Deshecho la idea antes de que pudiese arraigar. Demonios, perseguir a un hombre por su dinero no era mejor que robar, y ella ya no era una ladrona. Y tampoco estaba en venta. Alex no dudaba que, si obtenia fondos de Logan para su causa, el hombre esperaria un pago, de una clase que ella no estaba dispuesta a dar. No, ganaria su dinero echando las cartas y conservaria su alma y su dignidad en el proceso.

Pero por lo que se referia a lord Sutton… estaba tambien la cuestion del peligro que habia visto en sus cartas. No podia darle la espalda a aquello sin tratar de determinar si estaba en lo cierto. Si la tirada de ese dia no indicaba el peligro y traicion que habia visto, evitaria mas tentaciones y no programaria mas tiradas privadas con el, por mas dinero que se ofreciese a pagar. Pero, si las tiradas eran las mismas, debia tratar de ayudarlo; intentar averiguar quien lo amenazaba, donde y cuando. Si no lo hacia, no podria vivir consigo misma.

Con un poco de suerte, la tirada de ese dia no mostraria nada que no fuese un brillante y radiante futuro, con una esposa encantadora y un monton de ninos. Entonces podria alejarse y olvidar que lo habia conocido. Volver a dedicar sus energias a construir un futuro para los angeles perdidos y destrozados de las calles sordidas de Londres. Dejar que lord Sutton la besara habia sido un error, un desvario. No volveria a pensar en ello, y desde luego no se repetiria.

Llena de determinacion, consulto la hora. Al ver que eran mas de las dos, se despabilo. Antes de salir a vender sus naranjas, Emma ya habia llenado la mochila que Alex debia entregar. Tras ponerse los guantes, Alex se disponia a coger la mochila cuando oyo el familiar chirrido ahogado de la trampilla que se abria. Cruzo la habitacion, aparto la cortina y vio como Robbie entraba en el cuarto. La joven se sintio aliviada. El nino no habia dormido alli la noche anterior y, aunque no acudia todas las noches, aun asi estaba preocupada.

Despues de cerrar la trampilla, el chico la miro con seriedad.

– Hola, senorita Alex -dijo.

Alex vio que le temblaba el labio inferior. Luego, el nino cruzo la habitacion corriendo y le echo los brazos a la cintura, enterrando el rostro en su falda.

Ella lo abrazo con fuerza y a continuacion se agacho para poder mirarlo a los ojos.

– ?Estas bien, Robbie? -pregunto mientras su mirada recorria el cuerpo del nino, temerosa de oir su respuesta.

Sus cardenales habian adquirido un apagado tono verde amarillento, y Alex no vio muestras de otros nuevos. Gracias a Dios.

El nino se limpio la nariz con la manga y asintio.

– ?Estan bien la senorita Emmie y usted?

– Claro que si. Solo estabamos preocupadas por ti -respondio ella, apartandole un mechon de pelo de la frente y brindandole una sonrisa que confio en que ocultase el dolor que el nino siempre le inspiraba-. Anoche te echamos de menos, Robbie.

– Trate de venir, pero no pude.

Alex apreto la mandibula. Sabia lo que eso significaba. Su padre no estaba lo bastante borracho para desmayarse y no percatarse de la ausencia del nino.

Este bajo la cabeza y arrastro contra el suelo la punta de su zapato sucio y desgastado.

– No he podido venir hasta ahora para ver si estaban bien -dijo mientras levantaba la cabeza-. ?Jura que esta bien?

– Lo juro. Y la senorita Emmie, tambien. ?Por que no ibamos a estarlo?

– Por el hombre que estaba aqui cuando vine ayer. En esta misma habitacion, senorita Alex. Lo pille cuando vine a buscar una naranja. Le dije que le mataria si les hacia dano -remato con expresion feroz.

La joven se quedo paralizada.

– ?Un hombre? ?Aqui? ?Que queria?

– Pregunto por usted. Me dio un chelin, pero no se preocupe, fui mas listo que el y no le dije nada.

– ?Que te dio un chelin? Eso es mucho dinero -dijo ella en tono ligero, tratando de disimular su alarma. Dios. ?Habia descubierto el asesino de lord Malloran que era ella la autora de la nota y la habia encontrado?-. ?Reconociste a ese hombre?

