tembloroso. Las pequenas llamas que ardian en el hogar le calentaron la espalda cuando se detuvo, un calor innecesario porque de pronto notaba como si el fuego recorriese sus venas.

Se le agolparon las preguntas, pero tenia la garganta demasiado reseca para pronunciarlas. Miro hacia el rincon mas alejado de la habitacion y vio como de la oscuridad surgia una figura. Colin se acerco hacia ella, despacio, como un depredador cercando a su presa y se detuvo a una corta distancia de Alexandra.

Ella recorrio su cuerpo con la mirada, su camisa blanca abierta en el cuello, sus pantalones ajustados que abrazaban sus largas y fuertes piernas y que llevaba metidos en unas botas negras bajas. Su aspecto era oscuro, delicioso, y un poco peligroso. Alex levanto la vista, lo miro a los ojos y se quedo inmovil. Esa fria indiferencia de antes habia sido sustituida por un centelleante apetito que dejaba claro por que estaba alli.

La deseaba.

Fue tal su alivio que casi se tambaleo. Irguio las rodillas notando que todos sus sentidos volvian a la vida. Se humedecio los labios con la lengua y se dio cuenta de que Colin seguia su movimiento con la mirada, sus ojos como dos brasas ardientes…

– Colin…

El se llevo un dedo a los labios.

– Chist. No hables -susurro-. No te muevas.

Alexandra contuvo sus palabras y vio como Colin se dirigia al tocador que habia junto al armario. Volvio con una silla sin brazos, de alto respaldo tapizado, y la coloco cuidadosamente a un metro mas o menos frente a ella. Con la mirada ardiente y serena sobre ella, se sento en una postura relajada y comoda, lo que contrastaba con la tension que Alexandra sentia que emanaba de su cuerpo. Extendio las piernas, se puso las manos en los muslos y Alexandra, con solo una fugaz mirada, pudo ver claramente su ereccion contra sus ajustados pantalones.

– Quitate el vestido.

Aquella suave peticion hizo que volviese a mirarlo a los ojos. Tenia la cabeza apoyada en el respaldo de moare verde palido de la silla, y con los ojos entornados la miraba de forma penetrante.

Alexandra sintio un potente calor que bajaba por su vientre. La miraba de un modo… como si estuviera hambriento y tuviese la intencion de convertirla a ella en su proxima comida. Sintio como se humedecia. Levanto las manos y noto que le temblaban. Empezo a desabrocharse el vestido. Queria darse prisa, pero se esforzo para que sus movimientos fuesen deliberadamente lentos, mientras la expresion intensa y embelesada de Colin la llenaba de una nueva y creciente excitacion.

Cuando se desabrocho todos los botones, dejo caer la prenda hasta sus caderas y de ahi la empujo hasta que quedo en el suelo rodeando sus tobillos. Sabia que, iluminada por el fuego, Colin podria ver claramente el contorno de su cuerpo a traves de la fina combinacion.

– Muy bonito -murmuro-. Continua.

Noto todo su cuerpo estremecerse, un estremecimiento que, gracias a el, reconocio como excitacion. Con el mismo ritmo lento, deslizo la combinacion por su cuerpo y la dejo caer junto al vestido, y se quedo solo con la ropa interior, las medias y los zapatos puestos. Sus pezones se endurecieron, anhelando ansiosamente la boca y las manos de Colin. Alexandra arqueo la espalda acercando su cuerpo hacia el.

– Precioso -dijo su ronco murmullo. Con la mirada le indico su ropa interior-. Continua.

Tomando pequenas bocanadas de aire para calmar su corazon desbocado, Alex se inclino para desatar los lazos de sus rodillas y despues deslizo la prenda de algodon por sus piernas. Ahi de pie frente a la mirada de Colin repasando sus formas, sintio como el pulso fuerte y pesado de su corazon golpeaba todo su cuerpo, su cabeza, su vientre, entre sus piernas.

– Apartate de la ropa.

Las rodillas le temblaron cuando hizo el movimiento de levantar las piernas para dejar las prendas atras. Colin la recorrio con la mirada y Alex se pregunto si su siguiente peticion seria que se quitase las medias y los zapatos. -Exquisita. Sueltate el pelo.

