igual de magnifico la segunda vez.

Capitulo 9

En cuanto el mayordomo de lord Sutton cerro la puerta del elegante salon dejando a Alex a solas, la joven se acerco a toda prisa al escritorio situado junto a la ventana. No sabia con certeza de cuanto tiempo disponia antes de que lord Sutton -o, como ahora preferia pensar en el, el tipo rico de ojos verdes- acudiese a su cita, y pretendia aprovechar cada minuto.

Con un esfuerzo, reprimio la ira que burbujeaba tan cerca de la superficie y repaso deprisa la pila de correspondencia bien colocada en una bandeja de plata apoyada en la esquina de la brillante superficie de caoba. Media docena de invitaciones a fiestas, una nota de su hermano, otra de lord Wexhall, varias invitaciones mas, la ultima con una sola linea que decia «Estoy deseando volver a verle». Estaba firmada solo con la letra «M» y… se llevo el papel vitela a la nariz… perfumada con agua de rosas.

La invadio una sensacion desagradable que no quiso examinar muy de cerca; no deseaba reconocer su semejanza con los celos. Luego fruncio el ceno muy irritada. Demonios, ?que le importaba si tenia citas con aquella mujer llamada «M» o con una docena de mujeres? No le importaba nada.

Aun asi, la idea de Colin tocando a otra mujer, besando a otra mujer… Alex cerro los ojos con fuerza para borrar el recuerdo apasionado de el tocandola, besandola, pero el esfuerzo fracaso por completo. Lo cual resultaba ridiculo y muy humillante. Estaba enfadada con el. Furiosa. Vamos, que si intentaba volver a besarla le pondria los dos ojos morados.

De haber sabido antes del beso lo que habia hecho, de que forma habia invadido su hogar y su intimidad, sin duda no le habria permitido tomarse tantas libertades.

?O si?

Por el amor de Dios, queria y necesitaba creer que no lo habria hecho. Pero no saberlo la asustaba, casi tanto como su descontrolada reaccion ante aquel hombre y el fuego que prendio en su cuerpo. Abrio los ojos, apreto los labios y se aferro a su ira, una emocion mucho mas segura que las demas sensaciones perturbadoras que el le provocaba. Pensaba cenirse a esa ira al echarle en cara su engano.

Se forzo a concentrarse en la tarea que tenia entre manos, volvio a colocar la correspondencia en su lugar y abrio el cajon superior. Vio al instante la bolsita de piel con que Colin le habia pagado el dia anterior. Levanto la bolsa, sopesandola en la palma de la mano y escuchando el tintineo de las monedas.

A juzgar por el peso habia alli una pequena fortuna, y la joven sintio en los dedos el hormigueo de la tentacion. No mucho tiempo atras se habria deslizado la bolsa en el bolsillo. Desde luego, despues de lo que lord Sutton le habia hecho no merecia menos. Pero Alex ya no era esa persona ni queria volver a serlo. Tras apretar la bolsita por ultima vez, la coloco de nuevo en su lugar y luego registro a toda prisa los demas cajones, que no contenian nada de interes.

Hasta que llego al cajon inferior, que estaba cerrado. Sin dudar un momento se dejo caer de rodillas, se arranco los guantes, se saco una horquilla del mono y se puso manos a la obra. El tictac del reloj de la chimenea era el unico sonido mientras se concentraba en su tarea. La cerradura tardo menos de un minuto en empezar a ceder, y una sonrisa de satisfaccion curvo sus labios. Solo un movimiento mas…

– Puede que esto la ayude -dijo una voz profunda, justo detras.

Alex se volvio con un grito ahogado. Lord Sutton estaba apoyado contra la pared con los tobillos cruzados, mirandola con su habitual expresion impenetrable. Una llave de plata suspendida de una cinta negra colgaba de su mano tendida.

