ahora la unica pregunta que quedaba era que iban a hacer.

Llamaron a la puerta. Alex retiro la mano con un gemido, y Colin maldijo en silencio la interrupcion. Diablos, la joven estaba ruborizada y excitada, y apenas la habia tocado.

– Entre -ordeno, sin dejar de mirarla.

Su propia voz le sono aspera y se aclaro la garganta mientras se abria la puerta. Entro Ellis llevando una bandeja de plata. El sirviente, habitualmente impasible, tenia el ceno fruncido.

– Acaba de llegar este mensaje de lord Wexhall. Su mensajero ha dicho que era urgente y que esperaria su respuesta.

?Urgente? Durante su servicio a la Corona, Colin rendia cuentas a Wexhall y sabia que «urgente» no era una palabra que el hombre utilizase con ligereza. Un escalofrio recorrio su espalda. La llegada de Nathan y Victoria estaba prevista para el dia siguiente. ?Les habria ocurrido algun accidente?

Con los nervios en el estomago, rompio el sello, desdoblo el grueso papel vitela y leyo deprisa la breve nota.

– El doctor Nathan y lady Victoria -dijo Ellis-. ?Estan…?

– Estan bien, Ellis -dijo Colin.

El hombre dejo caer los hombros con el mismo alivio que sintio Colin al saber que su hermano y su cunada no eran el objeto de aquella misiva urgente.

Lord Sutton devolvio su atencion a madame Larchmont, cuya inescrutable mascara volvia a estar en su sitio.

– Por desgracia -dijo Colin-, no puede decirse lo mismo de lord Malloran ni de uno de sus lacayos, un joven llamado William Walters. Esta manana los han descubierto muertos en el estudio de lord Malloran.

Capitulo 6

Alex se puso palida. Le temblaron las rodillas y hubo de agarrarse al respaldo del sofa para sujetarse. Lord Malloran, el hombre en cuyo estudio habia escuchado casualmente un complot para asesinar a alguien, el hombre a quien le habia escrito una carta en la que detallaba ese complot, ?muerto? ?Junto con su lacayo? Surgio en su mente una imagen de la espalda de un hombre alto y moreno, vestido con la librea de los Malloran, de adornos dorados. Se le encogio el estomago con la horripilante sospecha de que el lacayo muerto fuese el mismo hombre al que habia visto.

La joven se quedo paralizada, helada. Dios. ?Era posible que la nota que habia dejado hubiese precipitado aquel tragico giro de los acontecimientos? Se llevo la mano al vientre en un vano intento de calmar su agitacion interior. Desde luego, que la persona a quien escribio la nota y tambien el hombre que seguramente la llevo a escribirla estuviesen muertos no podia ser mera coincidencia. Su instinto de supervivencia le decia a gritos que no lo era.

Pero ?y la otra persona a la que habia oido en el estudio? Estaba claro que aquella persona no era lord Malloran, cuya voz profunda resonaba. Aunque hubiese intentado disimular su voz, Alex dudaba que fuese capaz de emitir aquel susurro que habia oido. Ademas, fue la voz del lacayo la que sugirio que hablasen en el estudio de lord Malloran para mayor intimidad. No habria sido necesario hacerle esa sugerencia al propio lord Malloran.

Las preguntas asaltaban su mente. ?Que habia sido de su nota? ?La habia leido lord Malloran? En tal caso, ?la habia quemado… o seguia en su estudio? Un escalofrio le recorrio la espalda. Si la nota tenia algo que ver con la muerte de los hombres…

El asesino buscaria a la persona que habia escrito la nota.

– ?Se encuentra bien, madame Larchmont?

Sobresaltada, se volvio hacia la profunda voz. La mirada perspicaz de lord Sutton se clavo en la suya.

– Pues… si. La noticia me ha dejado asombrada.

Вы читаете Un Romance Imposible
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×