– ?Duele? -pregunto en voz baja.

Colin se encogio de hombros y cruzo los brazos.

– A veces -respondio, esbozando una sonrisa-. Sobre todo cuando me veo obligado a correr por los callejones de Londres en persecucion de echadoras de cartas.

Alex indico con un gesto de la cabeza el cajon cerrado.

– ?Podria forzar esa cerradura?

– Por supuesto, y en mucho menos tiempo del que ha tardado usted en verse atrapada con las manos en la masa. Lo cual es comprensible, pues, naturalmente, no tiene experiencia en forzar cerraduras.

Colin se rio para sus adentros al ver la mirada ofendida de la joven. Era evidente que esa afirmacion la irritaba y que debia hacer un gran esfuerzo para no corregirlo, pues en realidad, antes de hacer notar su presencia, Colin habia observado que estaba a punto de abrir el cajon, y habria tardado menos de un minuto en acceder a el. Impresionante. Se le ocurrio una vez mas que seria una espia estupenda.

– ?Esta dispuesto a hacerme una demostracion? -pregunto ella.

En senal de respuesta, el le entrego la llave.

– ?Por que no se asegura de que esta bien cerrado. No querria llevar ventaja.

– Encantada -dijo Alex con una sonrisa no demasiado sincera.

Cuando acabo, se puso en pie y le entrego la llave, que Colin se deslizo en el bolsillo del chaleco.

Sin embargo, en lugar de arrodillarse delante del escritorio, se acerco mas a ella. Alarmada, Alex retrocedio y se detuvo al topar contra el escritorio. Colin se acerco aun mas.

– ?Que… que hace?-pregunto ella con una voz jadeante.

A Colin le entraron ganas de hacer algo para que jadease aun mas.

Mirandola a los ojos, Colin alargo el brazo y, con destreza, le quito una horquilla del cabello. Con una sonrisa, sostuvo en alto su presa.

– No puedo forzar una cerradura solo con mi buena apariencia.

Alex lo miro de hito en hito, deteniendose en su boca de una forma que tenso todos los musculos de Colin.

– Supongo que no -dijo Alex con la misma voz jadeante-. ?Que hacia cuando no habia una mujer en las proximidades a quien pudiese quitarle una horquilla?

Demonios, hacia falta un esfuerzo herculeo para no alargar el brazo y tocarla. En lugar de eso, le guino el ojo.

– Siempre llevo las mias.

Colin se dejo caer sobre una rodilla, hizo crujir los nudillos y luego se froto las manos. Para acabar, la miro.

– ?Lista?

– Ya lo estaba -respondio ella con sequedad.

Sin mas, Colin introdujo con delicadeza la horquilla en la cerradura, la movio dos veces y luego la saco.

– Voila!

– No sea ridiculo. Ese cajon no esta abierto…

Alex abrio despacio el cajon. Tuvo que apretar la mandibula para no abrir la boca ante su destreza y habilidad. Vio lo que parecia una brillante caja negra pero, antes de que pudiese ver mas, Colin cerro el cajon, introdujo su llave y lo cerro. A continuacion, en un unico y flexible movimiento, se puso en pie y se guardo la llave en el bolsillo.

El hombre alargo el brazo y volvio a colocarle la horquilla en el pelo con suavidad.

– No solo forzaba cerraduras -dijo en voz baja-, tambien era un experto carterista.

La proximidad de Colin, el suave contacto de sus manos en sus propios cabellos y el leve aroma limpio que emanaba conspiraron para dejarla sin habla. Alex se aclaro la garganta.

– ?Carterista? ?Era bueno?

Colin aparto las manos de sus cabellos, dio un paso atras y sonrio.

– Creo que el hecho de que necesite preguntarlo demuestra que lo era. Y todavia lo soy. Me parece que esto es suyo -respondio, tendiendo la mano.

Alex se quedo boquiabierta al ver el paquete envuelto en seda color bronce que Colin tenia en la palma de la mano. Se llevo la mano al profundo bolsillo de su vestido en el que guardaba sus cartas. El bolsillo estaba vacio. Dios, era muy bueno. Y ella entendia de eso. Habria sido un ladron estupendo.

– Impresionante -dijo la joven, incapaz de disimular su admiracion-. Estoy asombrada.

– Gracias. Es solo una de mis numerosas capacidades.

La malicia brillaba en los ojos de Colin, haciendolo todavia mas atractivo.

Cielos, Alex no dudo ni por un instante que poseia docenas de capacidades mas. Y estaba claro que entre ellas se incluia la de besar a una mujer hasta dejarla sin aliento, ansiosa, desesperada y encendida…

– Impresionada y asombrada -dijo el, sacandola de sus pensamientos descontrolados-. Creo que esta… «impresiobrada».

Alex no pudo evitar sonreir.

– Supongo que si.

– Sin embargo, apuesto que dice eso a todos los carteristas caballeros con titulo que conoce.

Incapaz de resistirse a sus bromas, Alex imito su actitud alegre, bajando la mirada y mirandolo luego a traves de las pestanas.

– ?Madre mia! Ha descubierto mi mayor secreto.

– ?De verdad?

Antes de que pudiese darle una respuesta despreocupada, Colin alargo la mano y le rozo la mejilla con las puntas de los dedos, robandole el poco aliento que aun no le habia quitado. Una pasion inconfundible surgio en sus ojos, fundiendo todo rastro de diversion.

– Sospecho que tiene otros secretos -dijo Colin en voz baja, pasandole los dedos despacio por el menton.

El sentido comun de Alex le exigia que se apartase de el, de aquel contacto que parecia prenderle fuego bajo la piel. Pero la mujer que habia en ella, que lo sabia todo sobre la supervivencia y sin embargo tan poco sobre la vida y que habia permanecido rigurosamente encerrada hasta que el abrio la puerta con su beso, se negaba a moverse, incapaz de reprimir su incontrolable curiosidad y deseo de saber que haria el a continuacion.

Con el corazon desbocado, Alex se humedecio los labios.

– Todo el mundo tiene secretos, senor. Incluso usted -dijo.

Una expresion desolada y atormentada surgio en los ojos de Colin, pero desaparecio tan rapido que Alex dudo si la habia imaginado.

– No puedo discrepar sobre eso -respondio, mientras sus dedos se movian en torno al lobulo de la oreja de la joven-, aunque si discrepo con algo que ha dicho antes.

– ?Que es?

– Que no tiene nada de lo que envanecerse -contesto, mientras le pasaba la yema del pulgar por los labios, inflamandola hasta los dedos de los pies-. Es preciosa.

Alex solto una carcajada de asombro.

– Y usted es tonto.

Colin sonrio.

– Tambien soy mucho mas amable que usted.

– Tengo un espejo. ?Preciosa? No soy nada de eso.

– Puede que tenga un espejo, pero no se ve con claridad. -Colin inclino la cabeza primero hacia la izquierda y despues hacia la derecha, como si la evaluase y sopesara la cuestion- Lo cierto es que tiene razon. No es preciosa. Es exquisita.

Esa descripcion resultaba aun mas ridicula, pero sus habiles dedos hacian que se sintiera exquisita mientras continuaban con su deliciosa exploracion, bajando por su cuello. Dios, era casi imposible no cerrar los ojos y dejarse acariciar, como hacia su gato, Monsieur, cuando ella le hacia mimos. Nunca imagino que el contacto de un hombre pudiera ser tan suave. Tan inequivocamente encantador y al mismo tiempo tan…emocionante.

– ?Ha bebido? -se sintio impulsada a preguntar.

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