Diablos. ?Como se las habia arreglado para sorprenderla de ese modo? Debia de moverse como el humo. Y, Dios del cielo, desde luego se las arreglaba para tener un aspecto imponente mientras lo hacia. La chaqueta azul marino, el chaleco color plata y los pantalones crema, que llevaba metidos en unas botas negras brillantes como un espejo, se adaptaban a sus formas masculinas a la perfeccion.

Alex lo miro de arriba abajo, deteniendose en lo bien que le sentaban los cenidos pantalones. Como estaba de rodillas, los ojos le quedaban a la altura de la ingle, una vision fascinante que capto su interes de una forma que sin duda deberia haberla horrorizado. Y sin duda lo haria, en cuanto pudiese apartar la mirada.

Una oleada de calor invadio a Alex, que se llevo la mano de forma involuntaria hasta la cadera, para apoyarse en el punto exacto en que la carne dura de el se habia apretado contra ella la noche anterior.

– Me esta mirando, madame, y su mirada me distrae mucho.

La asalto otra oleada de calor, esta vez cargada de una aguda mortificacion. Alex levanto la mirada de golpe. Los ojos verdes de el parecieron quemarla y la arrancaron de su humillante estupor.

La joven se puso en pie de un salto, se apoyo las manos en las caderas y le dedico una mirada furiosa.

– Casi me mata del susto. ?Tiene la costumbre de acercarse sigilosamente a la gente, senor?

Colin levanto un poco una ceja.

– Desde luego, hay que reconocer que tiene audacia. Creo que una pregunta mas pertinente, madame, es: ?Tiene la costumbre de forzar la cerradura de los cajones ajenos?

– Usted podria dar clases de audacia, senor. Mi presencia ante su escritorio no es menos de lo que merece, teniendo en cuenta que forzo la cerradura para entrar en mi apartamento.

Alex esperaba que lo negase, pero Colin inclino la cabeza.

– Es evidente que yo tuve mas exito que usted -dijo, moviendo la llave-. Dado que su habilidad es tan escasa, le ruego me permita ofrecerle esto.

?Escasa? ?Que arrogancia! Nunca se habia puesto en duda su habilidad; sin embargo, Alex no podia negar el irritante y humillante hecho de que era la segunda vez que lord Sutton la atrapaba con las manos en la masa. La joven no sabia si estaba mas irritada consigo misma o con el.

– Si hubiese tardado uno o dos minutos mas -dijo en su mejor tono de desprecio, sin dignarse a echar un vistazo a la llave-, sabria de sobras que punetas se trae entre manos. ?No le apetece acercarse a uno de sus clubes durante un rato?

– Creo que no. Por cierto, vaya lenguaje, madame. He de decir que no es propio de una dama.

– No se equivoque, senor. Nunca he dicho que fuese una dama. Por otra parte, usted si es un caballero, aunque una se pregunta donde y por que iba a adquirir un caballero la habilidad de forzar cerraduras.

– Es evidente que tuve mejor profesor que usted. ?Que buscaba exactamente? ?Dinero? Si es asi, habria preferido que me lo pidiera. ?O ya ha cogido las monedas que, como sabe por su visita de ayer, estan en el cajon de arriba? -pregunto el con voz fria.

Alex se sintio humillada.

– No he cogido su dinero. No soy una ladrona.

Ya no lo soy, penso.

Colin no parecio nada convencido.

– Entonces ?que buscaba?

– ?Que buscaba usted cuando se colo en mi casa?

Aquel hombre horrible ni siquiera tenia la decencia de parecer avergonzado.

– Informacion.

– ?Sobre que?

– Sobre usted.

– ?Por que no me pregunto?

– No creia que fuese a responderme con franqueza.

Alex enarco las cejas.

– Es una posibilidad… si pregunta por temas que no son asunto suyo.

– Irritante, pero comprensible. Por eso me encargue yo de averiguar lo que queria saber. ?Le gustaria oir lo que descubri?

– Se lo que descubrio.

En la mente de Alex surgio la imagen de la cara de Robbie con el labio inferior tembloroso, y la ira de la joven

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