Robbie nego con la cabeza.

– Era un tipo elegante. Rico. Trato de darme menos, pero yo sabia que podia pagar mas.

El nino se metio la mano en el bolsillo y saco un paquetito envuelto en una pieza de tela sucia, que le tendio.

– Me compre un bollo y guarde la mitad para la senorita Emmie y para usted. Para darles las gracias por… - Robbie volvio a arrastrar la punta del zapato-. Bueno, ya sabe. Se que le gustan los dulces.

A Alex se le hizo un nudo en la garganta. El orgullo en la voz del nino era inconfundible. Dado que si rechazaba su regalo -un regalo que apenas podia permitirse-, el nino se sentiria desolado, la joven acepto el paquete con gesto solemne; comprendia la necesidad que el tenia de mostrar gratitud.

– Gracias, Robbie. Este es el mejor regalo que he recibido jamas. La senorita Emmie y yo nos lo comeremos con el te.

Alex dejo con cuidado el valioso paquete y luego apoyo las manos sobre los delgados hombros del nino.

– Dime algo mas de ese hombre. ?Que aspecto tenia?

Robbie arrugo la cara para reflexionar.

– El tipo iba bien vestido y era moreno. Era alto y corpulento -dijo, abriendo los brazos-, pero no gordo, ?eh? Solo… grande. Fuerte. Me cogio por el cuello de la ropa.

La joven se sintio invadida por la rabia.

– ?Te hizo dano?

– Que va. Me lo quite de encima. Daba miedo, pero no tanto como mi padre. Trato de impresionarme con los ojos, pero no le deje… El tipo tenia los ojos muy verdes. Nunca los he visto tan verdes.

Alex se quedo de piedra. ?Ojos verdes? La muchacha cayo en la cuenta y se encolerizo. Se sentia como una tetera a punto de escupir vapor. No albergaba dudas en cuanto a la identidad de aquel tipo rico de ojos verdes. ?No era de extranar que percibiese que alguien la vigilaba! El la habia seguido y luego habia invadido su casa. Su intimidad. Su santuario. El santuario de los ninos. A la joven le daba vueltas la cabeza con solo pensar en las repercusiones.

– Me vio entrar por la trampilla, senorita Alex -dijo Robbie con una vocecita llorosa. A pesar de todo lo que habia vivido aquel nino, Alex jamas lo habia visto llorar, pero ahora parecia a punto de hacerlo-. Lo siento. Yo no queria…

La joven interrumpio sus palabras apoyando un dedo en sus labios temblorosos con gesto carinoso.

– No tienes por que sentirlo, Robbie. Gracias a tu descripcion, estoy segura de quien es el hombre.

– ?Es un… hombre malo?

Alex forzo una sonrisa.

– No, asi que no te preocupes. Yo me encargare de todo, te lo prometo.

Colin observaba el edificio de Alex desde el mismo umbral en sombras en el que se situase el dia anterior. Cuando por fin aparecio su presa, llevaba una mochila que parecia identica a la del dia anterior.

La siguio hasta el mismo edificio de la vispera, donde entro en El Barril Roto. Salio poco despues sin la mochila y echo a andar en direccion a Mayfair, seguramente hacia la casa de el para acudir a su cita.

– ?Cual es el plan? -susurro una voz justo detras de el.

Colin se volvio sobresaltado y se encontro con Nathan.

– ?Punetas! -exclamo-. ?De donde has salido?

Nathan enarco una ceja.

– Del utero de nuestra madre, igual que tu. ?Necesitas que te explique de donde vienen los ninos?

?Maldita sea!, exclamo Colin para sus adentros. ?Como se las habia arreglado para olvidar lo pesado que podia ser Nathan, y al tiempo lo ligero que podia resultar al moverse? Aun asi, le perturbaba que Nathan hubiese podido sorprenderle con tanta facilidad. Eso no le auguraba mucho exito.

– ?Que haces aqui?

– La misma pregunta que iba a hacerte yo.

– Si hubiese querido que lo supieras, te lo habria dicho.

– Esta claro que no ibas a hacerlo, y por eso me he visto obligado a tomar el asunto en mis propias manos y seguirte.

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