un momento de reposo.

A continuacion relato con calma su llegada al estudio, la conversacion que oyo y la nota que dejo para lord Malloran.

– Temia que me descubriesen en el corredor -concluyo- y decidi que la ventana era la opcion mas segura para salir. Por desgracia, no sabia que usted merodeaba por los alrededores.

– No merodeaba; me encontraba alli -replico Colin con el ceno fruncido-. ?Esta segura de que una de las personas a las que oyo era el difunto lacayo de Malloran?

– Si. No vi a la otra persona, pero reconoceria esa voz… Anoche volvi a oirla -anadio, tras debatirlo un instante consigo misma.

Colin la miro con mas atencion.

– ?Cuando? ?Donde?

– En la fiesta de los Newtrebble. Justo antes de que terminase, mientras me inclinaba para coger mi bolso.

– ?Vio quien habia hablado?

– No. Habia demasiadas personas para saber quien era. Me puse a escuchar, pero no volvi a oir la voz.

Colin la miro a los ojos.

– Por eso estaba tan palida.

Alex le brindo media sonrisa.

– Llevaba toda la noche escuchando, pero en realidad no esperaba oirla porque era un susurro, no la verdadera voz de alguien. Me temo que al oirla me lleve un susto.

– ?Recuerda a quien vio?

– Por supuesto. Anote los nombres en cuanto llegue a casa para no olvidarme. -Alex cerro los ojos para visualizar los grupos-. Pasaban junto a mi lord y lady Barnes, lord Carver, el senor Jennsen, lord y lady Ralstrom y su hija, lady Margaret. Se hallaban cerca lord y lady Whitemore, su hija lady Alicia, la pariente lejana de lady Malloran, lady Miranda, lord Mallory y lord Surringham. Tambien habia dos lacayos en las proximidades.

Colin cogio una hoja de papel vitela del escritorio. A continuacion, humedecio la pluma en el tintero. Alex vio como escribia deprisa los nombres que ella acababa de recitar. Sus manos eran fuertes pero elegantes. Aquellas manos la habian tocado hacia solo unas horas con una asombrosa combinacion de suave fuerza y apasionada impaciencia. Alex deseaba sentir de nuevo aquellas manos, con una necesidad que la confundia y asustaba.

– Tiene buena memoria, y es muy observadora -dijo el, dejando la pluma y situandose de nuevo delante de ella.

Alex parpadeo para apartar de su mente la idea de sus manos acariciandola.

– Recordar a la gente y observarla… es una costumbre mia.

Colin la miro a los ojos.

– ?Que hay en la mochila que lleva usted a El Barril Roto cada dia? -pregunto en voz baja.

La pregunta dejo sin aliento a la joven, que cerro los punos en un intento de controlar su rabia.

– Tambien me ha seguido hasta alli. Supongo que no deberia sorprenderme.

– Supongo que no. ?Que lleva alli?

– ?Por que no se lo ha preguntado al tabernero?

– Lo he hecho. El senor Wallace no ha querido decirmelo, pese a mi oferta de un buen soborno. No la cansare con los detalles, pero sus siguientes palabras incluian diversas amenazas de dano fisico en caso de que la molestase.

– Jack es muy… leal.

– He llegado yo solo a esa conclusion -dijo, antes de observarla durante vanos segundos-. ?Que es el para usted?

– Un amigo.

– ?Nada mas?

Alex considero la posibilidad de mentir, de decirle que Jack era mas que eso, a fin de levantar una barrera entre ellos que le hacia mucha falta. Sin embargo, nego con la cabeza.

– Nada mas.

– ?Que hay en la mochila?

– No es asunto suyo.

– Estoy de acuerdo, pero lo pregunto de todos modos. -dijo mirandola a los ojos-. Digamelo, por favor - anadio suavemente.

Aquellas dos ultimas palabras, pronunciadas en voz baja, combinadas con esos ojos verdes que la miraban con tanta seriedad, conspiraron para borrar la ira de Alex. ?Donde habia ido aparar?

– Aunque se lo diga, no me creera -dijo ella, tratando de resucitarla y levantando la barbilla.

Colin permanecio en silencio, y ella hubo de admirarlo a reganadientes por no ofrecerle falsas garantias.

– Galletas y magdalenas de naranja -murmuro Alex Por fin. Al ver que el no decia nada, espiro con fuerza y siguio hablando-. Mi amiga Emma y yo horneamos galletas y Magdalenas cada dia. Ella las vende, junto con las naranjas, cerca de Covent Garden y Drury Lane. Jack compra un saco cada dia para darselo a los ninos que mendigan comida cerca de El Barril Roto. Ellos tienen algo que comer y a cambio no le roban.

Colin asintio despacio.

– Entiendo. Por eso siempre huele a naranjas.

– Para hacer las galletas y magdalenas, utilizamos todas las naranjas que Emma no ha vendido ese dia. Tambien destilamos agua con aroma de naranja a partir de las cascaras. A mi me encanta el aroma.

– Es… inolvidable. Gracias por responder a mi pregunta.

?Significaba eso que la creia? Antes de que ella pudiese decidirlo, Colin volvio a hablar.

– Ahora me gustaria saber algo acerca de ese personaje de ficcion que usted llama monsieur Larchmont.

Alex suspiro. Era evidente que no tenia sentido seguir dando rodeos.

– No me gusta mentir…

– Por eso apostaria algo a que su gato cazador de ratas se llama Monsieur… Una forma muy ingeniosa de aplacar su conciencia.

Caramba, aquel hombre era demasiado listo. Alex no sabia si estaba mas impresionada o irritada.

– Inventarme un marido me proporciona unas libertades y una seguridad que de otro modo no tendria -dijo, doblando los dedos sobre el borde del escritorio-. No necesito temer por mi reputacion como temeria una mujer soltera y siempre tengo una excusa para rechazar insinuaciones indeseadas. Me da cierto grado de seguridad que la gente sepa que hay un marido protector que me espera en casa. Y, por supuesto, el titulo de «madame» anade una agradable mistica a mi actividad de echadora de cartas.

– Desde luego que si. Pero ?y si decidiese casarse de verdad?

– Lo cierto es que no he pensado en el asunto porque no tengo deseos de casarme. En mi trabajo deposito mi tiempo y mis esfuerzos, mi corazon y mi pasion.

– ?Se refiere a echar las cartas?

– No, esa es solo una manera de ganar dinero para financiar mi pasion.

– Que es proporcionar un refugio seguro para ninos como Robbie.

Alex levanto la barbilla.

– En efecto. Si tuviese un marido de verdad, estaria legalmente obligada a responder ante el, a obedecerle. Todo aquello que tanto me ha costado conseguir seria propiedad suya, y eso no nos beneficiaria en modo alguno ni a mi ni a mi causa. Como el engano no perjudica a nadie, le rogaria que no revelase mi verdadero estado civil.

– Su secreto esta seguro. Sin embargo, deberia haber denunciado enseguida ante el magistrado lo que oyo en el estudio de lord Malloran.

Alex no podia decirle que su anterior existencia delictiva le habia impedido hacerlo.

– Hay algunas personas que miran con recelo la forma que tengo de ganarme la vida, creyendo que, en el mejor de los casos, es una tomadura de pelo. Me mirarian mas como una sospechosa que como una testigo.

– ?Conoce a lord Wexhall?

– No demasiado, aunque nos han presentado. Me ha contratado para echar las cartas en su proxima fiesta.

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