– ?Que considerarias buenas noticias?

– Que cierta dama me encuentre tan fascinante como yo la encuentro a ella.

Al ver la mirada de advertencia en los ojos de Alex, Logan levanto las manos con un gesto que indicaba que se rendia.

– Tu has preguntado.

– ?Y que te parece si te digo que estas destinado a comprar otra flota de barcos?

Logan le lanzo una atractiva sonrisa y se le marcaron los hoyuelos de las mejillas.

– Desde luego, no lo consideraria malas noticias. ?Es eso lo que me tiene reservado el destino?

Haciendo un esfuerzo para no estirar el cuello y mirar por encima del hombro de Logan, Alex empezo a reirse.

– Vamos a ver que predicen las cartas.

Colin fingia interes por lo que le estaba diciendo lady Margaret, asintiendo educadamente, pero le estaba resultando un gran esfuerzo. Maldita sea, ese americano, Jennsen, estaba sentado ante la mesa de Alexandra. ?Que demonios estaba haciendo? Ella ya le habia echado las cartas en la fiesta de los Newtrebble y habia tenido una sesion privada, lo que significaba que lo que le atraia era la adivina y no las cartas. Si ese bastardo decia o hacia algo negativo, se encontraria tirado encima de los setos del jardin, cabeza abajo.

Por supuesto, se habia sentido del mismo modo con los otros hombres, once en total -y no es que estuviera contandolos-, que habian visitado la mesa de adivina de Alexandra aquella noche. Ella les habia sonreido a todos y el habia tenido que apretar los dientes, dolorosamente consciente de la presencia de ella mientras solo a medias escuchaba a las mujeres a las que deberia haber estado prestando atencion.

Maldita sea. Eso… fuera lo que fuese lo que habia hecho ella con el, cualesquiera fuese el hechizo que le habia lanzado, no le hacia ningun bien. ?Como se suponia que iba a poder concentrarse en encontrar una esposa si la unica mujer en la que lograba pensar era en ella? Aunque lanzaba un comentario por aqui, una sonrisa por alla y asentia todo el rato, su atencion estaba centrada completamente en ella. Pero ahora aquel enorme patan de Jennsen le estaba tapando la vista, y maldita sea, ?era posible que aquel bastardo le estuviera besando la mano?

Todo el se sintio estremecer por un repentino y puro ataque de celos y apreto los dedos alrededor de la cristalina copa de champan.

– Si las damas me excusan… -dijo a lady Margaret y a lady Miranda, procurando educadamente que no notasen la impaciencia en su tono.

Despues de saludarlas con una reverencia, se dio la vuelta y empezo a abrirse paso entre la multitud con la mirada fija en Alexandra, dejando de lado sus celos y concentrandose de nuevo en su seguridad. Cualquiera de los hombres que habia visitado su mesa aquella noche podia ser el asesino de la voz ronca. Incluido Jennsen.

No habia dado mas de media docena de pasos cuando le corto el paso su cunada.

– Al fin, una oportunidad de hablar contigo, Colin -dijo Victoria con la mirada iluminada por… algo, algo que el estaba demasiado distraido para intentar descifrar-. Has estado rodeado de gente toda la noche.

– Victoria -murmuro, mirando por encima de ella y dandose cuenta con amargura de que Alexandra y Jennsen se estaban riendo.

– ?Puedo robarte un momento? -pregunto Victoria.

Deseaba gritar que no y seguir su camino pero le pudo el sentido comun. Estaba claro que no era culpa de Victoria que el se sintiese tan endiabladamente irritado y frustrado. Volviendo la atencion a su cunada, hizo un esfuerzo por sonreir.

– Por supuesto.

– ?Podemos salir del salon para tener algo de intimidad?

– ?Es necesario? -le pregunto Colin en voz baja inclinandose hacia ella-. No quiero estar fuera en caso de que Alexandra vuelva a oir la voz.

– Nathan la esta vigilando -dijo senalando a su marido que tenia una vision completa de la mesa de Alexandra-. Conoce la senal. Solo te retendre un momento.

Colin miro a Nathan, quien le hizo un gesto perceptible solo para el.

– Muy bien -dijo, no muy dispuesto pero sabiendo que no podia decir que no sin resultar grosero.

Se dirigieron hacia los ventanales que conducian afuera. El cielo parecia un manto aterciopelado con diamantes incrustados y en el brillaba la luna como una perla reluciente, banando con su luz plateada las baldosas de la terraza. Una brisa calida, aromatizada por la delicada fragancia de las flores nocturnas, movia las hojas. Colin se detuvo junto a unos maceteros de tejos perfectamente cortados y, volviendose hacia Victoria, le pregunto:

– ?De que deseabas hablarme?

– De tu busqueda de esposa.

– ?Que pasa con eso?

– Me preguntaba como iba, si progresaba.

No progresa, penso.

– Bien.

Algo brillo en los ojos de Victoria. ?Dudas? No estaba seguro, pero, francamente, no le importaba.

– Ya veo. ?Bien en el sentido de que estoy conociendo a docenas de mujeres fascinantes e interesantes a las que encuentro atractivas o bien en el sentido de que no podria decirte el nombre de ninguna de las mujeres con las que he hablado esta noche porque mi pensamiento esta en otra parte?

Maldicion… Un grupo de caballeros se habia parado junto a los ventanales tapandole la vision de Alexandra.

– Bien como… bien.

– Ah, esplendido. ?Has tomado alguna decision?

– ?Decision?

– Ya sabes, descartar unas cuantas, decidir si alguna tiene potencial, ese tipo de cosas.

El grupo de caballeros se amplio tapandole aun mas la vista. ?No podian esos tipos beber oporto o fumar puros en otro sitio?

– Mmm. No.

– Eso me temia, y es por eso por lo que estoy dispuesta a ofrecerte mi ayuda.

Maldita sea, ?cuanto rato iban a estar esos hombres ahi parados?

– ?Ayuda? ?Para que?

– Para buscar esposa -dijo Victoria en tono exasperado, pero lenta y claramente.

Colin hizo un esfuerzo para disimular su propia exasperacion y se obligo a mirar a su cunada.

– ?Que pasa con ese tema?

Victoria lo observo durante varios segundos, con la mirada desconcertantemente tranquila, con expresion indescifrable. Pero ?por que todas las mujeres debian ser tan frustrantemente dificiles de entender?

Finalmente, Victoria se aclaro la garganta.

– Estaba dispuesta a ofrecerte mi ayuda para buscar esposa, pero parece ser que no es necesario.

– No, no lo es. -Algo en su tono y en sus ojos disparo la alarma en Colin-. ?Por que no lo es?

– Porque parece ser que ya has hecho tu eleccion.

Con el rabillo del ojo, vio que el grupo de caballeros se movia y echo un vistazo al salon.

– ?Eso he hecho?

– Claramente -respondio Victoria. Vacilo y luego dijo con calma-: He hablado con Nathan y se que no esta casada.

– ?Quien?

Maldicion, otro grupo de caballeros le tapaba de nuevo el salon.

– Tu eleccion.

De nuevo volvio su atencion a Victoria quien, por alguna razon, estaba hablando de la forma mas enigmatica.

– ?Que pasa con ella? -le pregunto.

– Que no esta casada.

Se apreto las sienes con los dedos.

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