encendido en su interior.

Algo frio le toco la pierna pero, antes de que pudiese entender que era, la mano calida de Colin subio despacio por su muslo, separada de su piel solo por la fina capa de su ropa interior, una sensacion que la conmociono y la hizo estremecerse. La mano ascendio mas aun para dibujar lentos circulos sobre las nalgas de la muchacha, y Alex gimio, anhelando el contacto embriagador. ?Como podia una caricia tan lenta acelerarle asi el pulso?

Un insistente repiqueteo penetro la niebla de deseo que la envolvia, y el debio de oirla tambien porque levanto la cabeza. Aturdida, Alex abrio los ojos. Sus miradas se encontraron, y la joven se quedo sin aliento al ver el deseo abrasador que ardia en los ojos de el. Los golpes sonaron de nuevo y Alex cayo en la cuenta sobresaltada…

– La puerta.

La voz de Colin sono grave y aspera, y parecio halagadoramente disgustado ante la interrupcion.

La realidad regreso de golpe y Alex lanzo un grito ahogado» apartandose varios pasos de Colin con gesto vacilante. La joven se llevo las manos a las mejillas encendidas.

– ?Dios mio!

?Que habia hecho? Al instante, su voz interior respondio «Has disfrutado mas en estos pocos minutos que en toda tu vida».

– No te preocupes. Nadie entrara. ?Que ocurre, Ellis? -pregunto en voz alta, sin apartar la mirada de ella.

– El doctor Nathan esta aqui, senor -dijo la voz ahogada del mayordomo a traves de la puerta-. ?Esta usted en casa?

Antes de que pudiese responder, se oyo desde el otro lado de la puerta otra voz, muy masculina y divertida.

– Claro que esta en casa, Ellis. Mis saludos, querido hermano. Traigo regalos y te esperare en tu estudio. No tardes demasiado, o me comere todo el mazapan sin ti.

Lord Sutton murmuro algo que sono sospechosamente como «maldito y punetero plomazo». La mirada glacial que dirigio a la puerta pretendia sin duda fulminar la superficie de roble. Lo cierto es que parecia tan disgustado que Alex tuvo que apretar los labios para disimular su repentino regocijo. Pero no tuvo exito, porque Colin la miro con los parpados entornados.

– ?Te estas riendo?

– ?Yo? Claro que no -dijo Alex, con gesto altanero.

– Porque si te estuvieses riendo…

La mirada encendida de Colin la abraso.

– ?Que harias?

La pregunta jadeante salio antes de que la joven, asustada, pudiese detenerla.

– Una pregunta interesante. Tendre que reflexionar, porque tu logras que quiera hacer muchas cosas.

Colin la tomo de la mano. Cuando sus calidos dedos envolvieron los de ella, la joven recordo sobresaltada que no llevaba los guantes. Entonces bajo la mirada y vio los dedos de encaje que sobresalian de debajo del escritorio.

La verguenza la invadio pero, antes de que pudiese apartar la mano, Colin la habia cogido y habia apretado los labios contra su palma. Una de sus palmas callosas y estropeadas siempre tenia buen cuidado en ocultar de la vista de los miembros ricos de la alta sociedad.

Colin bajo su mano y luego paso despacio el pulgar por el punto que acababa de besar. Otra oleada de verguenza la asalto mientras el miraba aquella mano, sabiendo que veria los cortes, las viejas cicatrices y las quemaduras causadas por anos de duro trabajo. Alex trato de retirar la mano con suavidad, pero el no le dejo hacerlo.

– Trabajas duro -dijo, pasandole el dedo por encima de un callo.

– Algunos tenemos que hacerlo.

En cuanto las palabras salieron de su boca, la joven deseo no haberlas pronunciado. Pero Colin no parecia ofendido. Al contrario, asintio gravemente.

– Tienes razon -dijo, volviendo a levantar la mano de la muchacha y apretandola contra su propia mejilla-. Me gusta la sensacion de tu piel sobre la mia, el tacto de tus manos… sin los guantes.

Un temblor ascendio por el brazo de Alex desde el punto en que su palma descansaba sobre el rostro bien afeitado.

– Mis manos no son… bonitas.

– Tienes razon. Como tu, son exquisitas -dijo el hombre con una sonrisa-. ?Te he dicho ya que me pareces exquisita?

Dios, su mente insistia para que pusiera fin a aquella broma coqueta. Pero era imposible cuando su corazon, que latia frenetico, se negaba a obedecer.

– No en los ultimos cinco minutos.

– Un terrible descuido que pienso corregir en cuanto me quite a mi hermano de encima.

Colin solto su mano y, tras evaluar rapidamente su aspecto, alargo la mano para arreglarle un poco el cuerpo y la falda del vestido. Luego le aparto de la frente un rizo suelto.

– Perfecta -murmuro.

Despues de pasarse los dedos por su propio pelo, en el que las manos de ella habian hecho estragos, Colin se coloco bien la chaqueta y le ofrecio el brazo.

– ?Vamos?

Alex parpadeo.

– ?Vamos adonde?

– A mi estudio, donde nos espera mi hermano.

– Seguro que desea verte en privado.

– Como nos ha interrumpido en un momento muy inoportuno, no me interesan demasiado sus deseos. Dijiste que querias echarme las cartas en una habitacion distinta, y mi estudio cumple esas condiciones -replico, esbozando una sonrisa-. Y estoy seguro de poder convencer a Nathan de que tambien le hagas una tirada privada. Una tirada por la que le cobraras un precio desorbitado. Ja, ja, ja.

Alex sonrio.

– Esa es una risa muy malvada, senor.

El entrelazo los dedos con los de ella, un gesto asombroso que a ella le resulto calido y muy intimo.

– Colin -dijo el.

Su nombre resono en la mente de ella.

– Colin -repitio la joven en voz baja, saboreando el sabor de su nombre en su propia lengua-. Yo me llamo…

– Alexandra.

– ?Como lo sabes?

– Se lo pregunte a lady Malloran. Tengo un libro sobre los origenes de los nombres que consulte despues de la fiesta. Alexandra es de origen griego, y significa «protectora de la humanidad». Teniendo en cuenta la causa a la que te dedicas, parece ser que te pusieron un nombre adecuado.

– ?Que significa Colin?

– No tengo ni idea pero, si tuviese que adivinarlo, diria que significa «hombre que quiere volver a besar a Alexandra»

Alex se quedo inmovil. Desde luego, deseaba que lo hiciese, y mucho. Pero eso la perturbaba y asustaba. Sabia adonde conduciria otro beso; a un camino por el que seria una insensatez viajar. Sobre todo con un hombre que, dadas sus posiciones divergentes en la vida, nunca podria ofrecerle mas que un revolcon.

Su falta de control y la forma en que habia abandonado su determinacion hacian que se sintiera confusa e irritada. En condiciones normales era muy equilibrada y disciplinada. Sin embargo, un momento en compania de ese hombre parecia robarle su sentido comun. Bueno, pues no habria mas besos. N o cometeria el mismo error dos veces. Ya has cometido ese error dos veces, le recordo su voz interior.

Muy bien. No cometeria el mismo error tres veces.

Colin se inclino hacia delante con la clara intencion de besarla, y la joven forzo sus pies a apartarse, liberando

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