– Claro que, quienquiera que sea, no esta casada. No puedo escoger a una mujer que ya esta casada.

Como un rebano de lentas vacas al fin el grupo se puso en movimiento, despejando la vista. Y se quedo petrificado.

Alexandra y Jennsen estaban de pie junto a la mesa y ella le estaba cogiendo del brazo y sonriendo. El rostro de Jennsen reflejaba la inconfundible expresion de un hombre al que le gustaba mucho lo que estaba viendo, un hombre que deseaba lo que estaba viendo. El americano se inclino a decir algo a Alexandra, y despues se perdieron juntos entre la gente. Todo el era una mezcla de rabia, preocupacion y celos. Por su seguridad, se suponia que Alex no debia abandonar el salon. ?Adonde demonios iba?

– Perdoname -le dijo a Victoria y, sin esperar su respuesta, atraveso la terraza y volvio a entrar en el salon.

Colin paso la vista por la habitacion y los vio junto al ponche. Con la mandibula en tension se dirigio hacia alli y casi se cae sobre Nathan, quien aparecio como por arte de magia en medio de su camino.

– Ella esta bien -dijo Nathan en un susurro, bloqueandole el paso-. Tu, en cambio, parece que necesitas un brandy. -Y le tendio una copa de cristal.

– Lo que necesito -dijo Colin entre dientes e ignorando la bebida que le ofrecian- es saber que demonios cree que esta haciendo.

– Es obvio lo que esta haciendo. Esta tomando un vaso de ponche.

– Con ese maldito americano que, por lo poco que sabemos, podria ser la persona que estamos buscando.

– Y por eso Wexhall esta junto a ella, listo para intervenir si el intenta llevarsela a solas. Esta perfectamente a salvo. Quien me preocupa eres tu.

Las palabras de Nathan atravesaron el miedo, la rabia y los celos que lo envolvian y se paso las manos por el rostro.

– Estoy bien.

– No, no lo estas. Estas enfadado con Jennsen por mirarla como si estuviera muriendose de sed y ella fuese una bebida refrescante. No te culpo. Yo me sentiria igual que tu si estuviera en tu situacion y probablemente le habria plantado cara hace tiempo. Lo haria si cometiese el error de mirar a Victoria de ese modo.

Colin tomo aire y sintio un tremendo cargo de conciencia.

– Victoria… La he dejado sola en la terraza.

– Ha sabido encontrar el camino de vuelta. Es bastante independiente. Esta hablando con lady Margaret y lady Miranda, las dos otras damas a las que has abandonado bruscamente.

Nathan le tendio el vaso de brandy, y Colin le dio un buen sorbo notando el calor de la bebida descendiendo por la garganta.

– Ambas son hermosas -dijo Nathan.

– Supongo.

– ?Te gusta alguna de las dos?

Ni por asomo, penso.

– Es agradable hablar con ellas -dijo.

– ?Ah, si? ?De que estabais hablando?

No tenia la mas remota idea. Y por la expresion poco inocente de Nathan, supo que su hermano tenia claro que no se habia enterado de nada.

– Del tiempo.

Probablemente.

– Ah, si, un tema fascinante. Pero me referia a si alguna de ellas te gustaba como candidata al matrimonio.

Antes de responder, Colin tomo otro sorbo del potente licor en un intento fallido de llenar el vacio que le habia producido la idea de casarse con cualquiera de ellas.

– Desde un punto de vista practico, cualquiera de las dos funcionaria.

– ?Y desde un punto de vista no practico?

Lo invadio un profundo desanimo.

– Ahora mismo, la idea de pasar el resto de mi vida con cualquiera de ellas resulta… -Su voz interior le dijo «deprimente», pero el anadio-: Dificil de imaginar.

– ?Y por que crees que te pasa eso?

– Porque en este momento -dijo Colin irritado- tengo otras cosas en la cabeza. La fiesta de Wexhall es la semana proxima y esperemos que cuando haya pasado, hayamos podido resolver todos los interrogantes de este misterio; asi podre concentrarme en la busqueda de esposa.

– ?Crees que estaras mas capacitado para escoger uno de esos diamantes de sociedad despues de la fiesta de Wexhall?

– Si, por supuesto.

Nathan murmuro algo que sono sospechosamente parecido a «estupido idiota» y despues le dio una palmada en el hombro a su hermano.

– Te deseo suerte. De verdad. Pero siendo como soy alguien que muy recientemente ha pasado por exactamente lo mismo a lo que te vas a enfrentar, solo puedo ofrecerte mi mas profunda compasion y mis mejores deseos de que se resuelva tan bien como se resolvio para mi.

– ?De que demonios estas hablando?

– De la batalla.

– ?Que batalla? -Entre tu mente y tu corazon. -No se a que te refieres. Nathan le apreto el hombro. -Lo sabras. Buena suerte.

Alex estaba sentada a solas junto a su mesa de adivina, disfrutando del breve respiro. Dirigio su mirada hacia Colin y vio que de nuevo estaba en compania de una hermosa joven. Parecia estar escuchandola, pero justo en ese momento desvio la mirada hacia ella. Sus miradas se cruzaron y Alex noto el impacto de sus ojos por todo el cuerpo. Intento mirar hacia otro lado, pero no pudo.

Sin embargo, estaba claro que Colin no estaba sufriendo como ella, porque de pronto desvio la mirada hacia arriba, por encima de su cabeza. Fruncio el ceno y entorno los ojos, para abrirlos de golpe. Volvio la vista hacia ella y, abalanzandose hacia delante, empezo a mover las manos como si intentase apartar algo.

– ?Alexandra! -grito corriendo hacia ella-. ?Muevete! ?Muevete!

Asustada, se puso de pie y dio la vuelta a la mesa. Un instante mas tarde, una enorme urna de piedra se estrello contra la silla donde habia estado sentada segundos antes. La silla se quebro con el peso y la urna se rompio levantando una nube de polvo.

Inmovil por la impresion, se quedo mirando el desastre mientras la gente gritaba a su alrededor.

– Alexandra -dijo Colin en voz baja y tensa. La tomo por los hombros y la movio con delicadeza-. ?Estas bien?

– Estoy… bien. Gracias. -Aparto la mirada de la silla y la urna rotas para mirarlo-. ?Que ha pasado?

– La urna ha caido desde el balcon de la galeria.

El doctor Oliver se abrio paso entre el gentio y llego hasta ellos. Paso la mirada por el cuerpo de Alex.

– ?Esta herida?

– No.

Las rodillas se le doblaron al darse cuenta de pronto de lo que habria ocurrido de haberla golpeado aquella urna…

Cerro los ojos y noto como los dedos de Colin le sujetaban del brazo. La gente se agolpaba a su alrededor y el tono de sus voces subia.

– Madame Larchmont no esta herida -dijo Colin dirigiendose a los invitados.

Alexandra abrio los ojos y se encontro con la mirada de Colin, con sus ojos verdes.

– Me has salvado la vida -susurro.

Antes de que pudiera responder, aparecio lord Relstrom. Contemplo los destrozos a traves de su monoculo y dijo:

– Increible. Esta claro que movieron la urna para limpiarla y despues no la colocaron adecuadamente. Reciba mis mas sentidas disculpas, madame Larchmont, y no le quepa duda de que encontrare al responsable de este

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