Levanto los brazos y se quito las horquillas del mono, dejandolas caer sobre el monton de ropa. Cuando se quito la ultima horquilla, movio la cabeza de un lado a otro y la melena le cayo por toda la espalda, cubriendole el principio de sus caderas desnudas, produciendole un dulce escalofrio.

– Tocate el pecho.

El calor la recorrio entera y sus mejillas se sonrojaron entre la verguenza y la excitacion.

– No sientas verguenza, Alexandra -dijo Colin con un suspiro aspero-. Conmigo no.

Tomando aire con fuerza, Alex levanto las manos y tomo sus senos sintiendo su peso sobre ellas.

– ?Como los sientes?

Alex tuvo que tragar saliva para poder hablar.

– Suaves, doloridos.

– Bien. Ahora acaricialos. Como te gustaria que lo hiciera yo.

Alex paso las manos por los sensibles pezones y los rodeo con sus dedos. Sintio que el deseo le apretaba por dentro y le tensaba los pliegues entumecidos y humedos entre sus piernas.

– No pares -le susurro Colin.

Ella obedecio, jugando con sus senos, estirando de sus pezones, regodeandose en el fuego que iluminaba la mirada de Colin, un fuego que diluia la vacilacion que todavia podia sentir. Abrio los labios para tomar rapidas bocanadas de aire. Nunca se habia sentido tan perversa, tan lasciva.

– Desliza tus manos hacia abajo.

El ardiente deseo en los ojos de Colin y el anhelo ferviente de su voz despojaron a Alexandra de la poca inhibicion que le restaba y, extendiendo los dedos, los subio hasta la altura de sus hombros y deslizo las palmas de sus manos lentamente por su torso, parandose cuando llego a los rizos entre sus muslos.

– Mas abajo.

Bajo las manos hasta detenerlas en la parte alta de sus muslos.

– Separa las piernas.

Con el corazon desbocado, hizo lo que Colin le pedia, sabiendo cual seria su siguiente peticion.

– Tocate.

Casi sin atreverse a respirar, deslizo una mano entre sus muslos. Gimio suavemente cuando se acaricio con los dedos la esencia de su carne, exquisitamente sensible.

– ?Como te sientes?

– Humeda, caliente -dijo Alexandra humedeciendose los labios secos. Deposito la mirada en el aparatoso bulto que mostraba Colin entre sus piernas extendidas-. Impaciente.

Colin lanzo una especie de grunido y movio las caderas hacia delante en un lento empujon. El interior de Alexandra se contrajo como respuesta.

– Vacia -susurro.

Colin apreto los dientes para frenar su propia impaciencia que aranaba cada uno de sus nervios. Sus musculos estaban tensos por un avido y aspero deseo. Se habia obligado a no tocarla, a esperar, sabiendo que en el instante en que la tocase, su tenso control se disolveria. Aquella vision de ella, desnuda, excitada, banada por el oro de la luz del fuego, con el cabello suelto como una nube de rizos, tocandose, lo habian llevado a los limites de su aguante.

– Ven aqui -dijo el con una voz que no se conocia.

Los ojos de Alexandra se iluminaron maliciosamente y nego despacio con la cabeza.

– No.

Poniendo las manos en sus caderas, le indico el pecho con la barbilla y dijo:

– Quitate la camisa.

Colin sintio que su garganta emitia una risa ronca de admiracion, al mismo tiempo que el calor lo abrasaba ante su dulce peticion. Sin quitarle la vista de encima, se desabrocho lentamente la camisa y saco la prenda de los pantalones para abrirsela. Despues, la deslizo por sus hombros y la lanzo al suelo.

– Maravilloso -susurro Alexandra-. Esa fina linea de cabello oscuro que recorre tu abdomen es… fascinante.

Queria darle las gracias pero se habia quedado sin voz. La mirada de Alexandra le recorrio el torso hasta detenerse en la entrepierna, y por los ojos de Colin paso la imagen de sus labios recorriendo el mismo camino.

– Quitate las botas.

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